Víspera de la Epifanía, la fiesta de los Reyes magos, en muchos países latinos es el día de la ilusión, de los regalos, en Italia es la Befana la que hace está tarea, una especie de bruja buena que hoy inunda las calles de Roma. Hoy está en todos los medios la noticia de que Benedicto XVI presuntamente ayudó a encubrir a un sacerdote condenado por abuso sexual de menores en la década de 1980, cuando era cardenal y arzobispo de Munich. Según un decreto extrajudicial del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Munich y Freising en 2016, Joseph Ratzinger, entonces arzobispo de Munich, sabía que el sacerdote, Peter H., había cometido los abusos, pero aun así aprobó su traslado y no informó al Vaticano. Tras el traslado el sacerdote presuntamente continuó con los abusos, por lo que fue condenado en 1986 a 18 meses de prisión. Hasta aquí el contenido de la información, tenemos el desmentido inmediato de la casa de Benedicto XVI, el Vaticano ni está ni se le espera. No es muy creíble que casi diez años después de la renuncia nos vengan con estas. Benedicto XVI ha sido uno de los papas más atacados por los medios, sin tregua y sin límite, si hubiera habido algo lo sabríamos hace años. Todo esto lo engrandece cada vez más en medio de la mediocridad universal reinante.
No sabemos que pensaran los Traditiones Custodes, y los comisariados varios, de esta reciente intervención del Papa Francisco: «Oremos para que todas las personas que sufren discriminación y persecución religiosa encuentren en las sociedades en las que viven el reconocimiento y la dignidad que se deriva de ser hermanos y hermanas». «No solo es inaceptable: es inhumano, es una locura» perseguir a personas que profesan su fe públicamente». “¿Cómo puede ser que muchas minorías religiosas estén sufriendo actualmente discriminación o persecución? ¿Cómo permitimos, en esta sociedad tan civilizada, que haya personas que son perseguidas simplemente porque profesan públicamente su fe?». (…)tenemos tantas cosas en común que podemos vivir juntos acogiendo las diferencias con la alegría de ser hermanos. Y una pequeña diferencia, o una diferencia sustancial como la religiosa, no nubla la gran uniformidad de ser hermanos, la gran unidad de ser hermanos. Elegimos el camino de la fraternidad. Porque o somos hermanos o perdemos todos». Es evidente que, una vez más, que las palabras no se corresponden con los hechos y el intento de destruir la santa diversidad en la iglesia es incontestable en quien predica tantas hermandades.
Uno de los frentes de lucha que tenemos delante es el secreto de confesión, lo hemos visto en Australia con el caso de abusos a menores y ahora lo vemos en Italia con el tema de la vacunas. El dogma progre impone que a cualquier consulta en el confesionario sobre las vacunas debe manifestar la lealtad al Régimen. Estos días ha sido noticia el sacerdote de Milán que ha predicado en contra de la vacunación. Llama la atención la actitud de la Curia Ambrosiana, que no dudó en proclamar de inmediato su infalible lealtad y fidelidad al dogma de la vacuna, piedra angular de la nueva religión pagana que está contagiando almas y cerebros.
La antes conocida como Iglesia Católica tiene ahora la apariencia y las connotaciones de una perfecta «Iglesia patriótica» al estilo chino. Un «cuerpo» que administra «servicios religiosos» bajo la tutela y dirección del Estado, con funcionarios, por ahora «sacerdotes», que obedecen la ley que, proveniente del poder. Un buen número de políticos acérrimos defensores del «laicismo» del Estado vuelven periódicamente a un tema que les es muy querido: el deber del sacerdote de revelar a las autoridades civiles los delitos más graves de los que tenga conocimiento durante la confesión.
Será por esto , quién sabe, son muchos que piensan que estamos en tiempos del anticristo. El ser humano es actualmente un esclavo: para ser libre debe aceptar el don de la verdad. Hoy hay una lucha continua entre los que pertenecen a Cristo y los que se oponen a Cristo con razonamientos mundanos. La oposición a Cristo se realiza en la figura del Anticristo, el que en el mundo encarna el espíritu rebelde a Dios, el ángel caído, el diablo, Satanás. Si Cristo es el hombre-Dios en quien se encarnó la Verdad de Dios, su anti es el hombre en quien se encarna la mentira diabólica. Brillantes novelistas lo describieron como filántropo, pacifista, ecuménico y ambientalista, un hombre que siente que puede actuar como un dios sin Dios. Este hombre, no necesariamente un solo hombre y su falso profeta, no necesariamente un solo falso profeta, no es el diablo, que es un espíritu puro, pero lleva dentro un demonio terrible, la apoteosis lacerante del pecado.
