Son momentos claves de la historia. Entre el debate de izquierda y derecha, las claves implican el cambio de paradigmas donde emergen transformaciones estructurales y geopolíticos del mundo contemporáneo postpandémico y en estado de guerra.
Raúl Tortolero Crespo ofrece su nueva publicación la cual pretende un análisis de los tiempos que vivimos. El analista, perito en política y religión, se define como un católico provida cuya actividad está en auge. Las controversias del mundo y cultura son la especialidad del experto en derechos humanos quien hoy concede una entrevista para nuestros medios. Como afirma Tortolero, entre el socialismo blando global y la pandemia, la humanidad no ha salido bien librada y más bien está enfrascada en una lucha que implica también la realización de una “contrarrevolución cultural”.
Raúl, agradecidos con esta entrevista para nuestros medios acerca de este nuevo libro “Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno”. En primera instancia, ¿Cómo surge y qué inspira esta nueva publicación?
– Muchas gracias por el espacio, estimado Guillermo. La idea de publicar este libro tiene que ver con la necesidad de generar contenidos para construir una nueva derecha y con ello aportar para una Contrarrevolución cultural a nivel no sólo nacional, sino continental.
Esto es urgente porque vemos los avances del socialismo blando en México y en países de América Latina. En Estados Unidos vemos una revolución woke en marcha, con marcada influencia maoísta, de la revolución cultural china. El Foro de Sao Paulo lleva 30 años operando, la CELAC, (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) una década y el Grupo de Puebla tres años. Las izquierdas nos llevan ventaja y están destruyendo nuestros valores, la religión, la vida, las libertades, la propiedad privada, la democracia. Han unificado sus agendas en el marxismo posmoderno, donde caben todas las expresiones contemporáneas. Esto nos obliga a organizarnos. A algunos nos toca contribuir con argumentos, con análisis desde la filosofía política y de la cultura, con propuestas, desde una perspectiva geopolítica.
Aquí hablamos de problemáticas concretas que enfrenta el mundo occidental, particularmente el derivado de la pandemia. ¿Cómo ha trastocado este virus el tejido de sociedades? Al parecer, esta ya se convierte en endemia lo que implica que la enfermedad llegó para convivir con nosotros. ¿Qué ha pasado entonces con los valores occidentales y qué trastocó? ¿Qué hemos aprendido?
-En el libro hago un análisis estructural y geopolítico de algunos aspectos del mundo contemporáneo, en especial de países del continente americano, antes, durante y después de la pandemia, pero no es que ésta sea un eje fundamental que defina los grandes movimientos ideológicos y a los regímenes autoritarios que critico.
No obstante, la pandemia ha sido usada por los gobiernos globalistas para imponer restricciones sanitarias de todo tipo que nos han deshumanizado, aislado, debilitado físicamente y hastiado psicológicamente, y que les son útiles para tener un mayor control sobre los individuos, que es lo que finalmente quieren, al intentar disolver el núcleo familiar natural.
La pandemia sirvió para que líderes progresistas, por ejemplo Trudeau, de Canadá, se revelara como un aprendiz de tirano totalitario, imponiendo estados de excepción que no se veían en décadas, contra los traileros que no estaban dispuestos a someterse a insanos criterios sanitarios que les hacían la vida imposible. En México, la pandemia sirvió para reforzar la idea de que estamos viviendo el socialismo blando, y la vacunación fue un proceso centralizado por el gobierno. No decides tú qué vacuna te aplicas, sino el gobierno. Y hay uniformados con arma larga entre la gente que va a vacunarse. En Estados Unidos tú decides qué vacuna te aplicas y en qué lugar lo haces. El biopoder del que habló Foucault, muy vigente en los manejos de la pandemia, por parte de los gobiernos. Además, vimos el poder suave de Rusia y de China, posicionando la idea de que “nos salvaron” de morir de Covid-19 con sus vacunas, la Cansino, la Sinovac o la Sputnik.
