Cuando Dios quiera: una crítica de “Dunkerque”

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Por Brad Miner

Recuerdo haber estado anonadado y conmovido cuando leí que, en algún momento luego de los hechos, la movilización de los botes de rescate en el río Hudson el 9/11 evacuó cerca de medio millón de personas desde el Lower Manhattan a New Jersey —en embarcaciones de la Guardia Costera, por supuesto, pero también en yates privados, remolcadores y lanchas— una operación más grande que el éxodo de las tropas británicas desde Dunkerque en 1940.

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Pensé: ¡el espíritu del «todo es posible» vive! Muchos creían que estaba muerto, pero, si así lo era, resucitó ese martes soleado: la luz se abría paso en uno de nuestros días más oscuros.

Esa luz y ese espíritu, asimismo, brillan con intensidad en Dunkerque de Christopher Nolan, por lejos la mejor película de 2017.

Un resumen de la historia: A fines de mayo de 1940, más de 300.000 fuerzas  en retirada británicas, canadienses, francesas y belgas estaban acorraladas contra el Canal de la Mancha mientras el ejército alemán se aproximaba. Dada la geografía marítima, era imposible acercar a la costa a la mayoría de las naves de la Armada británica. Aparte, el Almirantazgo había tomado la terrible aunque necesaria decisión de retrasar a la principal fuerza naval. La situación en Dunkerque parecía tan desalentadora que aquellos barcos tenían que ser mantenidos en reserva contra una posible invasión alemana a Gran Bretaña… si, como parecía probable, se perdía a los soldados que aguardaban la evacuación.

Pese a ello, como un personaje en Dunkerque afirma, «¡Debemos recuperar nuestro ejército!».

Entonces se resolvió organizar lo que parece en retrospectiva—aunque previsto— un tipo de Día D en reversa. Sin embargo, esta vez la única flota que podría ser enviada a la costa del norte de Francia estaba compuesta en su mayoría por embarcaciones privadas.

A excepción de sus conceptos estructurales, Dunkerque es similar a muchas buenas películas de guerra como Rescatando al soldado Ryan (1998), Un puente demasiado lejos (1977), y El día más largo (1962) —superproducciones, sí, pero cintas que comprenden que no importa cuán grandioso es el ámbito o electrizante la acción— la clave reside en los personajes (encarnados por buenos actores).

El reparto de Dunkerque es tan bueno como cualquier otra película de ese tipo, con estrellas veteranas (Kenneth Branagh, 56, y Tom Hardy, 39, son dos) y principiantes (por ejemplo, Fionn Whitehead, 20, y Barry Keoghan, 24) en un conjunto que sugiere que la cruda valentía de la juventud, en la prosecución exitosa de una guerra, debe ser complementada por la férrea determinación de la experiencia.

La cámara del cineasta Hoyte van Hoytema permanece por largo tiempo y afectuosamente en los rostros de los jóvenes atrapados en tierra, mar y aire. El corazón de la película son estos guerreros en fuga. No obstante, el alma de Dunkerque se revela en las caras, en especial los ojos, de tres actores veteranos: Branagh, Hardy, y Mark Rylance. Branagh como el comandante de la evacuación; Hardy como un piloto de la Fuerza Aérea británica; y Rylance como un navegante civil que se une a la flotilla de rescate.

Algunos críticos de Dunkerque objetaron su falta de contexto «político»: no se hace mención de los nazis o de Hitler y quizás solo uno o dos usos de la palabra «alemán». Entonces bien puede ser, dado el estado de la educación estadounidense, que muchos espectadores no estarán al tanto de su trasfondo histórico. Es una pena, pero los reproches sobre de la falta de exposición política de la cinta pasan por alto el hecho de que Nolan eligió contar la historia desde el punto de vista de los soldados y marineros; y me atrevo a decir que las personas que en verdad huían de Dunkerque y aquellos que los rescataban no estaban pensando acerca de la «política», solo en la supervivencia (lograrla o ayudar a conseguirla).

Un crítico se quejó de que Winston Churchill y el Porqué peleamos casus belli de la Segunda Guerra Mundial no aparecen en Dunkerque. Esto me causa asombro, en especial porque se dedican literalmente las últimas palabras de la película a Churchill. Un soldado rescatado lee en voz alta el famoso discurso del primer ministro a la Cámara de los Comunes el 4 de junio de 1940, el cual concluye:

Lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos…hasta que, cuando Dios quiera, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, de un paso al frente para rescatar y liberar al Viejo.

