El Papa Francisco ha vuelto a Roma y los periódicos de hoy hacen balance sobre este viaje a tierras lejanas y sobre los temas tratados en la rueda de prensa del viaje de regreso. Estas ruedas de prensa se han hecho famosas por algunas afirmaciones del pontífice que has causado perplejidad y confusión sobre temas de actualidad. Algo se va aprendiendo y la de esa vez se centra en temas lejanos y poco conflictivos.
Los temas noticia son las armas nucleares, los ya famosos Rohingya, los selfies de los jóvenes, y poco más. Cuando existes serios problema en casa lo mejor es hablar de la prehistoria o de temas lejanos que nada complican y a nuestro entender en eso estamos. Los verdaderos problemas a los que todos nos enfrentamos son las iglesias vacías, los seminarios y noviciados inexistentes, al división irreconciliable un las distintas visiones de la iglesia. Son temas que el distanciar su solución no hace sino agravarlos cada día de un modo irreversible. No podemos creer que el Papa Francisco no sea consciente de todo esto. El riegos de destrucción nuclear sin duda es un gran problema pero la verdadera descomposición nuclear se ha producido dentro de la Iglesia. Veremos como en los próximos años desaparecen tantas instituciones católicas, de hecho ya no existen más que de nombre. La mayoría de guías diocesanas y religiosas están llenas de nombres que ya no corresponden a una verdadera actividad. Las curias están llenas de buzones y puertas que ya nadie utiliza pero cuesta reconocer la realidad. Es muy duro ver la muerte de tantas cosas pero es mucho más increíble cerrar los ojos y hacer como si nada sucediese. Después de la muerte de Jesús los apóstoles estaban encerrados por miedo y esto es lo que vemos tantas veces. Reuniones eternas en nuestros obispados y provincias religiosas que de nada sirven, programaciones y planes idílicos. Rezamos para que venga el viento impetuoso y rompa las puertas de una vez y a pescar, porque así sólo celebramos solemnes funerales de ilustres encerrados. Los apóstoles se pusieron en marcha y se dejaron de tonterías, perdieron el miedo y no negociaron con la verdad, no se podían callar. No se entregaron a tácticas humanas y cálculos interesados. Sólo a ser portadores de la Verdad que llevaron por todo el mundo.
No podemos quedarnos como los custodios de los restos de un naufragio, la mies es mucha, demasiada y los miedos no sirven para nada. Son tiempos de bienaventuranzas y persecuciones y el «ceder, sin conceder, con el animo de recuperar» no sirve para nada. Podemos pensar que no sabemos, que no podemos, y es verdad. Invitaríamos a seguir la simplicidad de Francisco, el de Asís, que dirigiéndose a los sacerdotes sólo les daba un consejo: «tratadlo bien». Tenemos a Dios en las manos cada día , si esto lo creemos, no se entienden los miedos, no tienen ningún sentido.
Italia es el que más, casi el único país, que acoge masivamente inmigrantes. Se da la culpa a la existencia del Vaticano de esta «anomalía».
Lo curas casado quieren volver a ejercer el ministerio, dicen que son más de ocho mil, por desgracia muchos de ellos de una edad muy avanzada que poco arregla la sequía vocacional.
El segundo Marini, don Guido, el maestro de ceremonias de Papa, ha cesado en su encargo, o al menos eso se dice y ya tenemos sustituto en otro de los ceremonieros actuales.
si Deus pro nobis, quis contra nos?
Buena lectura
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Creo muy necesario que la decisión sobre casarse o no sea tomada por los sacerdotes. La iglesia necesita renovarse, salir a la calle, hablar más de Jesucristo, enseñar la biblia que es la base. Demasiada jerarquía y demasiado hermetismo. De seguir así la iglesia se va a quedar sin fieles y sin sacerdotes.