Presentado a la Iglesia de México, los obispos ahora tienen una tarea que no es menor ante la erosión de las instituciones familiares y el descenso de los matrimonios en México, particularmente afectados en la pandemia del covid-19. Como sabemos, y a diferencia de otros a países, en México el contrato civil y el sacramento eclesiástico, así como las ceremonias religiosas matrimoniales, no tienen las misma validez y efectos sociales.
En cuanto al primero, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía -INEGI- publicó, el 30 de septiembre de 2021, un particular diagnóstico que refleja cifras llanas y frías de la crisis del contrato matrimonial. De acuerdo con ese organismo, en 2020 se registraron 335 563 matrimonios que, en comparación con el 2019, implicó una disminución del 33.5%. Los mismos datos del INEGI muestran una caída sostenida en el número de matrimonios. En 2012, se celebraron 570,954; en 2019, 335,563. Estas cifras reflejan dónde hay celebraciones: Se casan más en Coahuila y en la Ciudad de México, lo hacen menos personas. A esto, se suma otra crisis, la de los divorcios: “Por cada 100 matrimonios en 2019 ocurrieron 31.7 divorcios, relación que se duplicó en la última década”.
Hasta donde se sabe, la Iglesia católica en México no tiene un compendio global de las arquidiócesis y diócesis acerca del registro de libros matrimoniales, mucho menos de una digitalización. Desafortunadamente, la información es muy fragmentada y, en muchas ocasiones, la compilación parroquial es desorganizada y opaca. De existir sería buen indicador, además de tener datos objetivos sobre el real aprecio del sacramento del matrimonio y qué peso tiene en la vida de los creyentes.
Sin embargo, la presentación de los “Itinerarios” ofrece una perspectiva urgente que llama la atención de los especialistas en ciencias de la familia y de los obispos al observar que la actual pastoral del matrimonio ya dio lo que tuvo que dar. La Dra. Gabrielle Gambino fue la encargada de los aspectos relevantes que ahora deben implementarse para ver la resurrección del matrimonio, no como meta de celebración y mejor ser proyecto de vida a la santidad. La subsecretaria del pontificio dicasterio reconoce que los obispos fallaron de alguna forma en el acompañamiento de los matrimonios.
Gambino dice que el documento de los Itinerarios es “revolucionario” porque trata de involucrar a la comunidad para acompañar a las parejas y matrimonios en crisis. La actual pastoral se conforma todavía de una serie de pláticas presacramentales en orden a la celebración y, después, dejar a los cónyuges a su suerte; ahora quieren implementar un giro significativo a través de fases y una preparación más consciente para forjar estilos de vida, no ceremonias pasajeras. Reconoció otra falla, ahora práctica común: las nulidades matrimoniales provocadas por la defectuosa pastoral y el ausente cuidado de los pastores que toleraron, por negligencia y deficiente competencia, matrimonios que jamás existieron.
Así como se ha impuesto en la catequesis una idealización de estado consagrado e incluso se invita a los niños y jóvenes a abrazar la vida sacerdotal como vida sublime y perfecta, esta nueva pastoral del matrimonio pretende rescatar lo que se había olvidado: Que el matrimonio es vocación. Actualmente en una gran mayoría de los cónyuges, este ideal no tiene un sentido muy claro para que el matrimonio sea estilo de vida, más que carga donde pesa la ausencia de la estima mutua.
Gambino resaltó claves para resarcir el tejido social. Tomar en cuenta a cada familia en la estructura de las parroquias como protagonistas en las comunidades con vocación y misión bajo acompañamiento permanente en un hecho eclesial no meramente ceremonial.
