Seguimos con un mes de agosto extraño en el que nos desayunamos con una abundancia informativa impropia de estos calores. Los que gobiernan, mucho más en el Vaticano, siguen con las viejas tácticas de pensar que en estos meses cálidos la humana naturaleza es capaz de tragar con todo sin hacer muchas preguntas. Las firmas críticas están de vacaciones y es mucho más fácil controlar los daños colaterales. Hoy sucede esto y los nuevos medios hacen que nuestra Specola, por ejemplo, se pueda escribir sin problema en cualquier rincón del planeta y la información se genera en tiempo real sin necesidad de esperar a septiembre.
Scola entra en la situación de la Iglesia y sobre el próximo Sínodo: “comenzar de nuevo desde Von Balthasar y De Lubac. No se puede vivir sin el sentido de la existencia». Él mismo las define «Notas sobre el Sínodo», y es el prefacio a la nueva edición de «Conversaciones sobre la Iglesia», una recopilación de entrevistas que Scola concedió en 1985 a Henri De Lubac. y Hans Urs von Balthasar. Se pregunta «¿Tiene realmente sentido volver a publicar dos textos que tienen casi cuarenta años, teniendo en cuenta todos los acontecimientos que han tenido lugar en la Iglesia y en la sociedad en las últimas décadas?». «Estoy convencido de que el genio teológico-cultural de los dos autores ha ofrecido respuestas esclarecedoras, evidentemente con diferentes grados de intensidad, a problemas todavía abiertos hoy».
«Recordando las tesis de Von Balthasar y De Lubac, «el sentido religioso es indestructible. Puedes enterrarlo bajo montones de escombros, pero, como las briznas de hierba en primavera, volverá a brotar. Por tanto, hablar de humanismo exclusivamente para describir el estado actual de las cosas, como hace el filósofo Charles Taylor, puede en el mejor de los casos identificar una categoría sociológica de alguna utilidad, pero no va al meollo del problema». «La cuestión religiosa está muy presente en la vida de los hombres de hoy y se siente en su experiencia cotidiana , más allá de la conciencia que logren tener de ello y con independencia de la forma en que intenten comunicarlo». La que vivimos «no es sólo una era de cambios sino un cambio de era». Von Balthasar: «Si el cristianismo desaparece, no volveremos al Antiguo Testamento, sino a un neopaganismo».
En el encuentro de Rimini no pude faltar un espacio sobre el legado de Benedicto XVI. «¿Por qué hubo tanta gente en el funeral de Benedicto XVI el 5 de enero en la Plaza de San Pedro? «Benedicto XVI puso el tema de Dios y la fe en el centro de su pontificado, en la búsqueda continua del rostro de Señor Jesucristo y ayudar a todos a conocerlo». El pueblo cristiano (y no sólo) lo siguió no sólo porque era inteligente, un gran intelectual y un gigante de la teología; no sólo porque era sensible, profundo y brillante; no sólo porque como ningún otro ha sabido desafiar con humildad las mentes de nuestro tiempo y corregir con valentía a la Iglesia durante el terrible flagelo de los abusos. La gente lo amaba porque «Benedicto XVI era verdaderamente un amigo de Jesús, porque siempre ponía a Jesús en el centro». La búsqueda de la verdad «lo convirtió en un hombre cuidadoso y realista». Y como todo hombre inteligente, «apreciaba la fe de los simples»: «A pesar de todas las investigaciones científicas y tecnológicas, la capacidad de captar lo que realmente importa se da a los más pequeños».
Seguimos con artículos sobre lo que está sucediendo en el Opus Dei. Hoy vemos lo que podemos considerar una respuesta de la prelatura que lleva firma de Rafael Domingo Oslé, profesor de la Universidad de Navarra y evidentemente laico. «Al dar vida a las prelaturas personales, el Concilio Vaticano II optó por incorporar a la Iglesia el entonces moderno principio de funcionalidad, como tercer pilar, como complemento de los otros dos grandes pilares: los principios de personalidad y territorialidad. El principio de funcionalidad justifica y legitima la creación de instituciones eclesiásticas para cubrir una urgente necesidad pastoral reconocida como tal por la jerarquía de la Iglesia. En torno a esta brillante y revolucionaria idea, muy en la línea de lo ocurrido en el derecho laico, pronto se desarrolló un apasionado debate canónico sobre la naturaleza jurídica de las prelaturas personales, que desde sus inicios exigió reinterpretar, enriquecer y avanzar en la comprensión de los dualismos territorialidad-personalidad. , carisma-jerarquía, sacerdocio-laicado con los que tradicionalmente ha operado el derecho de la Iglesia».
