Editorial Centro Católico Multimedial. Sociedad de San Pablo, mea culpa, renovarse o…

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Editorial CCM / El 29 de mayo, la Sociedad de San Pablo inició el XI capítulo general que concluye este domingo 19 de junio. Teniendo por lema «Sean transformados por la renovación de su mente» (Rom 12, 2), uno de los principales frutos es la elección de las nuevas dirigencias que conducirán a la Sociedad en medio de los retos de comunicación de esta difícil era de cambios y turbulencias, agudizados aun por la pandemia, las crisis económicas y la apremiante situación de descristianización infectado igualmente por la inducción de extrañas ideologías que pretenden contrarrestar el mensaje de Salvación.

El capítulo es realizado cada seis años, al finalizar el mandato del Superior General; sin embargo, por la pandemia, tuvo que prorrogarse en dos ocasiones en el último año. Al llegar a su fin, el brasileño Valdir José de Castro, electo en febrero de 2015, cede la estafeta a quien ostentó el cargo de secretario general, el italiano Domenico Solimán convirtiéndose en el octavo sucesor del beato Santiago Alberione.

A raíz del cónclave paulino, el Papa Francisco recibió a audiencia este 18 de junio a los capitulares. En su elocuente discurso, el Pontífice recordó lo esencial del carisma de la sociedad fundada en 1914:  «Comunicar es más que una profesión: es una vocación. Y esto es lo que el Padre Alberione ha querido subrayar en las diversas familias -llamadas- Paulinas, esto de comunicar. Comunicar de forma limpia. Y ustedes tienen la vocación de comunicar limpiamente, evangélicamente».

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Desde luego, los frutos de un capítulo traen esperanza y necesidad de rectificar y hacer cambios si hay conciencia y fidelidad en los ideales. Más que una encerrona de ambiciones es la propuesta de revisión extrema de una ruta y rectificar los medios en fidelidad al carisma recibido. Para la Provincia Paulina de México-Cuba es una semilla que no debe caer en tierra cargada de cardos y espinos.

En últimos días, esa Provincia ha sido cimbrada por el espectro de los abusos, encubrimientos y escándalos. Uno de sus miembros, Juan Arcadio Huerta Ibarra, fue expulsado de su condición de religioso y sacerdotal por haberse comprobado el deleznable crimen de los abusos cometidos. Sólo se conoce una de sus víctimas, podrían ser más, pero el hecho lleva a un profundo reconocimiento de la culpa si se quiere aplicar esa frase del libro de la Carta a los Romanos: “Renovar la mente”.

Para los paulinos de México, el procedimiento es equivalente a meter una gasa impregnada de antibióticos en una llaga dolorosa, supurante y maloliente. Lejos de tímidos comunicados, revictimizaciones o lastimeras frases de autocomplacencias y autocondolencias, se trata de lavar una situación que prácticamente hace insostenible una condición que pone a esta parte de la familia paulina en una grave crisis que implica su misma existencia.

Este franco deterioro lleva igualmente un reconocimiento capaz de ir a las causas de la infección. Lo de Huerta Ibarra no es un hecho que se dio en solitario. Un depredador sexual tiene una mente torcida que, en la mayoría de las veces, es consecuencia del encubrimiento. Haber cesado al delincuente de sus funciones apenas es consecuencia, pero no se ha llegado a la causa.

Los paulinos de México saludan y ven con esperanza la designación de su nuevo superior general, Domenico Solimán. Y también es oportunidad de tener un mea culpa.  Si se pretende Comunicar de forma limpia afianzando la vocación de comunicar limpiamente, evangélicamente, eso implica empezar desde dentro, hacer realidad la comunicación limpia e impoluta del Evangelio en cada miembro y asociado en esa provincia México-Cuba. No caben excusas, pretextos o largas. Un mea culpa que haga necesario el castigo de quienes han tolerado esta descomposición. Meter la gasa en la herida por más doloroso que sea, es renovarse o…

 

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