| 01 junio, 2023
La Torre de la Basílica del Roble es símbolo y vocación de la Iglesia
Juan Pablo Vázquez Rodríguez / Pastoral Siglo XXI.- En torno al 59 Aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgen del Roble, patrona de la Arquidiócesis de Monterrey, ha sido restaurado el reloj y la iluminación del campanario de su Basílica, ubicada en el corazón del centro de Monterrey. Y durante la solemne Eucaristía de esta celebración el Arzobispo de Monterrey, hizo una hermosa reflexión en torno a esta torre, la cual es la más grande de las Iglesias de México.
“En esta ocasión, gracias a la iniciativa del Rector de la Basílica, se ha puesta nuevamente en actividad el reloj de la torre y también se ha vuelto a iluminar y quiero recordar por esta circunstancia, uno de los atributos más bonitos de la Virgen María: “Turris eburnea”, torre de marfil, las torres en nuestras Iglesias no son simple ornato, son bellas, pero no son un plus del ornato (adorno), son símbolo de María, son símbolo de la Iglesia”.
“Recordarle al pueblo que la vocación es caminar al cielo, una torre es una aproximación al cielo, tenemos el honor de que la torre de la Basílica del Roble es la torre de Iglesia más grande en México, 75 metros de altura, pero más allá de esta distinción y que desde luego agradezco a quienes tuvieron la iniciativa de construirla y decidirla hacerla de ese tamaño, lo importante es lo que significa, torre de marfil, es un símbolo de María, es un símbolo de la misión, de la vocación de la Iglesia, de la humanidad”.
“Las torres siempre tienen dos elementos, el reloj y las campanas, dos elementos igualmente teológicos e importantes. La campana, es la convocatoria a la asamblea eucarística, la iglesia misma se llama eklessía, la convocada, la que escucha la llamada, la que oye la campana, y se congrega para alabar al Señor. Lo mismo el reloj. En la Pascua decimos Cristo es Alfa y Omega, suyo es el tiempo y la eternidad; el reloj de la torre no es porque ustedes no tengan reloj; por supuesto que, incluso ahora, tenemos relojes muy avanzados, nuestros mismos teléfonos celulares nos indican la hora, pero el reloj en la torre es también una enseñanza al pueblo que no se olvide de su finitud y de su eternidad, que no se olvide de que solamente un momento estamos aquí en el mundo, pero que tenemos de parte de Dios el regalo de la eternidad porque de Cristo es el tiempo y es la eternidad”.
Finalmente, el arzobispo, expresó: “Me da mucho gusto que nuevamente nuestro reloj este activo, tengo que decir algo también, miren cada vez estamos más nerviosos y neuróticos, cada vez la gente no quiere que toquemos las campanas, ni que el reloj marque las horas, le hemos pedido al técnico que ya no marque las horas el reloj porque muchos se quejan del ruido, también las campanas suenan en momentos oportunos; sí es cierto hermanos que la neurosis esta muy avanzada, ya no aguantamos, ni nos aguantamos, también tenemos que comprender y no queremos molestar, por eso nuestro reloj estará calladito y las campanas en horarios prudentes, pero no olviden que tienen una razón de ser, la campana nos convoca, el reloj nos hace tomar conciencia de la belleza del tiempo, pero también de ser una llamada a la eternidad”.
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