Editorial CCM / Ecuador vio momentos de conmoción cuando el candidato presidencial, Fernando Villavicencio, fue asesinado a balazos. Su muerte se mueve bajo las sospechas de una revancha de los grupos del crimen organizado, molestos por la actitud del finado político al enfrentarlos y no dejarse amedrentar por los amagos y amenazas contra su vida el evidenciar la penetración de esos grupos en los más altos niveles de la política ecuatoriana.
Fernando Alcibiades Villavicencio Valencia (1963-2023) fue miembro de la Asamblea Nacional del Ecuador en 2021 por el partido Alianza Honestidad, pero su trayectoria profesional no sólo destacó por la carrera política en la que no fueron pocas las denuncias d corrupción política del sistema encabezado por Rafael Correa. Fue sindicalista y periodista. Entre sus investigaciones destacaron los entramados de la corrupción petrolera, contratos gubernamentales irregulares, destapes de sobornos al más alto nivel del gobierno, además de la irresponsabilidad de empresas petroleras en daños al medio ambiente en un país inestable y en franca decadencia política.
En su carrera por la presidencia, Villavicencio publicó amenazas del crimen organizado en reiteradas ocasiones. “Con las mafias no se pacta”, dijo y apuntó hacia El Fito y el grupo de Los Choneros quienes declararon que terminarían con la vida del candidato. Días después cayó abatido por tres balazos en la cabeza mientras que su presunto asesino moriría horas después en las instalaciones de la Fiscalía.
Pero esos grupos tienen detrás una preocupante conexión mexicana. El candidato lo denunció. “Las mafias son de México”. Los Choneros estarían ligados al cártel de Sinaloa. Sin embargo, tras el magnicidio, otro grupo, Los Lobos, se adjudicaron el crimen. En un mensaje en redes sociales, el portavoz del grupo dijo: “Queremos dejarle en claro a toda la nación ecuatoriana que cada vez que los políticos corruptos no cumplan con su promesa que establecemos cuando reciben nuestro dinero, que son millones de dólares, para financiar su campaña, serán dados de baja. Nosotros, la organización ‘Los Lobos’, asumimos la responsabilidad de los hechos suscitados la tarde de hoy y se volverá a repetir cuando los corruptos no cumplan…” Ese grupo es una célula del cártel de mayor expansión y crueldad en México, el CJNG.
Interrogado sobre los hechos y la presunta conexión mexicana en el asesinato, el presidente López Obrador aventuró un deslinde casi inverosímil. En el acostumbrado, rutinario e insensible mensaje de condolencias en el que aseguró lamentar el hecho y enviar el pésame, el presidente prefirió irse por las ramas al evadir lo que Villavicencio denunció. Para AMLO todo son conjeturas, hipótesis e, incluso en el colmo del cinismo, culpó a la normalidad de los tiempos electorales en los que “siempre es común que se inventen cosas”.
Nada más grave e irresponsable. Lo sucedido en Ecuador demuestra cómo el poder del narco mexicano llega a desestabilizar la vida de un país. Y eso es una advertencia para México, ya en la carrera por la presidencia de la República. Si en las pasadas elecciones se evidenció dinero del narco en campañas, este 2024 será el Año Horrible donde estos grupos actuarán con plena impunidad. AMLO recordó Luis Donaldo Colosio quien el 23 de marzo de 1994 fue asesinado en Tijuana. Nadie sabe con certeza por qué. En 2024, se cumplirán 30 años de ese hecho, justo en la lucha por el poder electoral en la que AMLO está ya imbuido para imponer a su candidato.
Lo de Ecuador es una advertencia. Si el crimen organizado provocó esa inestabilidad en el país del Cono Sur, ¿Qué podría suceder en México en 2024 cuando el presidente actúa como vocero defensor de los cárteles? Dios nos libre de lo peor.