El arzobispo Aguiar cumple 50 años de vida sacerdotal. Para este blog, que ha seguido la trayectoria del gris arzobispo quien prefiere más los reflectores en el extranjero y permanecer en el bajo perfil en casa, no podía pasar desapercibido este aniversario. Implica un festejo agridulce. Dulce por las alabanzas al festejado, agrio por un aniversario que no es inmaculado en un arzobispado triste, ausente y cada vez más maltrecho.
Aguiar celebra este sábado sus 50 años. El 22 de abril de 1973, un joven Carlos, patilludo y entusiasta, hijo de la época de la convulsión postconciliar, era ordenado por la imposición de manos de Adolfo Suárez Rivera. Hoy su aniversario llega en el invierno de su vida. Sin embargo, la celebración planeada este sábado 22, medio siglo después no tiene igual entusiasmo como cuando la catedral de Tepic vio el nacimiento del nuevo sacerdote. Dicen que su primer destino fue un lugar muy pobre, pero poco le duró. Fue enviado a Roma.
Hoy, en su misión pastoral, el recuerdo de ese hecho es más bien impuesto que agradecido. Frío y exclusivo. No es el gesto sincero del pueblo santo de Dios que lleva lo que sea para convivir en torno al pastor. Se dice que los vicarios episcopales hicieron esfuerzos a más no poder para animar a los sacerdotes para celebrar con su cardenal. ¿Cómo obligar a lo que no se ama? Incluso se habla de acarreo para llenar las mesas en plaza mariana. ¿Laicos? Los que sean invitados y paguen los 800 pesos del cubierto para el agasajo. ¿Y qué regalar? ¿Un sincero ramillete de oraciones y rosarios? Alguien tuvo una idea que, de ser confirmada, sería igual de triste como indignante. Un sobrecito, generoso y bien cerrado. Una pequeña fortuna para mostrar la estima al obispo amante de los placeres del mundo. Por lo menos, agradecer por su sacerdocio con algo más útil que los tesoros del cielo. Y a pesar de que los medios paleros que se desviven por la comodidad zalamera difundieron la oración de acción de gracias por ese aniversario, pocos han sido lo que de verdad han tenido una sincera actuación devota para que Dios ilumine la mente de un arzobispo ausente.
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Seguro quienes estarán en el besamanos y haciendo alaraca de su amistad con Aguiar son los cada vez más cuestionados sacerdotes que él ha encaminado según su imagen y semejanza. Ya se les conoce como los Aguiar Boys, un detestable grupo que tiene arquetipos muy identificados de prepotencia y arrogancia. A la manera de los mirreyes, estos recién ordenados presumen ante sus comunidades de la selecta amistad con su arzobispo en un notorio influyentismo provocando la ira de las comunidades que, en lugar de tener pastores humildes como Cristo, tienen por párrocos a déspotas ensoberbecidos, juniors clericales altaneros. Uno de ellos, por ejemplo, está en el ojo del huracán. Se trata del padre Daniel Morquecho. Ordenado en 2021 colaboró cercanamente a Aguiar. Su destino en una parroquia de la tercera vicaría ocurre en medio de las graves acusaciones hechas contra el joven aguiarista por violar el sigilo sacramental denigrando a los fieles y circulan en redes sociales. A pesar de las acusaciones, como todo en la arquidiócesis de México, se premia a los infractores y se denigra a los sacerdotes decentes y trabajadores. Morquecho sigue como si nada. Lo peor del asunto es la forma como hace gala de su amistad con Aguiar, como de los exclusivos con derecho de picaporte en la residencia del señor arzobispo.
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No deja de sorprender cómo cambian las cosas y se echa mano de la conveniente amnesia histórica. En estos días de gozo por el medio centenario, el influencer y youtubero canónigo de catedral, José de Jesús Aguilar, hizo una comedida entrevista al pastor. Los adjetivos al festejado son excesivos como empalagosos: líder, hombre de fe… Una conversación que quiso exhibir “luces y sombras” que, en realidad, fue más de de inciensos y libaciones.
Hoy Aguiar y Aguilar se encuentran cara a cara. Para el sacerdote, el oportuno olvido fue de los mejores recursos para congraciarse con el arzobispo. ¿Por qué? Hace dos años, en medio del confinamiento, José de Jesús Aguilar envío un mensaje a los obispos auxiliares con acuse a Aguiar: “Me preocupa mucho la ausencia y lejanía del cardenal que debería ser el más cercano en este tiempo. No me refiero a una cercanía corporal, sí a una cercanía de presencia, acompañamiento e iluminación en los momentos que estamos viviendo. Creo que es en los momentos de más oscuridad, de incertidumbre, de desesperanza, de enfermedad y muerte cuando tiene que estar más cerca el pastor para que la oveja pueda decir ‘Aunque camine por cañadas oscuras, el pastor está conmigo… Los laicos y los sacerdotes necesitamos de ese pastor”. Más adelante afirma: “En el caso de nuestro pastor, parece que desapareció y dejó solo a los auxiliares para presidir la eucaristía…” Incluso, el canónigo se atrevió a dar una recomendación al desaparecido prelado para que, mínimo, tomara el teléfono para llamar a los sufrientes. Aguilar decía: “¿Qué pasaría si el cardenal, que tiene el directorio de todos los sacerdotes, le llamara por teléfono a unos 10 sacerdotes por día? Quizá hasta más. Seguramente los lazos se acercarían y se sentiría más su presencia”. No sólo eso, Aguilar incluso aventuró que el arzobispo estaría muy desinformado de la realidad arquidiocesana y de las necesidades de sus sacerdotes. Y dijo: “Yo no tengo la forma de comunicarme con él, pero espero que alguno de ustedes pueda hacerle llegar este mensaje para que no sea su ausencia la que se note sino mas bien su presencia…”
Ahora, el canónigo tuvo de frente al arzobispo ¿Cómo ver a la cara a un hombre al que le dijo ausente y perdido? ¿Cómo fue la disculpa y el perdón? ¿Colgarse de la sotana canonical para realzar la demeritada figura arzobispal? O ¿Cuál fue el quid pro quo que ahora tiene al buen canónigo como un intocable incluso patrocinando jugos y concentrados de agave como fórmulas milagrosas que vende en la misma sacristía de su parroquia en Serapio Rendón número 5, templo del cual parece inamovible? Borrón y cuenta nueva. Quizá una laguna en la mente. O cumplir con el derecho de pisa, así, de pisa, que tanto agrada al arzobispo…
Refresquemos la memoria con ese particular mensaje aquí…
Felicidades al Primado