En la Spe Salvi, párrafo 19, de Benedicto XVI, cita a Kant para considerar la posibilidad de que, junto al fin natural de todas las cosas, haya también uno antinatural, perverso: « Si llegara un día en el que el cristianismo no fuera ya digno de amor, el pensamiento dominante de los hombres debería convertirse en el de un rechazo y una oposición contra él; y el anticristo […] inauguraría su régimen, aunque breve (fundado presumiblemente en el miedo y el egoísmo). A continuación, no obstante, puesto que el cristianismo, aun habiendo sido destinado a ser la religión universal, no habría sido ayudado de hecho por el destino a serlo, podría ocurrir, bajo el aspecto moral, el final (perverso) de todas las cosas».
El 2021 terminó con un intercambio de acusaciones entre los cardenales Becciu y Pell. El cardenal Pell dice que estaba esperando de Becciu «con impaciencia por la respuesta a muchas preguntas». ¿qué hay detrás del envío de 2 millones 230 mil dólares del Vaticano a Australia durante el período en el que Becciu ocupó el cargo de sustituto en la Secretaría de Estado? La Secretaría de Economía del Vaticano dijo que no descartaba que pudiera haber una conexión entre sus problemas judiciales en casa y la resistencia encontrada en la Curia en el momento de su mandato.
Unas horas después de la destitución de Becciu, Pell lanzó una nota que no ocultaba la satisfacción por lo sucedido, dando crédito a la tesis de que «algunas transferencias bancarias fraccionarias podrían haber sido utilizadas para» comprar «a los acusadores. en el juicio por pedofilia «en el contexto de los» movimientos ordenados por el entonces monseñor Becciu». Hace poco más de un año la Autoridad Australiana de Lucha contra el Blanqueo de Capitales (Austrac), respondiendo a una pregunta de la senadora Fierravanti-Wells, argumentó que en 6 años se habrían transferido desde el Vaticano a Australia hasta 2.300 millones de dólares en más de 400 mil transacciones, operaciones monstruosas, totalmente irreales que al final quedaron en 9,5 millones de dólares en 362 transferencias, nada mal.
Tres guardias suizos dimiten y otros tres suspendidos por no someterse a la vacuna anti-Covid. Es una información que aparece en el periódico suizo “Tribune de Geneva”. Un portavoz de la Guardia Suiza explicó al diario que tres miembros del cuerpo de seguridad del Pontífice dimitieron «voluntariamente», mientras que otros tres, aún no vacunados, han sido suspendidos temporalmente hasta completar el ciclo de vacunación. Los suizos son un cuerpo de servicio temporal que no tiene mucho sentido si solo se plantea como una forma de vida. En salario de un suizo no es nada atractivo comparado con lo que ganaría en su suiza natal por trabajos incluso mucho menos cualificados.
Con el deseo de que no perdamos la ilusión con al que vivimos de niños esta noche mágica, no olvidemos inclinarnos como los magos ante el ‘Verbo hecho carne’, sin duda nos premiará con abundante generosidad.
«Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Buena lectura.
Vervo o Verbo????
«La antes conocida como Iglesia Católica tiene ahora la apariencia y las connotaciones de una perfecta «Iglesia patriótica» al estilo chino. Un «cuerpo» que administra «servicios religiosos» bajo la tutela y dirección del Estado, con funcionarios, por ahora «sacerdotes», que obedecen la ley que, proveniente del poder. Un buen número de políticos acérrimos defensores del «laicismo» del Estado vuelven periódicamente a un tema que les es muy querido: el deber del sacerdote de revelar a las autoridades civiles los delitos más graves de los que tenga conocimiento durante la confesión.»
