Editorial Centro Católico Multimedial.- “No pasa nada”… con ese adjetivo, el presidente de México puso fin al debate causado por un retén de hombres armados que detuvo a los periodistas que cubren la fuente de información de la presidencia de la República durante una gira en Sinaloa.
Según las imágenes, de reporteros de medios nacionales como Milenio y Reforma hombres armados, con uniformes y armas reservadas al uso de las fuerzas del orden y del ejército, interceptaron los vehículos de los periodistas haciendo preguntas inquisitivas sobre el destino y oficio de los detenidos: “¿Pa’ dónde van, amigo?… “¿No traen armas?”, retén que según los profesionales de la información estaba a unos kilómetros del rancho de la madre del Chapo, en pleno Triángulo Dorado del narcotráfico en Sinaloa.
Incómodo, el presidente minimizó el hecho y tuvo la desfachatez, incluso, de pedir a los medios cambiar el adjetivo de “Triángulo Dorado”: “No me gusta, me molesta que le llamen el ‘Triángulo Dorado’, y ojalá entre todos busquemos la forma de llamarle el ‘Triángulo de la gente buena y trabajadora’ o la ‘Región de la buena vecindad’ o algo así, pero ya hay que cambiar eso, porque aquí hay mucha bondad, mucha gente buena, trabajadora y no hay que estigmatizar”.
Las sospechas suscitadas por la presencia de AMLO en esa región levantó opiniones sobre el beneficio y bendición a los grupos criminales incluso beneficiándolos con el dinero y obra pública, teniéndolo de rodillas cuando, personalmente, supervisa avances de tramos de camino en la región o la obra pública para beneficiar a la región de “gente buena y trabajadora”, pero no es la primera vez que se dan estos particulares indultos, quizá el más recordado fue la liberación del hijo del Chapo, Ovidio Guzmán, en octubre de 2019 cuando los grupos criminales ganaron una batalla gracias a la indulgencia que vino de lo alto, la del presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
La detención de los periodistas no es cosa menor. Inverosímil y pueril excusa del presidente decir que así como hay retenes en Sinaloa, los hay en Jalisco y en otras partes del país; sin embargo, de nuevo, la libertad de expresión y de información es amagada y amenazada por quienes tienen al país en sus manos controlando todo, hasta la manera de cubrir una visita presidencial para ordenar cómo debe ser el trabajo de los medios de comunicación.
El incidente quiso minimizarse, incluso pasar como algo que sucede en muchas regiones del país por lo que todos debemos acostumbrarnos a esta normalidad criminal, es la supuesta pax narca de AMLO, la cual dirige un intimidante mensaje a periodistas y medios de información: Que en el país hay amos; en el gobierno, siervos y esos amos dicen qué hay que informar y de qué manera: bajo el amago de las armas y el poder por encima del estado de derecho.
Lo sucedido en Sinaloa equivale a un estado en guerra cuyo gobierno ha sido demasiado complaciente y paternal con los grupos del crimen organizado. Informar en la verdad y con objetividad es molesto al poder. Ese retén llevó el doble mensaje de que la libertad de información y opinión pueden ser censurados por el crimen sin castigo alguno y con plena impunidad. Las vías de la democracia en México ya se descarrilaron. Desde el poder se ha hecho manifiesto.
En el pasado, la guerra sucia y contubernios en el poder quisieron silenciar a la prensa incluso desapareciendo a los periodistas incómodos. Hoy, el inaudito cinismo con que se amaga a la prensa incluso es tema en las conferencias cotidianas del presidente con el “no pasó nada”. Este es un momento muy crítico en la historia de México que ve cómo el poder político vive amasiato con el poder de facto.
Nadie, en ninguna circunstancia, debe poner estos cotos al derecho a informar y opinar, ningún gobierno, grupo, institución, colectivo, iglesia, logia o cartel; nadie debe poner retenes a la verdad, pero desde las más altas responsabilidades, esos retenes son vistos como algo perfectamente normal porque son parte de la transformación presidencial.