Editorial Centro Católico Multimedial.- No hay una sola respuesta para lo que sucede entre Ucrania y Rusia. El conflicto tiene detrás un marco histórico de tensiones agudizadas después de la caída de la URSS que han hecho de este país un territorio desgarrado por una identidad europea o quedar en la influencia de los intereses rusos.
El inicio de una agresión militar marca el primer gran conflicto europeo del siglo XXI. El vastísimo y enorme país, ilimitado en sus recursos naturales y cada vez más independiente de la economía de occidente tiene la suficiente capacidad de dotar de energéticos a los países europeos y se embarca en una ofensiva militar con el propósito de engullir a Ucrania, la cuna de lo ruso y estratégica en este ajedrez de los intereses geopolíticos de Vladimir Putin.
Esta nueva crisis mundial se suscita en un momento en el cual el mundo aun padece los efectos recesivos del covid-19, de particular debilidad, cuando la economía mundial no da indicios plenos de recuperación. Estas tensiones han marcado la progresiva degradación de una frágil paz que los países aliados europeos, a través de la OTAN y detrás los Estados Unidos, no podían defender, al menos militarmente. Un enfrentamiento directo con Rusia sería de proporciones devastadoras. Y aunque las sanciones económicas fueron de las medidas más inmediatas, la realidad es que la economía rusa ha acogido al oro por respaldo, se ha deshecho del dólar y coquetea con el yuan. Según el Banco de Rusia, “las reservas en oro pasaron de representar un 15,4% del total a un 21,7% entre junio de 2016 y junio 2021. En este mismo periodo, sus reservas en dólares estadounidenses cayeron de un 40,9% a un 16,4% del total y el yuan, la moneda china en 2021 llegó a representar alrededor del 13,1% del total de las reservas”.
Otro factor es el religioso. El hegemónico patriarcado ruso considera que todas las rusias, en la cual está Ucrania, deben estar bajo la obediencia de Kirill. En 2019, esa eparquía tuvo el respaldo de Constantinopla constituyéndose así en autocefalía independiente de Moscú. Eso fue un punto de inflexión que Putin y Kirill vieron como una amenaza de fragmentación de la identidad rusa, pero también afrenta al poderoso patriarca aliado del presidente. Hay que tener en cuenta que el patriarcado ortodoxo de Moscú goza de dinero público y del respaldo del gobierno. Ortodoxia y política son un binomio imprescindible. Hasta 2016, el patriarcado gozaba de un presupuesto de 30 millones de euros aproximadamente, necesarios para construir la identidad de Rusia tras el comunismo soviético: religión, nacionalismo, patriotismo y conservadurismo como los pilares de la Rusia expansionista de Putin.
Las guerras siempre serán un capítulo oscuro en la historia de la humanidad. El Papa Francisco ha dicho que “Jesús nos ha enseñado que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno.” Al iniciar la cuaresma este 2 de marzo, la Iglesia de México ha exhortado a una jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania y el mundo. Auxilios que todos podemos realizar donde estamos ante lo que será la nueva conformación del mapa político del mundo que enfrenta al jinete apocalíptico de la guerra para formar un nuevo imperio.
“Jesús nos ha enseñado que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno.”
Si, y a veces, con las armas también, que para eso la legítima defensa es derecho y deber de todo buen cristiano.
Querrá decir «una guerra para formar el imperio del Anticristo» tras el caos de gestión de todo tipo de crisis de los incompetentes (aposta) gobiernos nacionales. Imperio cuyo capellán está en Roma.