Si las confesiones ante sacerdote son reveladas a la autoridad civil para que calibre si es un delito o bien una falta administrativa que disminuye el «crédito social» de uno, entonces hay una grave irregularidad en el proceso confesional:
1- Examen de conciencia
2- Acto de Contrición: perfecta (contrición, por caridad) o imperfecta (atrición, por temor al castigo)
3- Confesión auricular al sacerdote
4- La Penitencia (Acto de Satisfacción)
5- La Absolución
La confesión auricular al sacerdote NO debe de realizarse si hay pecados que pueden ser delito o falta administrativa y el sacerdote tiene el deber comunicarlo a la Autoridad civil. Estos pecados no se confiesan auricularmente porque no se da el elemento esencial de la confesión, que es el secreto de confesión. Por ello, se aplica para este pecado en concreto la doctrina:
1- Se recupera el estado de gracia antes de la confesión por medio de la contrición perfecta (paso 2º)
2- No es necesario confesar auricularmente el pecado al sacerdote, o sea, realizar la acusación detallada de los pecados cometidos desde la última Confesión bien hecha (canon 988 § 1), por riesgo contra nuestra vida y libertad y porque podemos perjudicar a nuestra familia (soy detenido y condenado), y al haber el peligro de ruptura del secreto de confesión, elemento esencial (materia grave), debido a que el cura puede comunicar el pecado a la Autoridad para que valore si es un delito o falta administrativa, lo que nos causa un perjuicio grave, y nadie está obligado a acusarse. Existe, por ello, un estado de necesidad y una legítima defensa, por lo que no se comete un nuevo pecado de sacrilegio, el de profanación de una cosa sagrada.
3- Por ello, el penitente NO debe de confesar individualmente, y de manera detallada, el pecado que lo pone en grave riesgo frente al Estado, por lo que hay dos soluciones:
a) El sacerdote practica la absolución general sin previa Confesión individual debido a un motivo grave, cual es la privación civil del deber de secreto de confesión: Motu proprio promulgado por Juan Pablo II Misericordia Dei (n. 1)., y en la Nota Explicativa del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos legislativos de 8 de noviembre de 1996. Aquél a quien se le perdonan pecados graves de esta manera, debe acercarse a la Confesión individual lo antes posible, antes de recibir otra absolución general, de no interponerse causa justa (canon 963).
b) Otra opción es que si no se puede realizar la confesión general sin previa Confesión individual, entonces el penitente simplemente se reserva para sí el comunicar dicho pecado que lo expone a una represión del Estado, por lo que sólo deberá de confesarlo auricularmente cuando se levante la inicua o injusta norma que viola el secreto de confesión, debido a que le causa el perjuicio de acusarse a sí mismo, como que un pecado religioso se convierta en un delito o falta administrativa civil y le cause un gran perjuicio (cárcel de por vida, multas e indemnizaciones cuantiosas). Requerirá de un acto de contrición, abandonar por siempre el hábio de pecado, procurar en lo posible reparar el daño.
4- El Motu Proprio Misericordia dei (n. 7), para ambos casos, dice no pueden recibir válidamente la absolución los penitentes que viven habitualmente en estado de pecado grave y NO tienen intención de cambiar su situación. Por ejemplo: parejas que conviven sin estar casadas, homosexuales que no piensan dejar de cometer esos pecados.
5- Si el Papa o el obispo dicen que el penitente tiene la obligación siempre y en todo lugar, de manera inexcusable, de confesar auricularmente el pecado al confesor, aún a riesgo de ser castigado penal o administrativamente, y que el sacerdote tiene el deber inexcusable de comunicar todos o parte de los pecados al Estado para que valore si son delito o falta administrativa, entonces sea anatema por violar el sagrado deber del secreto de confesión, y sean anticristos y apóstatas apartados de la plena comunión con la Iglesia Católica, y sean pecadores mortales castigados con la pena del infierno, por lo que su decisión carece de validez y licitud, no debe de ser obedecida, y ha de ser resistida y opuesta con todas las fuerzas, tanto por sacerdotes como por los fieles.
6- En la práctica, si el Estado obliga a comunicar a la Justicia todos los pecados que sean susceptibles de delito o falta administrativa, entonces el confesor divulgará TODOS los pecados a la Autoridad para evitar ser condenado por el delito de omisión del deber de comunicar hechos antijurídicos, y además, el confesor GRABARÁ todas las confesiones, también para evitar dicho peligro.