Editorial Agencia Católica de Noticias: «Migrantes, la deuda de la ‘transformación’»

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Editorial ACN / Al cerrarse el controvertido Título 42, la polémica disposición migratoria para dar asilo a migrantes en Estados Unidos, un nuevo capítulo de esta crisis humanitaria se escribe para este gobierno. Aunque el Secretario de Relaciones Exteriores minimiza la situación, afirmando que tras el fin del Título, los ‘flujos’ de migrantes han descendido y no se han dado situaciones de conflicto, organismos de derechos humanos, la Iglesia católica y ONG’s defensoras de los migrantes siguen apuntando en que la hay una tremenda fractura entre México y Estados Unidos creando una gran crisis humanitaria que no ofrece soluciones reales a esta desgarradora realidad.

Mientras decenas de personas provenientes de otros países deambulan por las calles de las ciudades mexicanas en espera de soluciones, también aparecen otros signos del deterioro social que acaban con la solidaridad. Por increíble que parezca, la xenofobia continúa como signo del odio hacia quienes no pertenecen a nuestras comunidades. Una encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Universidad del Valle de México, publicado en marzo de 2019, estimó que 6 de cada 10 mexicanos quieren que los Estados Unidos deporten a los centroamericanos a su país de origen en lugar de quedarse en México. El 31 por ciento dijo que los norteamericanos deberían mantenerlos en su territorio en un albergue y el 9 por ciento señaló que las autoridades deberían facilitarles asilo.

La publicación también menciona los posibles problemas que se acrecentarían con la permanencia de centroamericanos en México. El 83 por ciento de los encuestados afirma que las complicaciones crecerían entre ellas, la pobreza, el crecimiento de la delincuencia y el colapso de los servicios sociales. En general, la opinión de los encuestados inconformes dice que la presencia de migrantes y los ‘flujos’ no son agradables porque “el gobierno les está destinando recursos”.

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En esta situación tan alarmante, la Iglesia católica a través de la Dimensión Pastoral de Movilidad Humana, ha destacado que el ‘éxodo’ migratorio es inmenso, incluyendo a mexicanos que quieren pasar al otro lado, y el número de desplazados continentales principalmente de Centroamérica rebasa la ayuda de la Iglesia y paraliza la acción del gobierno que no acierta en el diseño de una política migratoria efectiva, no obstante las advertencias de desparecer al Instituto Nacional de Migración y poner el diseño de una nueva política migratoria en las manos de un cuestionado sacerdote a quien, por cierto, no se le ha visto en esta cuestión del Título 42.

Sin embargo, la vía que ha propuesto el presidente de México está en los linderos de un cuestionado humanismo que raya en una especie de fanatismo devoto confiando sus caprichos a las manos de la Providencia. Lo ha dicho en otras ocasiones cuando, según sus dichos “hay presupuesto” para atender a los migrantes. La presunta gallina de los huevos de oro estaría en el modelo de austeridad republicana, “porque no hay corrupción tolerada en el país”, según el mantra presidencial.

La Conferencia del Episcopado Mexicano, en reiteradas ocasiones, ha pronunciado enérgicos llamados para que las autoridades tomen en serio esta cuestión. Los obispos de México han acentuado que la situación es caótica y a pesar de toda su capacidad de movilización y ayuda, los esfuerzos ya son insuficientes. Por eso, ha insistido en que “Corresponde al Gobierno de México crear condiciones dignas para el ejercicio de todos los derechos para todas las personas de acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

Sin embargo, las promesas del presidente se quedan en eso. A unos meses de acabar esta administración, el tema se convierte en una cadena que arrastra muchos grilletes y en una bomba que explotará al sucesor de AMLO. Se prometieron programas con la promesa de crear trabajos en Centroamérica; se falló en la creación de condiciones para dar un trato digno y respetuoso a los migrantes, se ha respondido con el uso de la fuerza y los albergues se convirtieron en centros de muerte. La migración ordenada es otra de las deudas de la llamada ‘transformación’

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