Alfredo Arnold / Arquimedios Guadalajara.- ¿Qué sucederá una vez que hayan cerrado las casillas para votar el domingo 2 de junio?
Podría ocurrir que cualquiera de las dos principales aspirantes a la Presidencia de la República, o incluso los tres, salgan a proclamarse vencedores; o podría suceder que la votación sea tan cerrada que no haya un pronunciamiento oficial sino hasta uno o más días después; también podría ocurrir que desde los partidos comiencen a denunciar graves acciones que se hubieran cometido ese día, y en el peor de los casos, podría iniciar una batalla legal que derive en la anulación de los comicios.
Han sido tan numerosas las ocasiones en que, desde todos los frentes, se han violado las leyes electorales, que no sería remoto que los interesados las tengan registradas y sustentadas con pruebas, para utilizarlas en el momento oportuno. El 2 de junio el INE pondrá en juego todo su prestigio y fuerza para sacar a flote la elección presidencial.
Los ciudadanos hemos sido “bombardeados” con las prácticas desaseadas de las tres fuerzas rivales, con miles de spots políticos de radio y televisión; información interesada, partidaria y dolosa en medios de comunicación; encuestas tendenciosas, debates inútiles, derroche de dinero en propaganda, y las redes sociales más tóxicas que nunca. Si esto ha venido sucediendo en la lucha de los partidos por los votos, ¿podemos confiar en que el ejercicio electoral del 2 de junio será limpio y transparente?
El INE, institución autónoma que ha logrado sobrevivir a pesar de fuertes ataques, se jugará la carta más importante desde que fue creado como Instituto Federal Electoral en el año de 1990. Aquel IFE vino a darle certeza a la elección de Presidente de la República, un tema que invariablemente era dominado por el PRI frente al desinterés de los votantes, hasta que en 1988 se armó un escándalo por la acusación de fraude cometido en contra del candidato opositor Cuauhtémoc Cárdenas. El Instituto Electoral también resolvió acertadamente medidas emergentes después de que el candidato Luis Donaldo Colosio fue privado de la vida, y adquirió gran fortaleza cuando aceptó la victoria de Fox, que ponía fin a siete décadas de dominio priista; salió airoso seis años después al resolver una elección muy pareja a favor de Calderón; luego dio el visto bueno a la incontrovertible elección de Peña Nieto, y en 2018 anunció sin titubeos el triunfo holgado de López Obrador. Cuatro elecciones y tres alternancias en lo que va del siglo.
Ese es el INE con el que los ciudadanos esperan contar dentro de unos días.
En favor de la transparencia, las votaciones serán observadas por personajes y cientos de periodistas extranjeros. Recordemos que, en el año 2000, la presencia de Jimmy Carter fue muy importante para que tanto el presidente Zedillo como el candidato priista Francisco Labastida reconocieran rápidamente el triunfo de Fox.

Dependiendo de lo amplia o cerrada que resulte la elección, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) podría conocerse desde la misma noche de las elecciones, aunque las cifras del PREP carecen de validez oficial, ya que su objetivo es señalar tendencias, que los ciudadanos se enteren del resultado aproximado que tendrá el conteo oficial de los votos emitidos lo cual, por supuesto, requiere de más tiempo.
No hay duda de que hemos tenido un proceso electoral inédito, desde el destape presidencial de las “corcholatas” hasta los más recientes actos de campaña, pero ya estamos prácticamente en el día cero.
Este 2 de junio toca a los ciudadanos mexicanos tomar una decisión; y cuando las casillas para votar se hayan cerrado, tocará a las autoridades del INE y del TRIFE contar los votos y gestionar las inconformidades que surjan.
Deberán levantarle la mano a la ganadora o al ganador.
Pero aún hay más, diría Raúl Velasco, porque lo mismo deberán hacer con las elecciones de senadores y diputados. Y los organismos electorales locales, con las elecciones de gobernadores, diputados estatales y alcaldes.
¡UN VERDADERO DESAFÍO!
La democracia exige que quienes resulten perdedores y las autoridades civiles se pronuncien con honestidad sobre el resultado de las contiendas tan pronto tengan los datos ciertos. Que no intenten confundir a los ciudadanos.
¿Seguiremos confiando en las autoridades electorales?… Ojalá que sí.
*El autor es LAE, diplomado en Filosofía y periodista de vasta experiencia. Es académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara.