Alina Tufani Díaz / Ciudad del Vaticano.- “Ante la omisión del gobierno que no busca a los delincuentes, ni busca a nuestros familiares”, María Herrera Magdaleno busca incansablemente a sus cuatro hijos: Raúl (19 años) y Jesús Salvador, (24 años), desaparecidos en 2008; y a Luis Armando (24 años) y Gustavo (28 años), desaparecidos en 2010. Tras una búsqueda infructuosa, devastadora y costosa, esta madre decide fundar, en 2014 la organización “Familiares en búsqueda María Herrera”. Ese mismo año, junto a sus otros hijos, funda la Red de enlaces nacionales, articulando a 60 grupos familiares de desaparecidos en 18 estados del país.
De víctimas a factores de cambio.
“Yo lo único que les digo a mis compañeras, a todas las madres y familiares que se acercan a un grupo o a los grupos, es que tenemos que dignificar el dolor, el sufrimiento, darle un cauce digno para que esto pueda seguir avanzando”, explica a Vatican News esta defensora de los derechos humanos. “Hemos pasado de ser víctimas a ser factores de cambio en la sociedad, porque no podemos dejarles a nuestras futuras generaciones un México como lo estamos viviendo. A la vez, hemos podido hermanar el dolor, los esfuerzos y ha sido una bendición porque nos abrazamos entre sí”.
Los hijos de María
El 28 de agosto del 2008, Jesús Salvador y Raúl Trujillo Herrera, comerciantes de compra y venta de oro, con sus cinco compañeros de trabajo, salieron y desaparecieron en Atoyac de Álvarez, en el estado de Guerrero. Desde este momento, inició el peregrinar de María para encontrar a sus hijos sin respuesta alguna. Gastos económicos ingentes, en investigadores, abogados, traslados y una familia que mantener, hicieron que esta madre adolorida y temerosa dejara a sus otros hijos continuar trabajando. El 22 de septiembre del 2010, Luis Armando y Gustavo, con un rumbo diferente, esta vez hacia Veracruz, de igual manera fueron desaparecidos junto con dos personas, más un sobrino y el esposo de una nieta.
La sospecha
“En ambos casos se los llevaron la policía, intervino la policía”- dice con seguridad María. “Al comandante que estaba en turno cuando desaparecen mis hijos lo mataron, ya no está, pero hay otras personas involucradas que siguen ahí”, agrega Herrera, al aclarar que sus afirmaciones son producto de una larga investigación privada.
Y quizás no se equivoca. Hace poco más de un mes, el 12 de abril, el Comité contra las Desapariciones Forzadas de la las Naciones Unidas (ONU), en un informe denuncia que “servidores públicos y el crimen organizado son responsables del creciente número de desapariciones forzadas en México” e instó al gobierno a tomar acciones inmediatas para acabar con la impunidad absoluta y adelantar una política nacional para prevenir esta tragedia humana. “La delincuencia organizada se ha convertido en un perpetrador central de desapariciones en México, con diversos grados de participación, aquiescencia u omisión de servidores públicos”, subraya el informe del Comité al concluir la visita de su delegación a México. Actualmente el gobierno de México reconoce que hay cerca de 100.000 personas que han sido desaparecidas y 52 mil cuerpos humanos sin identificar. Las desapariciones afectan principalmente a hombres de entre 15 y 40 años, pero también es notable el número de niños y niñas a partir de los 12 años, así como de adolescentes y mujeres, probablemente víctimas de la trata y explotación sexual.
Mujeres de pico y pala
“A veces mi hijo me dice: ‘Vamos mamá, tienes que ser fuerte’. Pero le digo que no, que se me parte el alma”. Lo dice María fuera del micrófono cuando hablamos de las fosas clandestinas. Y es que la organización “Familiares en búsqueda Maria Herrera” junto a la red de organizaciones que buscan desaparecidos no se dedican a protestar, acusar y estigmatizar. La organización desarrolla su labor con base en tres caminos fundamentales: Proporcionar asistencia a los familiares en el proceso de búsqueda; el fortalecimiento de las organizaciones; y promover el reconocimiento social de que las familias son los actores centrales en la búsqueda de sus seres queridos.
No siempre tienen apoyo de las autoridades –policías, médicos forenses, excavadores- cuando con pico y pala, después de un indicio que “alguien” generosamente ha querido ofrecer sobre el paradero de una víctima, las madres van a un terreno baldío para comprobar la presencia de osamentas. Una realidad que llevó a María Herrera a organizar su búsqueda y a de otros.
Con la foto al cuello
“Familiares en Búsqueda María Herrera lo hicimos porque anduve yo viendo algunas personas, viendo la posibilidad de ser escuchada y apoyada, pero conseguí muy poco”, comenta. Sin embargo, tras el asesinato del hijo de un poeta, Javier Sicilia, muy famoso en México se organizaron caravanas de denuncia por todo el país.
“Ahí fue donde yo me quedé asombradísima porque me enteré que no era nada más yo como creía al principio, sino que esta situación estaba en todos los estados de la República. Salieron infinidad de madres de familiares con sus fotos en la mano buscando a sus familiares. Pensé que nos iban a dar una solución, apoyarnos para buscarlos, pero no fue así, y aunque se logró visibilizar el problema a nivel nacional e internacional, vimos que no había recursos para ello y fue ahí donde iniciamos o pensamos en hacer esta organización”, cuenta Herrera.
Una mano amiga en peligro
La otra cara de esta realidad es la de los activistas de derechos humanos, sacerdotes, periodistas o quien se interese en el tema, que han sido asesinados o se cuentan entre los desaparecidos. María Herrera, ha contado con la ayuda incondicional – como cientos de familiares de desaparecidos – del Centro Jesuita de Derechos Humanos «Miguel Agustín Pro Juárez” (ProDH) que ofrece apoyo jurídico, social y moral a quienes buscan a sus familiares. Incluso, con la ayuda de esta organización católica, se está llevando el caso de los hijos de María Herrera a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
“Para nosotros es sumamente doloroso porque a la gente que pretende ayudarnos, que alza la voz con nosotras, los están callando. Nos están arrebatando periodistas con verdadero sentido humano, han sido masacrados. También han desaparecido sacerdotes y esto para nosotros es sumamente doloroso. Y con esto callan muchísimas voces que quieren y que pretenden ayudarnos a buscar”, lamenta María Herrera.
Dos paradas: Berlín y Roma
En efecto, el padre Luis Orlando Pérez Jiménez y el director de ProDH, Santiago Aguirre, han acompañado a esta líder mexicana a Alemania, donde han mantenido encuentros en MISERIOR (Obra episcopal de la Iglesia católica alemana para la cooperación al desarrollo) y también con líderes religiosos protestantes, anglicanos y metodistas. En Roma, han tenido un encuentro con el cardenal Michael Czerny, prefecto Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Y el miércoles, un saludo del Papa Francisco después de la Audiencia General.
“Al Santo Padre le pedí unas palabras de aliento, la bendición para todas estas madres buscadoras, porque la verdad esto es algo terrible. Se cruzan miles de sentimientos y necesitamos de esa fortaleza”, comenta María Herrera.
También pide las oraciones y la ayuda de todas las personas que, de una u otra forma, puedan hacer visibilizar y sumarse a la voz de estas familias de desaparecidos, para que alguien dé un indicio, para que se acabe la violencia, la impunidad y que el Estado mexicano responda también por estos ciudadanos, que tienen que tener un nombre, un rostro y una presencia.