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“No podemos ir a un campo de batalla… pero podemos ir al campo de batalla del corazón”: Secretario de la CEM

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Obispo Ramón Castro Castro llama a usar el arma más poderosa para detener la guerra

En el rosario internacional que ayer fue marco para la oración ecuménica conectado en diversos santuarios y comunidades del mundo, el secretario general de la Conferencia Episcopado Mexicano, Ramón Castro Castro, llamó a orar sin cesar por la paz. En su petición advirtió que las consecuencias de la guerra no son previsibles e inimaginables, especialmente por las potencias nucleares involucradas.

Calificando de “momentos graves y dificultades” que debe afrontar esta generación, el también obispo de Cuernavaca señaló que, en medio de la pandemia, la guerra es una derrota de la humanidad. Por eso, insistió en que el mejor recurso y arma espiritual que los creyentes tienen es la oración incesante por la paz: “Dios todo lo puede, para Dios no hay imposibles y la más grande derrota de la humanidad es la guerra. No permitamos que esta derrota, una vez más, venga a herir gravemente la historia de la humanidad… Nosotros no podemos ir a un campo de batalla, pero sí podemos ir al campo de batalla del corazón a través de nuestra oración”, insistió.

Ayer miércoles 9 de marzo, diversas comunidades se unieron a través de los medios virtuales para orar por la paz. En una iniciativa promovida por el Centro Magdala y laicos ligados al Regnum Christi de los Legionarios de Cristo, los momentos particulares contaron con el rezo del rosario desde la Basílica de Guadalupe así como de otros lugares en Europa y Medio Oriente: Francia, Ucrania, Jerusalén, Roma y la Iglesia ortodoxa rusa en México.

El texto completo del mensaje de paz del obispo Ramón Castro Castro se presenta a continuación:

“Queridos hermanos y hermanas, estamos viviendo momentos de graves dificultades. Nuestra generación ha sido testiga (sic) de tantas realidades importantes en la historia de la humanidad: El cambio de milenio, terremotos, tsunamis, tenemos también la pandemia y, dentro de esta realidad pandémica, esta triste guerra entre Ucrania y Rusia.

Sabemos dónde y cómo comienza la guerra, pero no sabemos cuándo ni exactamente cómo va a terminar la guerra. A veces ni siquiera lo imaginamos y sabiendo la peligrosidad que existe por las potencias nucleares que están involucradas, la preocupación es mucho más grave. ¿Qué podemos hacer hermanos? Vuelvo a insistir lo que es una convicción para su servidor y para tantas gentes buenas. Tenemos que orar por la paz. Dios todo lo puede, para Dios no hay imposibles y la más grande derrota de la humanidad es la guerra. No permitamos que esta derrota, una vez más, venga a herir gravemente la historia de la humanidad.

Los invito a todos, de cualquier religión de cualquier convicción religiosa, oremos juntos por la paz. Pidamos a Dios que lleve a los corazones de aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de encontrar caminos de diálogo y de paz, que la que la busquen, que luchan por ella.

Nosotros no podemos ir a un campo de batalla, pero sí podemos ir al campo de batalla del corazón a través de nuestra oración. Vamos, insistamos. El Santo Padre ha invitado del miércoles de ceniza, precisamente, para una jornada universal de oración por la paz. Vamos a aprovecharla, vamos a poner lo que cada uno de los puede y potencialmente es capaz.  Aprovechemos, estamos todavía a tiempo de evitar una catástrofe mayor. Utilicemos el arma, más poderosa la oración»

La jornada ecuménica de oración puede verse aquí

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