«Hay, sin embargo, casos verificados de contagios de sacerdotes y religiosas que, por temor o desidia, no se comunican ni a las autoridades civiles o sanitarias locales».
01.07.2020 | Felipe Monroy – VCNoticias
Ciudad de México.- El Centro Católico Multimedial (CCM) publicó su 4to Reporte Nacional de Clérigos y Religiosos fallecidos en México por Afecciones de COVID-19, en él detallan el acumulado de decesos desde abril pasado que asciende a 41 católicos entre presbíteros, diáconos y religiosas. Se trata de una investigación compleja que ha debido enfrentarse a las dificultades de reserva, negación y temor institucional por parte de algunas instancias eclesiásticas que aún no saben cómo lidiar con el tema.
El sacerdote paulino Omar Sotelo y el abogado Guillermo Gazanini realizan el permanente compendio de información del COVID en la Iglesia mexicana; de hecho, el CCM ha sido la única organización que compendia a detalle los crímenes y atentados contra ministros de culto en México, un esfuerzo que ha sido valorado y reconocido tanto en México como en el extranjero. Con todo, la recopilación de información no ha sido nada sencilla.
«Esto depende de cada diócesis. Generalmente, quienes colaboramos en el CCM estamos dando seguimiento a redes sociales, sitios web y diversos medios de difusión en las provincias eclesiásticas. Al saber del deceso de un sacerdote o diácono, el director del CCM contacta inmediatamente a los representantes de comunicación social para tener datos y conocer cuáles fueron las causas del deceso particular. Algunas veces hemos topado con la duda de saber si fue un caso genuino de coronavirus por la simple razón de que no hubo pruebas que lo confirmaran, pero el paciente observó toda la sintomatología que le arrebató la vida. Otras diócesis han sido más claras, en sus medios difunden la identidad del sacerdote y lo afirman con todas sus palabras: ‘murió por covid-19’. Por otro lado, otra vía abierta es la comunicación directa con el CCM, evidentemente con las pruebas que soporten que una persona falleció por este mal», comenta Gazanini en entrevista para VCNoticias.
Sotelo añade: «La pandemia que estamos viviendo es algo que llegó y sorprendió a muchos; creo que nadie estaba preparado para algo así. La diócesis maneja su información y creo que son cuidadosos. Respecto a los sacerdotes y religiosos contagiados, en algunos casos, hay falta de información e incluso negación de los misma. Este hecho no es mal intencionado -o al menos eso quiero creer- sino producto de un fenómeno inédito y por desgracia también por la presión mediática».
Los especialistas confirman en que, la mayoría de las instituciones eclesiásticas tienen buena disposición para comunicar la realidad en sus territorios; sin embargo, «por la naturaleza de los hechos, existe temor para hablar del tema, pero ello fue al principio. Actualmente, hemos encontrado menos resistencias y la comunicación al respecto ha mejorado».
Gazanini abunda: «Algunas arquidiócesis sí tienen una buena disposición y apertura. Reconocen incluso al sacerdote fallecido haciendo una breve biografía y su ministerio a manera de reconocimiento. Recuerdo especialmente al obispo de Atlacomulco, Juan Odilón Martínez García, quien pronunció una sentida homilía por el padre René Flores Colín. Fue muy claro al comunicar que la diócesis había perdido a uno de sus mejores elementos en ese presbiterio. Así hay otros ejemplos, como en Puebla o Morelia. Pero hay otros casos que incluso negaron el coronavirus, sólo por la presión mediática y estos informes, se logró reconocer que los casos eran auténticos».
El sacerdote Sotelo confirma: «No puedo negar que existen casos, muy pocos, en donde ha sido difícil lograr una comunicación directa o simplemente se niega la existencia del fenómeno, esto, posiblemente por temor, ignorancia o presión mediática como ya lo comentaba, ello lo pudimos constatar en el caso de un convento de religiosas en Veracruz».
Hasta hace 15 días, los datos del Tercer Reporte del CCM confirmaban 24 sacerdotes, 4 diáconos y 2 religiosas vítimas mortales del COVID; ahora, en el 4° Reporte se acumulan pérdidas humanas en las arquidiócesis de Morelia y de Acapulco además de las diócesis de Tlaxcala, Culiacán e Izcalli. La pandemia en México parece no dar tregua y, los expertos temen que los decesos continuarán sucediendo en todos los grupos humanos.
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Pero ¿tienen las diócesis problemas para conocer el estado de salud de sus sacerdotes diocesanos o de los miembros de las congregaciones religiosas?
«Es una pregunta complicada porque cada diócesis es un mundo y cada una se maneja de manera distinta. Sin embargo, en el transcurso de la investigación nos hemos topado con casos en donde los sacerdotes han tenido complicaciones derivadas por la tardanza en su atención médica y ello responde -en algunos casos aclaro- a que los seguros médicos de los sacerdotes o no estaban al corriente o simplemente no cubren este tipo de afecciones. El tema es complejo, por lo que no se puede generalizar», aclara Omar Sotelo.
Gazanini considera que en este tema hay más preguntas que respuestas: «Se supone que cada arzobispo y obispo debe contar con un responsable diocesano capaz de tener línea directa con él y, a su vez, conocer el estado de salud del presbiterio. Se entiende que esta comunicación debería ser transversal. El problema es la fragmentación de planes de salud y seguridad, no todos son uniformes. En un presbiterio reducido, el obispo debería tener contacto inmediato; pero, en un lugar donde operan quizá miles de presbíteros, no es así. Existe este problema, no hay un conocimiento fidedigno del estado de salud de los sacerdotes en las diócesis mega«.
Y el tema de los presbíteros y diáconos apenas es la mitad del problema: los centenares de comunidades y congregaciones religiosas viven una relativa autonomía del obispo diocesano debido al estado jurídico que mantienen en la Iglesia católica: «El caso de las religiosas de Veracruz fue muy aleccionador -comenta Gazanini-. Las autoridades eclesiásticas negaron que Sor Lourdes había fallecido por el virus, pero las hermanas nos confirmaron el contagio, vivieron un viacrucis en plena Pascua, la mitad de la congregación vivió infectada. Los responsables de la diócesis no lo reconocieron. Así hay otros casos, por lo menos dos congregaciones, una femenina en la diócesis de Azcapotzalco con posibles contagios, y otra masculina en la arquidiócesis de México con un sacerdote muy grave en el Hospital General. ¿Sabe el vicario de religiosos esta situación? ¿Conoce quiénes son? ¿Hasta dónde han intervenido los obispos? Esas son preguntas aún sin responder».
Ambos investigadores reflexionan sobre la importancia de una comunicación clara, oportuna, responsable, orientada en el bienestar y la dignidad de los sacerdotes y las religiosas contagiados por el virus, víctimas mortales de la pandemia y sus familiares: «Lo mejor sería un criterio de transparencia. Aún falta mucho, debemos entender que las cosas han cambiado». Hay, sin embargo, casos verificados de contagios de sacerdotes y religiosas que, por temor o desidia, no se comunican ni a las autoridades civiles o sanitarias locales.
Para el sacerdote Omar Sotelo, la pandemia ha provocado un despertar en la Iglesia y la ubica en una realidad dura de entender: «No la esperábamos. Eso no dice con claridad de que debemos cambiar nuestra forma de vivir como sacerdotes y la relación que debemos tener, no sólo con los fieles, sino entre nosotros mismos, sacerdotes y obispos. Yo creo que ello nos ayudaría, en definitivo a entendernos, a ayudarnos y a querernos como hermanos sacerdotes. Eso seria muy importante para el ministerio actual».