¿Cuándo regresará Cristo?

The Last Judgment by JeanCousin the Younger, c. 1585 [The Louvre, Paris]
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Por Randall Smith

En la película El violinista en el tejado, cuando el gobierno ruso trágicamente expulsa a los judíos del pueblo ficticio de Anatevka, uno de ellos le pregunta al amado rabino del lugar: “Rabino, hemos esperado toda nuestra vida al Mesías. ¿No sería un buen momento para que venga?” A lo que el rabino responde: “Tendremos que esperarlo en otro lugar. Mientras tanto, comencemos a empacar.”

Los cristianos pueden encontrar triste que haya quienes no reconozcan la primera venida del Mesías, pero también podríamos respetar profundamente a quienes, en medio de pruebas y tribulaciones, han dedicado su vida a vigilar y esperar al Mesías.

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Espero no parecer un aguafiestas al recordar que el tiempo de Adviento no se trata únicamente de la primera venida de Cristo. Cualquiera que escuche las lecturas en Misa notará que la Iglesia, durante esta temporada, dirige nuestra atención principalmente a su venida al final de los tiempos, cuando “el Hijo del Hombre vendrá en las nubes con gran poder y gloria” (Marcos 13:26).

El doble mandato que recibimos reiteradamente es “velad,” porque “nadie sabe ni el día ni la hora” y “el día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (Apocalipsis 16:15; Mateo 24:43; 1 Tesalonicenses 5:2-4; Marcos 13:24-37).

Cuando surge el tema de la Segunda Venida en clase, suelo recordar a mis estudiantes que, como “nadie sabe ni el día ni la hora” y vendrá “como ladrón en la noche,” en toda honestidad –y lo digo en serio– podría suceder antes de que termine la clase.

Por otro lado, como dice 2 Pedro 3:8, mil años para nosotros son como un día para Dios, así que, si va a suceder en una semana “en tiempo de Dios,” eso serían siete mil años. Así que más vale que estudien para el examen final. Pero manténganse alerta.

A veces pregunto a mis estudiantes qué les gustaría que Cristo los encontrara haciendo en su regreso. ¿Maquinando algún mal? ¿Perdiendo el tiempo navegando en internet? ¿Viendo sin parar algún programa vacío? ¿Difundiendo chismes con su iPhone? ¿Qué diríamos si Cristo preguntara: “Hijo mío, ¿qué estás haciendo con la vida y los dones que te di?” “A ustedes, en los Estados Unidos, les dejé 10,000 talentos. ¿Qué han hecho con ellos?” ¿Realmente queremos responder: “Uhhh, bueno, están por aquí… creo”?

Personalmente, me gusta tomar una siesta breve por la tarde. A veces me preocupa que Cristo venga justo en ese momento. Quiero decir, parece ser uno de los momentos favoritos para que me interrumpan, así que es totalmente posible. Y si Él viene, ¿qué respondería yo si preguntara: “¿Qué estás haciendo? ¿No dije repetidamente: Velad?”

Preferiría que el Señor me encontrara lavando los platos para mi esposa o calificando trabajos de mis estudiantes y que entonces pudiera oír: “Buen siervo y fiel.” Pero es más probable que me encuentre durmiendo o procrastinando para evitar lavar platos o calificar. ¿Y qué diría entonces? “Pero Señor, Tú lo sabes todo; sabes que odio hacer esas cosas.” Porque entonces seguramente me recordará: “¿No dije: ‘Toma tu cruz cada día y sígueme’?”

Oh, cierto.

Los estudiosos a veces dicen que, en la Iglesia primitiva, había confusión sobre si el regreso de Cristo –la Parusía– sería poco después de su muerte o si tardaría. Por ejemplo, un artículo de 2018 de Mark Keown comienza:

“Es comúnmente aceptado en la erudición del Nuevo Testamento que había expectativa de una Parusía inminente dentro de la primera generación de la Iglesia. Por ejemplo, I. H. Marshall, escribiendo en 1970, afirma: ‘Sobre este punto hay acuerdo completo entre los estudiosos.’ Se considera comúnmente que esta esperanza se desvaneció y que los escritos posteriores reflejan cómo la Iglesia lidió con la llamada ‘demora de la Parusía.’”

Keown argumenta en contra de esta visión, afirmando que, aunque es probable que algunos cristianos consideraran inminente la Parusía (e.g., 2 Tesalonicenses 2:1–2; 2 Pedro 3:4), “es poco probable que los autores de Marcos y del corpus paulino sostuvieran una visión de una Parusía inminente.” Keown cita numerosas fuentes académicas para respaldar esta afirmación. Así que, supongo, no hay “acuerdo completo.”

Sin embargo, estoy menos interesado en esa discusión que en el valor que tiene nuestra incertidumbre sobre la cuestión. Cristo dejó claro que “nadie sabe ni el día ni la hora.” Vendrá “como ladrón en la noche.” Por lo tanto, necesitamos estar alerta. ¿Qué querríamos que Cristo nos encontrara haciendo con nuestras vidas si regresara ahora mismo, antes de que termine el día de hoy? La Segunda Venida podría estar mucho más cerca de lo que pensamos.

Por otro lado, podría tardar aún un tiempo. Así que mejor nos ocupamos de nuestros asuntos. O, para ser más precisos, debemos ocuparnos de sus asuntos. Esa, sugiero, es la esencia del tiempo de Adviento.

No debería restar nada a la alegría de la Navidad el darnos cuenta de que la plenitud de la alegría aún está por venir. No es como si el mundo fuera completamente bueno. Todavía hay mucho trabajo por hacer. El Mesías que vino –el Verbo que se hizo carne– regresará. Debería encontrarnos enderezando el camino.

Acerca del autor

Randall B. Smith es profesor de Teología en la Universidad de St. Thomas en Houston, Texas. Su libro más reciente es From Here to Eternity: Reflections on Death, Immortality, and the Resurrection of the Body.

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