Hemos entrado en mayo, mes de María, con la fiesta de San José obrero. Un buen mes para renovar tantas cosas en nuestra vida personal. Apuntan los calores, que en Roma lo son y mucho, y nos deslizamos hacia el descanso veraniego. En otros tiempos, muy cercanos, la curia languidecía en los meses calurosos y sus eminencias se aliviaban en las suaves brisas de los Castelli Romani. La visión de Roma a los pies, las colinas que se deslizan hacia el Tirreno, hacían que estos fueran meses de un descanso activo en donde cocinaban los guisos otoñales.
Hoy tenemos muchos artículos sobre la pierna del Papa Francisco. Lo primero que salta a la vista es que la agenda de viajes prevista para 2022 se puede complicar. El Papa Francisco solo ha estado en Malta, la reunión con Kirill en Jerusalén está cancelada, anunciado Kazajstán para septiembre. El Papa Francisco anunció una visita para el próximo mes de julio a Canadá de la que nada hay confirmado oficialmente.
Se están cancelando encuentros en casa con la excusa de un presunto reposo. El médico le ha dicho, así nos lo ha dicho, que no caminara, pero lo vemos que, poco y mal, sigue caminado. El mismo Papa Francisco ha definido la cojera como una ‘humillación’ cuando lo que estamos es ante una limitación, que si solo es esto, se soluciona fácilmente con una cómoda silla de ruedas, como hace el común de los mortales en situaciones similares. Si solo es esto, no ha muchas razones, por mucha humillación que pueda parecer, para realizar la agenda con gran comodidad. No entendemos el absurdo esfuerzo por andar a tropezones aunque sean pocos metros, empeorando la situación de forma absurda. Hemos visto utilizando mil artilugios al Papa Juan Pablo II y nunca se habló de humillación, en la última etapa de Benedicto XVI se volvió a utilizar una especie de carro para evitarle los trayectos largos, y no se consideraba una humillación.
El Papa Francisco ha optado por una estética buscada desde el inicio de su pontificado que ahora resulta imposible mantener. Uno de los principales rumores en el cónclave del que salió elegido era su precaria salud, centrada en sus dolencias pulmonares. Se entiende la esfuerzo por querer dar una imagen de fortaleza para desmentir la gravedad. Al Papa Francisco lo vemos acelerado en público, predicando de pie, caminado deprisa, con ganas de aparentar vitalidad. Él sabe que un signo de debilidad pone fin a un pontificado que se centra no tanto en el ‘papa’ sino en ‘Francisco’ y que, terminado ‘Francisco’, terminado el pontificado. Si el hielo y los analgésicos no son suficientes, debemos parar, y no se excluye que tarde o temprano, quiéralo o no, el Papa Francisco tendrá que someterse a una cirugía de reemplazo de rodilla que necesita reposo y paciencia, los años no ayudan.
Según antecedentes recogidos por los diarios il Giornale e il Messaggero, el Papa Francisco habría hecho tres intentos con el presidente ruso, a través de la actividad persuasiva de la Santa Sede, pidiendo ayuda a Kirill, el patriarca ortodoxo de Moscú, muy cerca del número uno del Kremlin, y poniendo a disposición varios barcos para rescatar a los ciudadanos. El Nuncio en Kiev, confirmó que: “Estaba en marcha una propuesta conjunta que me involucraría personalmente a mí y a un obispo de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú. Tuvimos que ir hasta Mariupol e intentar ayudar a los lugareños y evacuar si era posible. La misión estaba prevista para finales de marzo y no hemos podido realizarla. No es posible llegar si las autoridades militares rusas que controlan el territorio no dan las garantías. Si no dan luz verde, nadie puede llegar”. Sobre Krajewski: “Él estaba dispuesto a ir personalmente a Mariupol, pero nada. Hay mucho esfuerzo, mucho trabajo, pero hasta ahora pocos frutos”. Parolin reiteró la voluntad del Papa Francisco de realizar un viaje apostólico a Ucrania «pero su realización está condicionada por la posibilidad de favorecer una mejora real de la situación en el país».
Libro de 2017, ‘Gobierno global’, escrito por Enrica Perucchietti y Gianluca Marletta, sobre Ucrania, y sobre el papel de George Soros en esa crisis. En el capítulo “La crisis de Ucrania” se recuerdan varias declaraciones de Zbignew Brzezinski, asesor de seguridad del presidente de 1977 a 1981. En 1994 consideró a Ucrania la clave del poder soviético: «sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio», «solo quitando a Ucrania de la influencia rusa podría debilitarse Moscú. Rusia es la única potencia que se opone al imperialismo estadounidense». El libro recoge la correspondencia de 2015, resultado de un hackeo de CyberBerkut, entre el presidente ucraniano (de 2014 a 2019) Poroshenko y George Soros. Sobre todo, un documento fechado en marzo de 2015 en el que Soros, que se firma como «autoproclamado defensor de la nueva Ucrania», perfila la estrategia global a corto y medio plazo. Soros escribe: «Si Ucrania colapsara, Putin se convertiría en un peligro para toda Europa». Washington debe proporcionar armas letales que permitan a Kiev resistir la fuerza abrumadora de Rusia, proporcionar a Ucrania armas defensivas sofisticadas para contrarrestar las del adversario y entrenar personal ucraniano en países extranjeros para disfrazar la actividad de la OTAN en Ucrania. Bruselas debe endurecer las sanciones contra Rusia para arrastrarla a la quiebra. Sin duda muy interesante para entender algo de lo que estamos viviendo y que puede cambiar nuestras vidas.
Armida Barelli (1882-1952), cofundadora de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, y fundadora de la Juventud Femenina de Acción Católica, fue beatificada ayer. Mujer de extraordinarias virtudes, vinculó su actividad a la del padre Agostino Gemelli, aunque entre ambos hay un abismo, hoy resaltado por la elevación a los honores de los altares. Ambos personajes se distancian en su relación con el Padre Pío. Gemelli fue el autor de un informe muy negativo con el que cuestionaba la autenticidad de los estigmas, vinculándolos a una forma extrema de histeria mística. Barelli, tenía gran admiración por el Padre Pío y deseaba mucho conocerlo. Probablemente fue ella quien convenció a Gemelli de emprender ese viaje, y él aprovechó la oportunidad que le habría permitido estudiar una nueva materia importante”. “Ese día después de participar en la Misa del Padre Pío, Armida Barelli se confesó con el Padre Pío y le preguntó si el Señor bendijo la obra, la Universidad Católica. El Padre Pío respondió con un monosílabo: Sí”. Durante el último encuentro con el Padre Pío le pidió que orara por la salvación del alma del padre Gemelli que corría el riesgo de ser condenada por el orgullo y la soberbia. “Es un fraile de oro que hace tanto bien, pero tiene un carácter exuberante y orgulloso y este defecto podría llevarlo al infierno. Ore por él”. El Padre Pío le prometió que lo haría.
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Buena lectura.
Siempre te leo el mismo canto, Ucrania mal, Rusia bien.