El final del 2021 no fue de lo mejor para el arzobispado de México. Ya en medios de comunicación se cuestiona al arzobispo Aguiar y el fracaso pastoral en el que se encuentra la Iglesia de la capital del país. Todos se preguntan ¿Dónde está el arzobispo? La respuesta podría ser más simple por increíble que parezca. Para los cercanos al nayarita, no les es ajeno las regulares escapadas y ausencias de su jefe a lugares más agradables, alejado del covid-19 al que su Eminencia tiene especial temor y es comprensible después de las decenas de sacerdotes contagiados y al haber muerto uno de sus auxiliares, precisamente un año atrás. En Nayarit, Aguiar es visto lo mismo inaugurando sedes de Cáritas en Tepic, junto con el obispo Luis Artemio Flores Calzada, visitando a amigos y familiares, como gozando de una tranquila estadía en los hoteles más exclusivos del rinconcito que le hace estar realmente en casa, San Blas, Nayarit.
Y es que este inicio de año, previo al cumpleaños del ausente purpurado, se le vio celebrando en la capilla de un hotel, el cual, como dice su publicidad, es la puerta para descubrir “San Blas, un verdadero paraíso de las aves en donde disfrutará de unas vacaciones ecoturísticas…” Con confortables instalaciones, el hotel tiene el privilegio episcopal de contar con una exclusiva capilla, esas que, a lo largo y ancho, los obispos suelen rechazar por no ser lugares eclesialmente adecuados para la celebración de los sacramentos. Sin embargo, el hotel anuncia su capilla como “lista para llevar a cabo ceremonias”.
Así, los días previos al festejo del ausente cumpleañero, Aguiar fue fotografiado celebrando misa en ese espacio de paz, lejos, muy lejos de la arquidiócesis que más que gozos, le ha resultado un tremendo dolor por la caída de las finanzas, el desastre pastoral que ha patrocinado, el declive de fieles, la descristianización, por el avance de las ideologías contrarias a la dignidad de la persona, del menguado diezmo que ya no cae, pero sí le da para placearse, de la indiferencia y apatía del presbiterio y, al final, de la cada vez inconclusa visita pastoral que no terminará debido al covid-19 y que sólo se ha resumido en visitas para la foto en el “feis” aderezadas con forzadas actitudes de populismo pastoral que ni siquiera cumplen con las exigencias canónica de una visita. Aguiar Retes, nuestro pastor todoterreno, al contrario del Papa Francisco que se le ve en las calles de Roma, no de Buenos Aires, deja de celebrar en catedral, para servir en capillas de hotel donde quizá, también se puedan contratar los servicios para celebrar un bonito matrimonio de ensueño presidido por el arzobispo de México.
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Tiro de gracia y de remate a la peregrinación de la arquidiócesis de México
Este 15 de enero se realizó la peregrinación de la arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe. Desde su llegada al arzobispado, la negativa de Aguiar a peregrinar fue manifiesta. Su trillado discurso de la sinodalidad, eso de “caminar juntos” es puro cliché. Y parece que la pandemia le cayó como anillo al dedo. Si el año pasado todo fue montaje pregrabado, bien ensayado para simular una peregrinación que le dio el tiro de gracia, este sábado lo que se vio fue, literalmente, el arma que dio el tiro que remató lo que fue una gran fiesta arquidiocesana. No sólo se dio la ridícula estrategia de dar pases y boletos para un seleccionado grupo de personas escogidas por decanatos y vicarías, bajo pretexto de la ola de contagios del covid-19. Días atrás, los presbíteros desairaron al vicario de pastoral, Álvaro Lozano Platonoff. Los curas iban descartando la participación de los fieles admitiendo que la gente simplemente no respondía, debido además por la desastrosa promoción y el temor a los contagios. El sábado, ni siquiera un centenar de peregrinos estaban en el puente papal y Aguiar tuvo el desaire y vergüenza de ver cómo un puñado de sacerdotes estuvieron en Basílica, los cuales no llegaban ni a 30. Para colmo, se apertura un año jubilar del Cristo del Atentado que, como sucedió con el año de Plancarte y Labastida, pasará sin pena ni gloria.