«Así, algunos canonistas tendieron a considerar las prelaturas como circunscripciones pastorales casi diocesanas, comparables, pero no identificables, a las Iglesias particulares, enfatizando así su carácter jerárquico. Otros concebían las prelaturas personales como organismos basados en asociaciones para una mejor formación, incardinación y distribución del clero al servicio de las Iglesias particulares y, por tanto, comparables, pero no identificables, a las asociaciones clericales».
«Las nuevas normas dejan muy claro que las prelaturas no son estructuras jerárquicas cuasi diocesanas y, por tanto, no pueden asimilarse a las Iglesias particulares. Al contrario de lo que pensaban algunos canonistas, la reforma asimila expresamente las prelaturas a asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con derecho a incardinar al clero. Este es quizás el punto central de la reforma». » Me parece importante subrayar que asimilarse al derecho no significa identificar, sino buscar un «primum analogatum», concepto primario que sirva de referencia para quienes interpretan y aplican el derecho». «La asimilación es una técnica legislativa que evita repeticiones innecesarias, facilita la interpretación y permite el desarrollo ordenado de instituciones nacientes. Pero identificar plenamente los elementos asimilados es un error que acaba desvirtuando el componente más débil».
«Decir que las prelaturas pueden asimilarse a determinadas asociaciones clericales prueba, en definitiva, que no son constitutivamente asociaciones clericales, sino algo más». «Una interpretación clerical, clericalista, si se me permite, de la reforma que no sólo asimila, sino que identifica la prelatura con una asociación clerical, distorsionaría el carisma esencialmente secular de la única prelatura creada hace cuarenta años por la Santa Sede. Además, una excesiva clericalización de la reforma, o un exceso de academicismo que cerraría los ojos a una realidad pastoral ya existente, contravendría el espíritu evangelizador y sinodal que el Papa Francisco viene promoviendo desde el inicio de su pontificado».
El Opus Dei vive su «annus terribilis», al que se suma el ‘asalto’ a Torreciudad secundario, pero importante, significativa y simbólicamente hablando, por el cambio de jurisdicción del Santuario de Torreciudad, impulsado y puesto en marcha por el Opus Dei, para pasar de oratorio de la Prelatura a santuario de la diócesis de Barbastro-Monzón. El obispo de Barbastro-Monzón, aprovecha el momento histórico y dio un golpe de estado con audacia para tomar posesión de Torreciudad, una de las últimas “locuras de San Josemaría”, un imponente santuario mariano construido, mantenido y gestionado por el Opus Dei. Realmente se vive como un “atraco con guante blanco”, tomar algo que era de otro, pero todo en el contexto de la «corrección eclesiástica». El 20 de agosto el obispo presidió la misa de Nuestra Señora de los Ángeles y dejó claro que el futuro del santuario pertenece al obispo diocesano y no a la prelatura. Quien dócilmente expresó su tácita aceptación del hecho consumado, con la presencia en el acto del vicario regional de España, Ignacio Barrera.
Hay muchos más temas que vemos muy señalados en otros titulares de nuestra Infovaticana. Las reliquias de San Juan Pablo II de visita en la Verna de San Francisco. El Papa Francisco que dedica la audiencia a San Juan Diego y sigue con sus disgustos por lo mal que se evangelizó America, «acompañado de intereses mundanos». El amigo Spadaro y sus interpretaciones del evangelio. La disolución de la Compañia en Nicaragua y expropiación de todos sus bienes por el fuego amigo de Ortega y señora. El comienzo de las obras que convertirán en peatonal el entorno de Piazza Pia, Castel Sant’Angelo y San Pietro.