Tu libro tiene importantes e interesantes referencias a la política del presidente Trump en su mandato: sin embargo, tras su salida de la presidencia y la instalación de Biden, ¿No implica que el electorado quedó defraudado del estilo Trump? ¿Cómo hay que interpretar este giro?
-Trump consiguió cerca de 75 millones de votos en la elección de 2020 y esos electores claramente siguen apoyándolo en el movimiento MAGA (Make America Great Again) Trump, pese a sus exabruptos y estilo explosivo, sin duda es el mayor ícono político de la defensa de los valores fundacionales de Occidente. No hay otro líder por encima de este norteamericano, que tenga más influencia entre el conservadurismo internacional. Es todo un referente que no se puede ignorar. Hay que ver que los demócratas no jugaron limpio y se llevaron a cabo unas elecciones bastante desaseadas, como nunca en la historia. Pero el tiempo ha dado la razón a Trump: Biden está haciendo un gobierno desastroso, con una crisis migratoria, con micro y medianos negocios cerrando, con la inflación más alta en muchas décadas, con una salida penosa de Afganistán, con un mega-asistencialismo que derrocha el dinero público en colectivos supuestamente vulnerables que son su base electorera, (1.9 billones de dólares) con un patrocinio del abortismo cruel y masivo, y una agenda LGBT, transexual, y una aplicación a rajatabla de la Teoría Crítica de la Raza. Con Biden los nuevos supremacismos marxistas están de pie: el feminista, el homosexual, el negro, el ecologista. Trump y el GOP (Grand Old Party) van sin duda a triunfar en las elecciones intermedias de noviembre, recuperando la mayoría en la Casa de Representantes como en el Senado. Esto será la antesala para un firme regreso del Partido Republicano con Trump a la Casa Blanca en 2024.
Interesa el caso de México, especialmente a las puertas de una revocación de mandato que refrendaría a AMLO. Tal situación nos hace ver al presidente más bien cuestionado incluso por su particular forma de ver la izquierda, por ejemplo, evadiendo el tema del aborto al cual no le tiene especial entusiasmo, no así la ideología de su partido. ¿Qué decir de AMLO? ¿En verdad ha consolidado un liderazgo latinoamericano?
-Pese a que en México lo conocemos bien y no tenemos una idea nada positiva de su mandato, AMLO sí ha podido ir construyendo un liderazgo internacional, un bloque latinoamericanista rojo, y exportando un socialismo blando globalista sobre todo a través de sus amigos en la CELAC, organización que tiene tripulada ideológicamente, como mediante el Grupo de Puebla, que le opera su canciller, y del Foro de Sao Paolo, donde también tiene fichas. Debido a la pandemia se quedó al frente de la CELAC dos años -2020 y 2021- cuando sólo le correspondía uno, y habiendo ganado el respaldo de la mayoría, se fue al Consejo de Seguridad de la ONU a proponer un Estado Mundial, que es el sueño de las élites globalistas, las devotas del Nuevo Orden Mundial. Para ponerlo en marcha propuso el Plan de Fraternidad y Bienestar, una suerte de impuesto a los ricos. Con el dinero recaudado, se implementaría un mega-asistencialismo a escala mundial que conduciría a que los líderes nacionales que lo apliquen se logren perpetuar en el poder. Todo esto, de la mano de la ONU, que ahora ya convalida tiranos como Maduro, a quien acaban de entregar credenciales de “gobernante legítimo”. En cuanto al tema del aborto, no importa mucho que AMLO pudiera no estar muy de acuerdo, porque la Agenda 2030 obliga a México a aplicar su legalización, y Morena lo impulsa en su agenda, igual que la Suprema Corte, donde también le hacen el trabajo sucio progresista al tabasqueño. En relación al refrendo, es una trampa para ir ensayando un método legal pero con intenciones meta-constitucionales, para perpetuarse en el poder, basándose en que “el pueblo pone y el pueblo quita”, y aplicarlo en 2024, habiendo ya “tripulado” para ese día al INE.
