Tras el paso del huracán «Otis» que pegó en la costa del Estado de Guerrero dejando millonarias pérdidas y, al menos, 27 muertos y cuatro desaparecidos, la Conferencia del Episcopado Mexicano expresó su solidaridad a las víctimas de los desastres naturales que en meses recientes han impactado el territorio mexicano.
«Otis» fue de los huracanes más devastadores. Acapulco, atracción turística internacional, ha perdido hasta el 80 por ciento de la capacidad hotelera; las imágenes muestran el desastre en zonas privilegiadas como «Punta Diamante»; sin embargo, las colonias populares y municipios alejados del puerto reclaman por ayuda que no llega y donde los daños y pérdidas humanas son evidentes.
En su mensaje, los obispos de México hacen un llamado un llamado a la unidad y la fraternidad entre todos los mexicanos. «Exhortamos a brindar ayuda generosa a los damnificados, especialmente a los más pobres y vulnerables. Que nadie se quede indiferente ante el sufrimiento de los demás», expresa el documento suscrito por el presidente de la CEM, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López y el secretario general, Ramón Castro Castro, a la vez que llaman a las autoridades a plantear efectiva coordinación para atender con prontitud a las víctimas y reparar los tremendos daños causados por el fenómeno que sorprendió a meteorólogos por su rápida evolución.
Los obispos, además, indican que desde las «diócesis y parroquias se brindará acompañamiento espiritual y material en la medida de nuestras posibilidades. No están solos, cuentan con nuestras oraciones y con la providencia divina que nunca abandona».