Oportunidades Perdidas

Luce (pronounced LOO-chay).
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Por el P. Jeffrey Kirby

En el Canon Romano de la Misa, hablamos de “la fe católica y apostólica”, una fe fundada en la creencia firme de que el Hijo eterno de Dios se hizo hombre, vivió entre nosotros, y por Su Pasión, Muerte y Resurrección nos rescató del infierno, dándonos la esperanza de la vida eterna en Él. Nada hay más grandioso o poderoso que esta fe universal y apostólica que sostiene y transmite el misterio salvífico de Jesucristo.

La Iglesia, depositaria de estos misterios, tiene una vasta e inagotable tesorería sobrenatural. Guiada por el Espíritu Santo, incluye los sacramentos, especialmente el Santo Sacrificio de la Nueva Alianza, la Palabra de Dios escrita, la Tradición Sagrada transmitida oralmente, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, los escritos de los santos y el testimonio de los mártires.

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En esta tesorería también están sus tradiciones intelectuales y artísticas, con tratados, ensayos, poesías, música sacra, esculturas, pinturas, mosaicos y demás expresiones de arte sagrado. En cada nivel, la tesorería de la Iglesia es magnífica, bella y llena de esplendor divino.

Este vasto tesoro de verdad y belleza exige discernimiento serio para aplicarse adecuadamente en la vida y tradiciones de la Iglesia. Ella debe actuar con la sabiduría de un “padre de familia que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo” (Mateo 13:52). Al dar paso a algo nuevo, debe fluir de forma complementaria y orgánica con lo que le precede, siempre apuntando al misterio de Jesucristo y Su obra salvadora entre nosotros.

Con la llegada del Jubileo Ordinario del Año 2025, la Iglesia tiene una oportunidad de manifestar a Cristo, proclamar la salvación en Él, mostrar la gloria de Su camino de amor y resaltar los esplendores de su tesorería sobrenatural, que brotan de nuestra fe en Él.

Así, cuando el Papa Francisco anunció que el Jubileo 2025 sería un Jubileo de la Esperanza, fue un acto sabio y oportuno. Nuestro mundo caído ha olvidado la esperanza, pues ha depositado su falsa esperanza en sí mismo, en sus estructuras políticas y en el mercado, cosechando solo desilusión y desolación. La esperanza verdadera es lo que el mundo necesita.

El Jubileo de la Esperanza es una gran ocasión para enseñar sobre la esperanza, aclarar los equívocos actuales y dirigir a la humanidad hacia el amor y la providencia de Dios, mostrando el sentido del Misterio Pascual a un mundo que cree conocerlo, pero no lo hace; explicando la conexión entre amor y sufrimiento, el llamado al sufrimiento redentor, las glorias del Cielo y los dolores del Infierno. En todos estos aspectos, podemos proclamar al mundo: “Cristo Jesús, nuestra Esperanza” (1 Timoteo 1:1).

A partir de esta enseñanza, podemos introducir y celebrar símbolos de esperanza de la tesorería sobrenatural de la Iglesia. Podemos señalar la Cruz, el gallo de la conversión de San Pedro, las palmas de los mártires, el ancla de San Clemente o, en tiempos contemporáneos, el uniforme de prisionero de San Maximiliano Kolbe o la estrella de David de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Las posibilidades son infinitas, pero el momento es breve. La prudencia es esencial para seleccionar los mensajes y símbolos para el Jubileo.

Con tantas posibilidades y siendo la esperanza un tema tan central, imaginemos la sorpresa y desconcierto cuando la Iglesia elige presentar como “mascota” – no la Cruz, ni las palmas, ni el ancla – sino un peculiar personaje de anime llamado “Luce” como mascota del Jubileo de la Esperanza.

¿Es una broma? No lo es.

Luce es un personaje infantil, de cabello azul, que lleva un báculo de hechicero y un rosario de colores al cuello.

A la luz de la tesorería sobrenatural que la Iglesia custodia, debemos preguntarnos: ¿Es esto lo mejor que podemos ofrecer? ¿Luce da reverencia a los mártires, tanto de nuestra historia como a quienes hoy mueren por la fe? ¿Luce honra a los confesores y a quienes defienden y sufren por el Evangelio, la verdad moral y la vida?

Con el embate del secularismo contra los creyentes en Occidente, ¿es Luce nuestra mejor defensa y consuelo? ¿Luce hará que los secularistas se detengan y reconsideren el mensaje del Evangelio?

Lamentablemente, Luce es un triste ejemplo más de la infantilización de los creyentes y de una alarmante dilución de la profundidad, belleza y poder del cristianismo. Es otro símbolo de una oportunidad perdida para la Iglesia, que duele a quienes la aman y desean verla fuerte y floreciente en el mundo.

Tal vez sin intención, pero Luce trivializa la virtud de la esperanza y el sufrimiento de quienes se aferran a Cristo. La elección de esta “mascota” refleja tristemente la incapacidad del liderazgo eclesial de hoy para aprovechar oportunidades providenciales, escogiendo algo extraño y nuevo que opaca la herencia venerable y antigua de la Iglesia.

Nuestro problema no es solo con un personaje de anime, sino con la oportunidad perdida de ofrecer esperanza y fortalecerla en los creyentes y el mundo de hoy.

Acerca del autor

El Padre Jeffrey Kirby, STD, es teólogo moral y párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Gracia en Indian Land, Carolina del Sur.

Comentarios
1 comentarios en “Oportunidades Perdidas
  1. Pero podrían hacerse concursos diocesanos, de cara al jubileo ordinario de 2025, para buscar un símbolo alternativo verdaderamente católico que haga patente la esperanza.

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