Otro bellísimo amanecer romano en este verano alargado que tenemos, otro bellísimo amanecer con el sol acariciando las columnas del Bernini y otro día con la información llena de sustanciosos artículos que nos ayudan a entender y perfilar la complicada situación en la que nos movemos. Empezamos con un tema que nos parece fundamental y que afecta, nos afecta, de lleno: la libertad de expresión en la Iglesia. Todos hemos visto cómo se las gastan en China, cómo se puede pasar del todo a la nada y ser ‘cancelado’ delante de las cámaras. No estamos mejor en el llamado mundo libre en el que es cada día más complicado decir lo que uno piensa. El poder establecido es muy sensible a las críticas y no gusta verse reflejado en sitios, hoy más virtuales, que cuentan con millones de lectores y no dejan en buen lugar las continuas contradicciones de nuestros amados ‘superiores’. Empezamos recomendando la lectura completa de un largo y razonado artículo del sitio ‘Silere non Possum’.
A Parolin, Secretario de Estado de Su Santidad, no le gustan las «críticas del Papa», del sitio Silere non possum que explica qué es la obediencia y la diferencia con la sujeción / sumisión ciega . Parolin arremete contra la prensa libre y el Silere non possum se defiende: «debe hacernos reflexionar y debe dejar claro, incluso al Papa, que quien critica ciertas elecciones y posiciones, lo hace solo por el bien de la Iglesia». El bien de la Iglesia, oportunamente subrayado por Silere non possum, encuentra su cumplimiento respecto al principio salus animarum suprema lex. «Nosotros, con nosotros muchos católicos en el mundo, hemos planteado críticas específicas para ayudar al Papa a realizar un trabajo serio en cuestiones que son importantes para la vida de la Iglesia. Aquellos que critican al Papa hoy, EWTN en particular, lo hacen con este espíritu. ¿Ayudaría a un padre si su hijo no le dijera que está mal comer dulces si tiene diabetes? Por supuesto, no contradeciría a su padre y sería un hijo modelo, a sus ojos, pero no le haría bien. El padre puede pensar que es sumiso, pero en realidad solo tiene miedo. Hoy el riesgo es que el gobierno de la Iglesia se ejerza en nombre de la obediencia, pero en realidad solo hay terror”.
Lo que Pablo recomendó a Timoteo se aplica también a los obispos de hoy, y especialmente al Romano Pontífice, que tiene la misión de proteger al pueblo cristiano contra los errores en el campo de la fe y de la moral, y el deber de custodiar el depósito de la fe (cf. 2 Timoteo 4:7). ¡Ay de él si tuviera miedo de las críticas y los malentendidos!, El favor veritatis y la salus animarum suprema lex, son los valores esenciales que ninguna regla puede jamás derogar, ni siquiera un Papa. «Hemos subrayado y repetimos que no fue un «ataque» al Papa, no un «ataque» al Papa Francisco, no un «ataque» al Papado, no un «ataque» al Pontificado. Y menos aún representó un «ataque» a la Iglesia de Cristo, de hecho.
«El Papa -cualquier Papa y no solo el actual gobernante o sus inmediatos antecesores- no siempre debe ser escuchado sin pestañear y sin ser criticado, ya que puede estar equivocado. Por ejemplo, lo que dice un Papa en una entrevista no compromete su infalibilidad. El mismo Papa actualmente reinante dijo: «¡No es pecado criticar al Papa aquí! No es pecado, se puede hacer”. En el clima que existe en el Vaticano desde 2013, es inútil negarlo, cualquier sujeto con una mínima porción de materia gris se ha dado cuenta, las voces críticas que se levantan contra el Papa Francisco son silenciadas. Parolin dice: “Los medios de comunicación católicos, como bien sabéis, tienen un papel importante en la tarea de la nueva evangelización. Por eso es bueno que se sientan parte activa de la vida de la Iglesia, viviendo ante todo en espíritu de comunión con el Obispo de Roma. Esto es aún más urgente hoy, en un tiempo marcado por debates demasiado dramáticos, incluso dentro de la Iglesia, que no perdonan ni siquiera la persona y el magisterio del Pontífice».
Hoy la Iglesia tiene que hacer frente a un gravísimo problema del que poco se habla, sobre cómo se utiliza la psicología y el poder. Con demasiada frecuencia, en las comunidades, los presbíteros y las parroquias se viven abusos de poder cometidos en nombre de Dios: “Deben obedecer”, escuchamos decir a los que están en el poder. Hoy es imposible criticar al Pontífice sin que te digan: “Ah, pero tú eres lefebvriano, eres un cismático”. ¿Pero en la Iglesia hay lugar para todos, excepto para aquellos que se atreven a estar en desacuerdo? Cuando hay sujetos que critican a la Iglesia, entre otros Eugenio Scalfari y Piergiorgio Odifreddi que se han enriquecido citando sus conversaciones con el Papa Francisco, todo está bien. Si la crítica viene de los católicos, ¡ay de nosotros! ¿se llega a considerar al Concilio Vaticano II más importante que la misma persona de Jesucristo? ¿Más importante que la revelación divina? San Benito dice: “dijimos consultar a toda la comunidad, porque muchas veces es precisamente a los más jóvenes a quienes el Señor revela la mejor solución”.
Macron de nuevo en el Vaticano, está en Roma para el encuentro por la paz organizado por Sant’Egidio. Una hora con el Papa Francisco y otra»cordial y fructífera» con la Meloni, visita al Quirinale para el encuentro con el presidente Mattarella y cena con los jefes de Sant’Egidio en la sede romana de la Comunidad. «Emmanuel Macron es muy sensible a la línea del Papa, un hombre de otro continente», «está en una posición ideal para ayudar desoccidentalizar la cruzada por Ucrania. La comunidad internacional no es Occidente, no es Oriente sino la humanidad que vive en el planeta en su conjunto». Macron también ha propuesto al Papa Francisco la invitación para visitar Francia con motivo de la próxima inauguración de Notre Dame.
Además del Papa Francisco tenemos encuentro con Parolin y Gallagher: “Durante las cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado nos centramos en cuestiones internacionales, empezando por el conflicto de Ucrania, con especial atención a la situación humanitaria. También se prestó especial atención a la región del Cáucaso, Oriente Medio y África». Tres horas en el Vaticano, su regalo al Papa una la edición de 1796 de «Por la paz perpetua» de Immanuel Kant y la primera dama, Brigitte, le dijo al Pontífice: “Rezo por ti todos los días”. El Papa le dio a Macron una medalla de bronce, enmarcada en mármol, que representa a San Pedro y la columnata y ediciones de documentos papales.
Al Wall Street Journal no le gustan los pactos chinos y, sus simpatías por el Papa Francisco van cayendo: “El Papa Francisco, que es tan crítico con Estados Unidos y el capitalismo, guarda silencio sobre China. Este es un regreso a la fallida Ostpolitik del Vaticano de las décadas de 1960 y 1970”. «No, querido Papa: Occidente no es el origen de todos los males del mundo. Y es mucho mejor que Xi Jinping y Ortega
«¿A qué se parece el reino de Dios?… Se parece a un grano de mostaza…»
Buena lectura.