Sin lugar a dudas, Dunkerque es en cierto modo una película complicada, en especial al comienzo. En las escenas iniciales, Nolan literal y rápidamente establece su estructura, la cual, como la Galia de César, se divide en tres partes y aparece como subtítulos:

  1. El embarcadero: una semana
  2. El mar: un día
  3. El aire: una hora

(Un «embarcadero» es un muelle improvisado construido para ser una forma de llevar a los evacuados lo suficientemente lejos de la costa para permitirles abordar una embarcación de rescate en aguas poco profundas).

Cada uno de estos elementos de la historia se superpone y el único que casi está en tiempo real es El aire.

No hace falta ser estudiante de cine para saber que las escenas «intercaladas» en una película —que pasa de una parte de la acción a otra en más  o menos el mismo marco de tiempo— se hace para crear suspenso y condensar e impulsar la narrativa. Sabemos que gran parte de los hechos representados en las tres secciones de Dunkerque ocurren en simultáneo, pero no hay manera de plasmarlos en pantalla a la vez, a menos que se utilizara alguna técnica de división de la imagen en tres lo que hubiera sido más confuso —y una fuente de distracción— que la de Nolan. Sin embargo, al comienzo nos dice que habrá tramas de diálogo separadas que en ocasiones se cruzarán y, luego de 10 o 15 minutos, uno se relaja y lo acepta aunque algunas secuencias retrospectivas lo pueden desconcertar, al menos al principio.

Asimismo, hay algunas escenas, largas y silenciosas, que parecen sacadas de una cinta de la Nueva Ola de la década de 1960, muy Nouvelle Vague. No obstante, me parece que la desorientación del espectador es muy real al imitar la misma sensación que la de los soldados.

Las secuencias aéreas son estupendas, y, aunque no revelaré por qué, la penúltima escena de la película de un Spitfire aterrizando en la playa de Dunkerque es sencillamente extraordinaria. Mi última anotación garabateada en el pequeño anotador amarillo que tenía conmigo en la proyección es: «¡Tom Hardy gana la guerra!».

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Dunkerque, escrita y dirigida por Christopher Nolan, está clasificada como apta para mayores de 13 años. A diferencia de Steven Spielberg en Rescatando al soldado Ryan, la cual fue clasificada como apta para mayores de 18 años, Nolan evita las escenas sangrientas. Hay impacto pero no se derrama sangre a borbotones. Aparte de los ya mencionados, el reparto incluye a (en orden alfabético) Aneurin Barnard, James D’Arcy, Tom Glynn-Carney, Jack Lowden, Cillian Murphy, y Harry Styles. La vi en IMAX, visualmente deslumbrante y con sonido ensordecedor.

Acerca del autor:

Brad Miner es editor principal de The Catholic Thing, profesor emérito del Faith & Reason Institute, y miembro del consejo de Aid to the Church In Need USA. Fue editor literaro de National Review. Su nuevo libro Sons of St. Patrick, el cual escribió con George J. Marlin, ahora está a la venta. The Compleat Gentleman está disponible en audio y como aplicación de iPhone.

Comentarios
2 comentarios en “Cuando Dios quiera: una crítica de “Dunkerque”
  1. En total desacuerdo con esta crítica. La producción es muy pobre; los escenarios improvisados. la epopeya se desarrolló en una tregua de los Alemanes, pero jamás se siente un ambiente de guerra, un vidrio roto en alguna casa, la población huyendo, saqueos, escombros, humaredas, verdaderas trincheras (y no los costalitos limpios y uniformemente acomodados), carros abandonados, soldados hambrientos, playas sucias, etc. mas bien, parece una obra de teatro con poco presupuesto. Para colmo, la historia está errada (ver el siguiente enlace)
    http://www.infobae.com/series-peliculas/2017/07/30/dunkerque-enojo-frances-por-la-traicion-de-christopher-nolan/
    Ver esta película es una verdadera pérdida de tiempo. Su «éxito» es mas que nada el producto de publicidad pagada y malos críticos.

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