En menos de una cuartilla de cinco párrafos, y suscribiendo lo que llama un comunicado al pueblo de Dios, el obispo emérito Salvador Rangel Mendoza parece dar punto final a la crisis desataba tras su desaparición y posteriores conjeturas que dañaron su reputación.
“Después de haber hecho oración, meditado profundamente y de haber consultado con mis seres queridos, tanto del clero como laicos y, en razón de que lamentablemente mi vida, edad y mi salud están en condiciones desfavorables, siguiendo los principios evangélicos de nuestro Señor Jesucristo, que perdonó a las personas que lo traicionaron, lo vendieron, lo juzgaron, lo torturaron y lo asesinaron, con todo corazón perdono a todas las personas que me han hecho daño por los hechos de los que he sido víctima, así como a aquellos que me han revictimizado, producto de la información”.
Posteriormente, Rangel Mendoza declina de sus derechos para presentar cualquier denuncia pidiendo a los medios respetar esa decisión “encaminada al bien de mi seguridad e integridad física y moral”.
Finalmente, el obispo emérito agradeció a todos quienes “hicieron oración por mi vida y por mi pronta recuperación”.
