Editorial CCM / La liberación del Informe Sauvé en Francia incita nuevamente la dura situación de una realidad que se niega a desaparecer en la Iglesia. El voluminoso documento ordenado por la Conferencia Episcopal Francesa tuvo su antecedente en 2018 cuando los obispos y religiosos franceses dieron la comisión a Jean-Marc Sauvé, vicepresidente honorario del Consejo de Estado, la investigación independiente para conocer la realidad de los abusos sexuales en la Iglesia católica con tres objetivos: conocer los hechos, comprender lo sucedido y prevenir la repetición de esos delitos.
Ese voluminoso documento de casi dos mil páginas derivó en más de 40 recomendaciones a la Iglesia francesa para impedir y prevenir la comisión de delitos y abusos sexuales. Las cifras son escandalosas como controvertidas: en los últimos 70 años en Francia, hubo entre 2 mil 900 y 3 mil 200 pederastas que abusaron de 216 mil menores entre 1950 y 2020, cifra que asciende a 330 mil al tomar en cuenta a los empleados y colaboradores laicos involucrados en delitos semejantes.
Los hacedores del Informe Sauvé reconocen que la Iglesia ha dado pasos importantes en la prevención de los abusos, sin embargo, las medidas han sido aplicadas tardíamente sin equidad o rigor: “No hay vuelta de hoja”, los resultados deben llevar a que el futuro no se construya “negando o enterrando la dura realidad” y considera “vital” otorgar justicia a los hombres y mujeres que han sufrido en cuerpo y espíritu, la violencia al seno de la Iglesia católica.
Parece lejana una solución a los crímenes sexuales y la realidad de abusos en la Iglesia parece ser más severa que nunca. Lamentablemente, las autoridades eclesiásticas no han tenido la suficiente capacidad para resolver las situaciones y sólo el escándalo de estos reportes propician momentáneas inclinaciones para tener la firme determinación de reparar los daños y denunciar tropelías de décadas… sin éxito aparente.
Informes han sido presentados como las mismas y devastadoras consecuencias. El triste y célebre Reporte Ryan de la Comisión creada por el gobierno irlandés para investigar los abusos físicos, psicológicos y sexuales cometidos contra niños y adolescentes en 1999 tomó casi una década de investigaciones sobre esos delitos. En mayo de 2009, los resultados se aglutinaron en cinco volúmenes que describen los castigos físicos severos de los clérigos encargados de las instituciones caritativas para niños y adolescentes dadas a la Iglesia por encargo del gobierno irlandés. El Reporte Ryan, como lo hizo el reciente Informe Sauvé, concluyó que los abusos sexuales fueron un problema crónico que no fue manejado de forma apropiada y lo mejor que pudieron hacer estos grupos fue encubrir a los delincuentes. En pocas palabras, la seguridad de los niños no fue prioridad.
Y en la Iglesia mexicana, una realidad similar falta por descubrirse, Recientemente en una entrevista, el nuncio apostólico en México, Franco Coppola, admitió que ocho obispos mexicanos estarían bajo investigación por el presunto encubrimiento de delincuentes sexuales. Según Coppola, en los “últimos años” se denunciaron a 328 sacerdotes y de estos, 134 fueron hallados como delincuentes seriales. Antes de la aparición del Informe Sauvé, el nuncio Coppola dijo que “no hay estadísticas generales para saber cuánto es, seguramente es una muy pequeña parte, pero gravísima de todas maneras”.
Aunque se han pretendido dar cifras de los abusos, la realidad es que la Iglesia mexicana no tiene bases contundentes que den una radiografía precisa del problema.
La desarticulación entre instancias diocesanas, religiosas y la libre discrecionalidad de algunos obispos son de los problemas que impiden un diagnóstico, además de que la justicia canónica es un “elefante reumático” cuya opacidad es el principal elemento para llegar a la verdad. Sin una colaboración efectiva con autoridades civiles y penales, a esto se suma la impunidad en la que viven muchos delincuentes alojados en congregaciones religiosas bajo el fuero del encubrimiento que los obispos no pueden tocar. ¿Podría llegar el día de un informe similar en México? Esa es una probabilidad muy lejana para nuestra realidad.
Informes existen y las evidencias, contundentes. No basta decir “es devastador”. La pregunta es ¿por qué siguen sucediendo? ¿Existen mafias clericales encubridoras de delincuentes sexuales? ¿Hasta dónde llega el horror?
http://ccm.org.mx/2021/10/el-informe-sauve-el-horror-de-los-abusos/
Yo pienso como Jesús Fuentes. Es un informe hecho por enemigos de la Iglesia y para atacar la Iglesia.
Esos números es imposible que sean ciertos. Si hay unos 3000 abusadores, para que haya 210,000 víctimas cada uno tendría que haber abusado de media de 70 jóvenes. De media, teniendo en cuenta que en muchos casos suele haber una sola víctima tendrías que tener a casi la mitad de esos cometiendo atrocidades con 140-200 jóvenes.
No es creíble. O el número de víctimas o el de criminales está mal contado.