Otro aspecto es este poder suave particularmente de dos países: Rusia y China. ¿Cómo ha influido particularmente en México esta agenda de dos gigantes? Concretamente en tiempos de guerra cuando se opta por las armas en vez de las vacunas.
-Rusia no tiene un gran intercambio comercial con México. Su influencia más reciente y poderosa ha sido la vacuna Sputnik, aplicada masivamente en México. Su poder en general descansa en que es la segunda potencia militar del mundo, luego de Estados Unidos. En cambio, China ya es una hegemonía económica mundial y está construyendo su dominancia militar y cultural. Ya es desde ahora el país con el que varias naciones hispanoamericanas mantienen su principal intercambio comercial, por encima de los Estados Unidos. Tienen un plan para colonizar América Latina –y en realidad al mundo entero- en parte a través de la Nueva Ruta de la Seda. Por ejemplo, Alberto Fernández, el presidente argentino, viajó a ver a Xi Jinping a poner flores en la tumba de Mao, quien fue un carnicero que dejó más de 50 millones de muertos en su país, firmó su afiliación a la ruta de la seda y se trajo 20 mil millones de dólares, para construir una central nuclear, y una termoeléctrica, entre otros proyectos. Así, las soberanías se van entregando a cambio de fondos para reactivar economías endebles como la argentina, popularidades caídas como la de Fernández, y para hacer su campaña con tales dineros y poder reelegirse en 2023, y quizá con cambios legales, luego de eso otras veces más. A China no puede molestarle contar con fichas en nuestro continente que se eternicen en el poder, o que no respeten los derechos humanos. China es una dictadura comunista sin democracia ni derechos humanos. Podrá apoyar a quienes repliquen ese esquema en nuestro continente. Hay varios candidatos: Daniel Ortega, Díaz-Canel, Nicolás Maduro, Gabriel Boric, Alberto Fernández, Pedro Castillo, Xiomara Castro, Luis Arce.
México, en contaste, es de las naciones con altas tasas de vacunación. Al contrario, como argumenta tu publicación, más del 60 por ciento de la población mexicana tiene el esquema completo y de refuerzo contra la covid-19. No parece ser que esto sea un fracaso… ¿Qué opinión tienes al respecto?
-El proceso de vacunación operado por el gobierno socialista blando de Morena fue un desastre, algo caótico y tiránico. En México tú no decides que vacuna te aplicas, como se puede hacer en Estados Unidos, donde ubicas en qué empresa, farmacia o supermercado te la ponen, y cuál marca prefieres. En México todo lo quiere decidir el gobierno, quitando esta libertad al individuo. Y eso que se precian de ser supuestamente “liberales”. Pero no son ningunos “liberales”, sino socialistas.
En Estados Unidos las empresas apoyaron al gobierno y a la población en el proceso de vacunación masiva, lo cual ayuda a hacer todo más ágil. Pero en México el gobierno resentido repudia a los empresarios, por lo que no aceptó liberalizar las vacunas, y mantuvo el proceso centralizado, como buenos socialistas que son. La vacunación hubiera avanzado muchísimo más pronto de la mano de la empresa privada, pero es tal el odio ideológico, que no lo permitieron. Tras muchos meses de demora y una cantidad desconocida de fallecidos e infectados, mucho peor de lo reconocido, se ha logrado vacunar a mucha gente, pero no a la suficiente aún.
Otro punto de interés es esta discusión que tenemos encima acerca de la reforma eléctrica y la reivindicación de la CFE. Describes que La “cuarta transformación” es el socialismo que estatiza y controla… ¿No es más bien el regreso a un modelo típico de un partido único que controló a la empresa? El PRI no tuvo nada de socialista y, por el contrario, su ideología estuvo más cargada hacia el neoliberalismo de estado que controló sectores estratégicos. Eso hizo, en su momento, Adolfo López Mateos.
