A unos días de realizarse esta consulta en la que se solicitará la opinión para refrendar la confianza o no a Andrés Manuel López Obrador, obispos mexicanos plantean sus dudas acerca de la genuina intención sobre la democracia participativa y las intenciones del gobierno al manipular el objetivo de la consulta.
El cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, en entrevista a medios este fin de semana pasado, afirmó que la consulta sería un proceso amañado debido a la manipulación, “la intervención y autoridades de partidos que han metido la mano en todo el proceso y que entonces se antoja el proceso como con mucha sospecha no se ve claramente lo que pretendieron ellos ahí está desconfianza”.
Por otro lado, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de san Cristóbal de las Casas, en su reflexión semanal México, obispos y revocación de mandato, del 23 de marzo y publicada el fin de semana en medios, lanzó una serie de preguntas acerca de las verdaderas intenciones de la revocación, puntualizando que los más interesados en promover el refrendo en el poder de AMLO son los más cercanos al Jefe supremo, en una campaña de promoción que, afirmó, está plagado se suspicacias: Hay cosas que llaman la atención. Quienes más promueven que se participe son quienes están en el poder, empezando por el Jefe Supremo. ¿Por qué lo hacen? ¿Es acaso porque quieren que la gente se manifieste y el pueblo decida lo que le parezca mejor? ¿Les importa realmente una democracia participativa, y no sólo la representativa actual? ¿Aunque el voto les fuera contrario? Si así fuera, todo sería muy laudable y plausible, y habría que ir a votar. Pero aquí entran las suspicacias: Los que más promueven esta votación, ¿sólo anhelan una ratificación de lo que están tratando de hacer para lo que llaman una transformación del país?
Arizmendi Esquivel afirmó “haber ya tomado una decisión” y dio cabida para que el electorado haga una decisión ponderada, “votar, en sentido aprobatorio o reprobatorio o abstenerse y no ir a las casillas”, en congruencia con el último mensaje de la Conferencia del Episcopado Mexicano del 15 de marzo en el que invitó a los fieles a un discernimiento de cara a Dios para que “cada uno decida si ha de participar o no, y en caso de hacerlo, en qué sentido deberá emitir su voto”.
Por su parte, el obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García, a pregunta expresa de la ACN -Infovaticana sobre la revocación de mandato expuso las sospechas de manipulación de este ejercicio participativo para asegurar el poder de quienes promueven la consulta, e incluso ante las diversas crisis por las que atraviesa el país, convendría no realizarla: “Sobre este ejercicio de revocación, veo mucho interés por parte del gobierno cuando el interés debería ser, sobre todo, de los ciudadanos. Se percibe mucha manipulación de la revocación, tanto así que parece que lo que se busca es una ratificación de mandato y todo porque querer asegurar el poder. Parece una campaña y la verdad es que no es eso. Veo que, con tanta crisis social, económica y de violencia, lo mejor es que no se realizara… por el bien del país sería no realizarla”.
Finalmente, el emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, el pasado 22 de marzo no dudó en afirmar que esta consulta pretende un “golpe de estado” democrático que tiene las sospechas de que, en tres años, otro proceso similar haga que el actual presidente de México se perpetúe en el poder: “El gran pendiente que tengo es que cuando lleguen los otros tres años, (AMLO) va a querer hacer otra revocación de mandato y si la gente le dice ‘continúa’, se va perpetuar en el poder. Es un golpe de Estado democrático, como lo han hecho otros dictadores…” manifestando estar en contra de la revocación de mandato.
Yo me pregunto, ¿en cuál de las obligaciones de un obispo está el opinar en asuntos netamente políticos? Y además, juzgando las «intenciones», supongo que los obispos Mexicanos son clarividentes todos para conocer las intenciones. Ahora, precisamente por meterse en política y descuidar su verdadera misión de postores, por eso en latinoamérica ha crecido el pentecostalismo y ha decrecido el número de católicos, porque mientras aquellos hablan de Dios, del pecado y del Evangelio, los obispos latinoaméricanos hablan de política y asuntos políticos. Vean por ejemplo, los documentos de la conferencia episcopal venezolana, desde el año 2000 todos sus documentos son políticos y ninguno pastoral.