Dicen que para no ofender a los demás y en nombre de la tolerancia, expresar ¡felices fiestas! Es mejor visto como un gesto de cortesía y de lo políticamente correcto…
Ya el Papa emérito Benedicto XVI disertó sobre esta tensión entre la gracia de Dios y la libertad humana en una postura moralizante, bondadosa y cortés que trata de “destilar” las implicaciones de la Salvación en Jesucristo para no “ofender” a los demás por hacer de la Navidad una fecha de puros buenos deseos sin Dios.
En el Belén, la representación del nacimiento del Salvador, dos animales son testigos mudos del hecho. Un asno y un buey. Los evangelios nada dicen de un establo y los animales, pero la reflexión del texto de Isaías 1, 3 nos remite a lo que la tradición ha puesto en la Navidad: «El buey conoce a su amo y el asno, el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende»
Benedicto XVI explica esta íntima conexión entre esos animales de establo y la humanidad a la cual representan “desprovista de entendimiento, pero que, ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver…” Si el buey y el asno eran la representación de judío y gentiles, de la humanidad entera, ahora dividida entre progres y ultras, conservadores y liberales, radicales y reaccionarios, de derechas e izquierdas, tienen de nuevo esa actualización en esas bestias.
La noche santa del nacimiento de Nuestro Señor marcó un antes y después en la historia de la humanidad. Esa noche, los pastores fueron envueltos por la claridad y la gloria que anunció la encarnación de la Palabra, el Verbo del Padre. ¡Gloria a Dios en el cielo!
Un preclaro texto del Papa emérito Benedicto XVI nos hace percibir un barrunto de esa ocasión inigualable: “La «gloria de Dios» no es algo que los hombres puedan suscitar. La «gloria» de Dios ya existe, Dios es glorioso y esto es verdaderamente un motivo de alegría: existe la verdad, existe el bien, existe la belleza. Estas realidades existen -en Dios- de modo indestructible”.
¡Volvamos a Belén! Ha dicho el Papa Francisco esta Nochebuena 2021: “Es el desafío de la Navidad: Dios se revela, pero los hombres no lo comprenden. Se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos buscando la grandeza según el mundo, quizás incluso en su nombre. Dios se agacha y queremos subir al pedestal. El Altísimo indica humildad y pretendemos aparecer. Dios va en busca de pastores, de lo invisible; buscamos visibilidad, ser vistos. Jesús nació para servir y pasamos años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior”.
Que la Navidad sea el redescubrimiento de este gozo inagotable. “Desde aquel momento hasta ahora, el canto de alabanza de los ángeles jamás ha cesado. Continúa a través de los siglos siempre con nuevas formas y, en la celebración de la Natividad de Jesús, resuena siempre de modo nuevo…” que resonará hasta el fin de los tiempos.
Desde este blog, a todos: ¡Feliz Navidad!