-El PRI tuvo mucho de socialista. Innegablemente, sobre todo, desde los tiempos de Lázaro Cárdenas, uno de quienes hoy el gobierno tiene como ídolo. El esquema tradicional de ese partido se basaba en la unión de sectores que tenía también el partido comunista ruso en su tiempo. La suma de obreros y campesinos es fundamento del marxismo clásico. Ahora bien, cuando Morena y su supuesta «transformación» hablan de “soberanía”, primero, están mintiendo. Porque ni los países más ricos tienen una “soberanía”, entendiendo por ésta una autosuficiencia en todos los sentidos, alimentaria y energética. No la tiene Estados Unidos, ni Japón, ni China. Mucho menos la tiene México. Es decir, todos compran productos del extranjero. Una soberanía al 100% sería no comprar nada del extranjero, todo poder producirlo uno mismo como país.
La soberanía energética, entrando en esa materia en específico, ha sido planteada como una supuesta “soberanía nacional”. Esto es, que los mexicanos, la empresa privada tanto como el gobierno, pueden invertir e invierten en energía. Pero no es así. La aspiración del socialismo blando es que todo ese sector dependa únicamente del gobierno, que no haya inversionistas privados. Y a esto se le llama estatización, es decir, socialismo. Los fundadores de Morena, incluyendo a AMLO, provienen de ese PRI izquierdista, que añora las proezas de Lázaro Cárdenas, y su problema es contra los tecnócratas del PRI a partir de 1982, cuando llega a la presidencia Miguel de la Madrid. Pero con el viejo PRI no tienen ningún problema y prueba de eso es la presencia de Manuel Bartlett como cabeza del sector energético, justamente. Como conservadores estamos de acuerdo con los gobiernos que buscan generar una soberanía energética, pero no hay motivos para rechazar la inversión privada de mexicanos, e incluso de extranjeros, en un porcentaje menor al 50%, y con transferencia de tecnología. Esto no significa en ningún sentido “saquear” al país, sino impulsar su desarrollo.
Asistimos a una nueva reconfiguración del mapa geopolítico. Después de la pandemia, surge Rusia ahora con un poderío militarista y teniendo a China como potencial aliado. Una pregunta es interesante. Rusia no es precisamente un modelo de socialismo ni China es tan comunista como parece. Más bien hablamos de un capitalismo de estado. ¿Qué decir de lo anterior?
-Rusia ya desde mucho antes de la pandemia era una potencia militar, nuclear, la segunda del mundo, con más de 6 mil 300 ojivas. Sin embargo, su economía es débil, y sólo equivale a la economía que por ejemplo Texas representa como estado por sí mismo. China en cambio ya es una dominancia económica, pero no aún militar ni cultural. Entonces, no tanto después de la pandemia, sino ahora con el conflicto Rusia-Ucrania, es válido hablar del proyecto Eurasia, que tanto ha expuesto ya Alexander Dugin, uno de los principales cerebros detrás de Putin.
El principal objetivo de esta guerra sería fortalecer este nuevo bloque en lo geopolítico y sobre todo en lo financiero, ofreciendo enormes, gigantescas ventajas a empresas occidentales para abandonar el SWIFT, el sistema de pagos trasnacionales bancarios occidental, para cambiarse al CIPS, el sistema chino, para lo cual se debe “desdolarizar” la economía, y empezar a usar por ejemplo, yuanes y su versión electrónica. De esta manera, las sanciones a Rusia pudieron haber sido calculadas con años de anticipación por Putin, y podrían serle beneficiosas en el sentido específico de que se diera ese gran salto a un bloque financiero no controlado por Estados Unidos y no basado en el dólar.
