Un voto por los desaparecidos

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Víctor Ulín / Arquimedios Guadalajara.-  La búsqueda de los desaparecidos finalmente llegó también a la elección. En el apartado de candidato no registrado, los que se sumaron a la iniciativa -protesta- anotaron el nombre de una persona desaparecida en la boleta que les fue entregada en la casilla para votar.

La convocatoria vota por un desaparecido no pasó desapercibida este 2 de junio que millones de tapatíos acudieron a las urnas a elegir a su presidente, gobernador, alcaldes, senadores y diputados federales y locales.

El llamado a encontrarlos de madres o padres que buscan a sus hijos o esposos llevó su eco a las boletas electorales de quienes decidieron aportar su voto para ayudar a encontrar a los desaparecidos. Pero más para que las autoridades no soslayen ni menos normalicen la tragedia que aquí en Jalisco y otros estados del país viven miles de familias desde hace un año o hasta décadas.

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Nunca será suficiente lo que se tenga que hacer para encontrar a los miles de desaparecidos. La elección del 2 de junio fue otra oportunidad para seguir la lucha -porque eso es- en la búsqueda de los que ya no regresaron a casa. En tiempos en que campea la indolencia y la indiferencia, hay que aprovechar cualquier recurso para que los ausentes sigan estando presentes. Que sus nombres ni sus voces se olviden.

En el fondo, la lucha es contra el olvido de las autoridades y de nosotros mismos que peligrosamente vamos normalizando las desapariciones como si fuesen cosas de todos los días y por tanto no es nada extraordinario. Nada que merezca una atención especial.

Es todo lo contrario: una anormalidad que no podemos aceptar sin protestar, sin exigir al gobierno federal o estatal que proteja a los que salen a sus trabajos, a la escuela o que van de paseo a algún lugar. O que encuentre a los desaparecidos, o bien que por lo menos apoye en la búsqueda a sus familiares.

Las madres buscadoras que no dejan de buscar son también nuestra conciencia. Tengamos o no perdido a un familiar no podemos sustraernos de lo que pasa. Es nuestra realidad. Nada logramos si cerramos los ojos o hacemos que no miramos mientras vemos la marcha o la protesta de las madres buscadoras que siguen exigiendo atención, ayuda del gobierno para encontrar a sus seres queridos.

En el día de la elección, considerada histórica, nuestros desaparecidos ocuparon un espacio en la boleta que sólo confirma, irónicamente, la lucha contra este olvido que es de todos los días, a todas horas.

El voto por un desaparecido es un grito estruendoso contra los candidatos que ya son candidatos electos para gobernar o legislar, y que no deben evadir su responsabilidad para hallar a los miles de desaparecidos. Nadie, y menos los políticos con poder y autoridad, sobran en esta inacabable búsqueda.

En un país y estado como el nuestro, la democracia no puede estar ni ser completa cuando nos faltan miles que por su propio pie debieron ir este 2 de junio a votar por quien quisieran. En medio de la tragedia que nos persigue y acecha a diario, hay que seguir gritando y escribiendo donde sea -incluyendo las boletas- y las veces que sea necesario, los nombres de los hijos, las hijas y los esposos que nos faltan en casa. Que deben volver a casa. A vivir o a descansar en paz. Pero que deben volver.

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