por Guillermo Gazanini Espinoza | 01 marzo, 2025Comprometido desde hace años con la denuncia de las fechorías del crimen organizado, el padre Sergio Omar Sotelo Aguilar dirige el Centro católico multimedial, a través del cual también lucha para que la violencia que envuelve a la Iglesia local no pase desapercibida. «Mi país se ha convertido en uno de los más peligrosos para ejercer el sacerdocio».
Federico Piana / Vatican News.- «El sacerdocio y el periodismo son dimensiones afines: ambas están comprometidas con la proclamación de la verdad y nos recuerdan que es precisamente la verdad la que nos hace libres. Por eso, cuando actúo como sacerdote trato de incidir en los medios con el periodismo y cuando actúo como periodista trato de profetizar con la fuerza del sacerdocio que salva, consuela y redime». Desde luego, Sergio Omar Sotelo Aguilar no ha elegido dos misiones fáciles. Ser periodista o sacerdote en México significa arriesgar mucho, a veces incluso la vida. Y no digamos ser ambas cosas, con el añadido de haber asumido el compromiso inquebrantable de querer denunciar cada fechoría del crimen organizado que ha llevado al país latinoamericano al puesto 126 en el ranking de las 180 naciones más corruptas del mundo.
En el punto de mira
Sacerdote de la Sociedad de San Pablo -fundada por el beato Santiago Alberione, que hizo de la unión entre Evangelio e información un carisma único y precioso- licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista, investigador, productor y escritor, está en el punto de mira de los cárteles criminales desde que hace más de veinte años fundó el Centro católico multimedial y la Agencia de comunicación multimedial, que ahora dirige con abnegación. Y temeridad.
Contra el silencio y la omisión
Sus principales enemigos, confió en una conversación con los medios vaticanos, son el silencio y la omisión que permiten que la criminalidad crezca y prospere: «Mantener en silencio las comunidades y los lugares donde se llevan a cabo las malas acciones significa difundir el miedo que es útil para implantar la narco – cultura, la narco – economía y la narco – política. Ahora más que nunca es necesario seguir haciendo visible la nefasta incidencia de la la criminalidad organizada con todos los medios posibles para intentar combatirla y erradicarla».