Rusia dejó de ser, efectivamente, comunista desde hace mucho, desde 1990, aproximadamente, cuando cae la URSS. Sin embargo, a nivel geoestratégico mantiene fuertes vínculos con sus países antes satelitales, por ejemplo, en América, con Cuba, y Venezuela, dos conocidos ejemplos de dictaduras socialistas. En el caso de China, sí es un país con estructura política comunista: un partido que controla todo, no hay democracia, no hay partidos, no hay elecciones libres, no hay derechos humanos, no hay las mismas redes sociales que en Occidente, no hay libertades individuales, las empresas son en su mayoría controladas por el Partido Comunista Chino, se persigue a los opositores, incluso se les ha masacrado. En la parte económica, sí se trata de un capitalismo salvaje, que paradójicamente es construido aplastando los derechos laborales del trabajador, aquellos que se reconocen como legítimas conquistas de las izquierdas occidentales. Aquí el tema es nacionalistas contra globalistas, por simplificar. Aunque China tiene su propio esquema globalista rojo, cuyo brazo es la nueva ruta de la seda, que se extiende por Asia, África, Europa y América Latina.
En torno a este conflicto que mantiene en vilo al mundo, una de esas cosas que llama la atención es Trump quien afirmó que Putin es un estratega tomado una decisión inteligente. Ahora, los republicanos conservadores se desmarcan de Trump. ¿Pragmatismo o acomodaticia conveniencia?
-Trump dijo que Putin era un tipo brillante y todos sabemos que el ruso es un ajedrecista que considera las siguientes 15 jugadas antes de moverse. Pero Trump nunca ha apoyado esa guerra. Incluso dijo en su discurso en la CPAC de Florida, estar elevando sus oraciones por la gente de Ucrania. A nivel geoestratégico, a Trump le convenía acordar y un buen trato con Putin, de manera que éste no buscara hacer bloque, el proyecto Eurasia, con China. Iba todo bien, pero luego vino Biden, y la conocida rusofobia de los demócratas y de los globalistas, intensificó las cosas en Ucrania.
Finalmente, ¿Qué vislumbras de esta nueva situación? Rusia, ¿tiene esta justificación para llevar adelante su revolución conservadora donde nacionalismo, familia, fe e Iglesia son columnas principales? ¿Cómo queda México en esta nueva conformación?
La situación es mucho más profunda y compleja de como la pintan los medios globalistas occidentales, para quienes sólo hay buenos y villanos, y en este caso Putin es el gran villano de la película. Pero evidentemente, hay muchos más factores a tomarse en cuenta, como las presiones y el expansionismo de la OTAN, los laboratorios biológicos de Estados Unidos en Ucrania, la presencia de Soros y sus fundaciones en esa región, el descabellado proyecto de poner armamento nuclear ahí, en la zona de influencia rusa, y el hecho de que hay amplias zonas -además de Crimea- donde hay mayorías rusas y la voluntad popular es reintegrarse a Rusia.
Zelensky hoy es vendido como el gran héroe, cuando su agenda es la del progresismo e incluso la gente lo rechaza. Ambos bandos deberán llegar a un acuerdo que parece va avanzando en el que la OTAN y la Unión Europea desisten de integrar a Ucrania en sus filas. Posible que Ucrania quede dividido en dos, la parte este y sur para Rusia y el resto para los globalistas occidentales. De alguna manera ya los rusos tomaron esas dos zonas y no se van a salir tan fácil. Las sanciones financieras tendrán que irse distendiendo poco a poco. Técnicamente sí, Putin es nacionalista, no globalista, católico ortodoxo y contrario a la agenda LGBT y a la perniciosa ideología de género. El tema con él es el autoritarismo, la ausencia de democracia liberal auténtica, y elecciones libres, aunque tiene una aprobación espectacular de más del 80% y hasta cerca del 90% en algunas encuestas.
¿Dónde podemos conseguir tu libro y qué sigue para Raúl Tortolero?
-El libro impreso está ya disponible y nos pueden contactar por mis redes sociales (en especial por twitter), y la versión digital la pueden comprar en todo momento en Amazon. Estos meses siguientes voy a estar ofreciendo conferencias sobre mi libro y temas afines en diversos estados de México. Ya estoy invitado a varias ciudades y aceptaré todas las invitaciones posibles para presentarme donde la gente lo pida. Lo mismo para ciudades fuera de México. Estaré viajando a Estados Unidos y en España, Colombia, Chile y Paraguay, me han invitado ya a exponer sobre la Contrarrevolución cultural. Muchas gracias.