Y aunque se quiso hacer ver que hubo miles de seguidores virtuales en redes sociales, la realidad es que en el punto más alto, en youtube quienes veían la transmisión no llegaban ni a 300 espectadores lo que, en la virtualidad, es sencillamente un fracaso. Ni fueron miles, ni mucho menos se despertó un gran entusiasmo por ver una peregrinación que fue sentencia con el tiro de gracia y de remate.
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Muere excanciller del arzobispado de México, José Ruiz Vera. El covid-19 tomó su vida.
El covid 19 sigue causando estragos en el clero de México. El reciente reporte del Centro Católico Multimedial publicado este fin de semana pone a las arquidiócesis de México y Guadalajara como las que más han sufrido. La semana pasada se conoció la muerte de otro sacerdote que, si bien prestaba su ministerio en la diócesis de Carlos Briseño Arch, tuvo profunda raigambre que, desde luego, pasó de noche por los edulcorados medios arquidiocesanos que dirige el gris Javier Rodríguez Labastida.
El padre José Ruiz Vera murió por el covid-19, así lo confirmó el obispo de Veracruz. Fue de esas personalidades que aún las actuales generaciones sacerdotales recuerdan por su papel en la curia y como formador. Recordamos algunos aspectos de su ministerio especialmente para aquellos en la arquidiócesis de México quienes aun creen que la historia comenzó el 5 de febrero de 2018. Hidrocálido, Ruiz Vera nació en mayo de 1951. Su familia llegó a la ciudad de México en 1957 e ingresó al Seminario Conciliar de México en 1964, a los 13 años. Tuvo dos licenciaturas por la Universidad Gregoriana: Teología Fundamental y Filosofía Cristiana. Recibió la ordenación sacerdotal en agosto de 1978 por la imposición de manos del cardenal Ernesto Corripio en la misma Iglesia de la Soledad de la Merced. De 1981 a 1986 prestó su ministerio como prefecto y formador del Seminario Conciliar, desde ese año y hasta 1989 como vicerrector, después párroco de la iglesia de la San Juanita, la parroquia de Nuestra Señora de san Juan de los Lagos en la colonia 20 de noviembre. De 1992 a 1996, párroco de Santa María de Guadalupe, El Pocito, en la Villa. En 1996, el entonces arzobispo Norberto Rivera Carrera lo llamó a la cancillería del arzobispado y a la par, fue párroco de san Sebastián Mártir, Chimalistac hasta 1998 cuando llegó a la iglesia de La Votiva. En 2004 terminó su oficio de canciller sucediéndole el canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo. Ruiz Vera llegó al cabildo de Basílica de Guadalupe como canónigo honorario, en febrero de 2005. Y así fue hasta su muerte. El excanciller del arzobispado de México estaba en la diócesis de Veracruz atendiendo a la comunidad del santuario de san Juan Diego en el puerto. Tenía 70 años. A la fecha, el arzobispado de México ha perdido a 28 sacerdotes a causa del virus. Nuestro Señor les conceda celebrar con Él, la liturgia eterna en a asamblea de los santos. Así sea.
Como nadie ha podido definir en qué consiste el Cóvid pues tendría unos 20 síntomas casi todos coincidiendo con la gripe estacional. Es un fraude desde el inicio hasta el final propagada de manera especial por los supuestos «casos» gracias al fraude de las pruebas PCR, declaradas incapaces de diagnosticar enfermedad alguna por el mismo inventor de las mismas llamado Kerry Mullis. ¿Habrá muerto de gripe? Otra posibilidad, llejos de ser investigado es que en parte el Covid pudiera ser un envenamiento provocado por las ondas electromag´nétics cortas de manera especial 5G. Por otro lado, si aplican los protocoles de la OMS, seguramente matan a muchas personas. Vivir en una ciudad como Méjico con tanta contaminación, no es de extrañar que muchos fallezcan por esta causa.