El próximo viaje del Papa Francisco a Asia empieza a ser noticia y también los contenidos y peculiaridades del mismo. Hasta el «Manifiesto Comunista» de dedica página y habla del Papa como el defensor de los musulmanes. Veremos como entienden todo esto los Budistas que también se cabrean alguna vez.
La noticia de hoy domingo es de nuevo el Cardenal Muller que se esta convirtiendo, parece que a pesar suyo, en un referente en la oposición al Papa Francisco. Aquí entramos en cosas serias y se habla de nuevo de proceso de cisma silencioso. Es un hecho que son muchos los católicos que no se identifican en absoluto con el rumbo que está tomando el actual pontificado. Esto ha causado ya la desafección de muchos, tantos, que son los que llenan las iglesias. Es muy común escuchar a los sacerdotes los comentarios continuos que sufren de tantos fieles y que no pueden hacer otra cosa que callar. El régimen de terror y de represión ha llevado a la desafección, por ahora, y la inhibición dolorosa de tantos que ven como se desmantela lo poco que queda de tejido católico en la sociedad, y esto se hace desde dentro. La alocada huida hacia adelante de un caduco progresismo posconciliar y el silencio amargo de tantos está creando una situación que aunque no se llame cisma de hecho lo empieza a ser. Los desprecios y humillaciones, públicas y privadas, no corresponden ni de lejos a lo que debe ser la Iglesia y a quien tiene la misión de cuidad el rebaño y de mantenerlo unido.
La ruptura en la iglesia en el peor mal que puede suceder porque se alarga en el tiempo e implica a generaciones posteriores que nacen dentro del cisma. Tenemos el ejemplo de la ortodoxia y de la Iglesia protestante. Estos dos grandes cismas y sus consecuencias nos deberían hacer reflexionar para huir del peligro como de la peste.
La Iglesia nacional Luterana Sueca empieza a modificar los términos sexistas aplicados a Dios y no le gusta que se le llame Señor porque no es un hombre. Ya no saben que hacer para salir en los papeles y ser más innovadores que nadie. Entre la genialidad y el ridículo existe una linea muy sutil y es fácil no darse cuenta de que se ha pasado.
El comercio de bisutería religiosa entorno a San Pedro es objeto de requisas periódicas por parte de la policía italiana. La invasión del made in china además libre de impuestos esta comiéndose el mercado tradicional.
El Papa Francisco suele rezar con mucha pausa esta oración del ordinario de la Misa :»Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”, no tomes en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.» Es lo que pedimos en este domingo.
Buena lectura.
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