Los “Itinerarios” parecen el salvavidas que se arroja en el mar de la crisis de estas instituciones. Parafraseando a Chesterton, la actual pastoral del matrimonio y sus engorrosos trámites están atascados en un lenguaje aburrido, polvoriento, anticuado, rígido y torpe en mano de los célibes inexpertos en la vida de familia y de la pareja. Y el mismo pensador lo confirma cuando dice: “El mundo ha olvidado que fundar una familia es mucho más grande que disfrutar del sexo entendido en el sentido limitado…”
Párrafo lapidario. La Iglesia, en cierto sentido, también olvidó el sentido de fundar una familia, en sus virtudes y potenciales consecuencias. Y estos “Itinerarios” parecen la respuesta a la urgencia de la nueva pastoral para advertir que el matrimonio es más que una celebración de algunas horas. Es consorcio de vida para la vida.
El matrimonio se hunde, Iglesia replantea estrategia pastoral
Estimado Sr. Gazanini
Si bien es loable que se den cuenta que algo falta a la pastoral para los matrimonios. Es una pena que piensen que «Parafraseando a Chesterton, la actual pastoral del matrimonio y sus engorrosos trámites están atascados en un lenguaje aburrido, polvoriento, anticuado, rígido y torpe en mano de los célibes inexpertos en la vida de familia y de la pareja.»
Entonces, ¿el ejemplo y enseñanza de lo santos célibes para el matrimonio y la familia no sirven? Por ejemplo las enseñanzas de San Juan Crisóstomo o San José Manyanet por mencionar algunos pocos.
¿Por qué se insiste en solucionar «descubriendo el hilo negro» sin recurrir a la Tradición y al Magisterio?
¿Por qué dejar en manos de matrimonios la preparación de los contrayentes?…. ocurrirá lo mismo que con el Catecismo… si uno ve la vida personal de quienes realizan dicha labor de enseñanza se encuentra con muchas cosas que no son dignas de Dios y al sacerdote siendo un mero administrador en realidad de un acompañante en la vida espiritual en miras de la santificación. No digo que no se puedan ayudar en los matrimonios que vivan la castidad a la que es llamado todo católico, diferente según su estado, pero que la vivan, matrimonios que tengan viva su Fe por medio de la oraci´ón en familia, frecuencia de sacramentos y modelo en la sociedad de virtudes cristianas, OJO, digo virtudes cristianas no valores morales.
Por último, yo tengo, por la gracia de Dios, 28 años de casada y lo mejor que puedo decirle es que, gracias al sacerdote que nos acompañó, nos guió y nos educó en la vida de santidad dentro del matrimonio, hemos podido sortear las dificultades propias de este estado. Siendo que muchos laicos «preparados» daban pláticas en las parroquias… pláticas inútiles porque no es el discurso o la forma en la que visten/presentan el mensaje es que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre y ése sacerdote lo sabía transmitir porque practicaba lo más importante: el Amor a Dios
Es que el matrimonio católico está hecho para gente que tiene fe y la practica. Los bautizados que no han vuelto más a una iglesia, no están capacitados para que un matrimonio dure toda la vida.
Buenos días: yo después de haber leído el artículo me atrevería a ir más allá. La crisis verdadera es la fe. Me refiero a que a la gente de hoy en día, sobre todo creo que en occidente, la fe no les interesa, Dios no les hace falta, ni siquiera se preocupan por si existe o no. Viven sus vidas con otros valores, que aunque chocan con los cristianos, ellos piensan y creen que les hacen felices. Hola gente no tiene necesidad de creer en un dios que se hace hombre, que nace de una mujer virgen, que hacía milagros y resucitó tras la muerte. Hoy la gente no se lo cree.Creen en Jesús de Nazaret como un hombre que pasó por el mundo haciendo el bien, pero nada más. Hoy la gente no se cree nada del anuncio de la Iglesia, de los dogmas, de su moral, etc. Y aquí me pregunto ¿quién tiene la culpa de todo esto? La Iglesia, y cuando hablo de Iglesia me refiero a todos los bautizados no solo a la jerarquía. Quizás hemos perdido la capacidad de acercar a Dios a los hombres y mujeres, a sus vidas, a sus necesidades más profundas.