El viernes tendremos una Misa en San Pedro con inmigrantes y para inmigrantes recordando la visita del Papa Francisco a Lampedusa hace justo cinco años. Según muchas opiniones, y no precisamente indocumentadas, este fue el punto de arranque de la invasión de Italia. Una sucesión de gobiernos no elegidos y de de proclamas de acogida sin límites han provocado la situación actual de cabreo generalizado y de verdadero cambio político de fondo. Ahora los vientos giran hacia España que ya se está convirtiendo en la segunda Italia como tierra prometida.
Los francisquistas y antifrancisquistas nos brindan páginas inolvidables de la situación caótica que estamos viviendo. Celebramos los 30 años del cisma lefebriano, que parecía que se podía solucionar en el año de la misericordia, pero que por ahora estás más que parado y que, vistos los aires luteranos que se enseñorean de los estados pontificios, no parece muy cercano. Las simpatías o antipatías personales no ayudan a las instituciones a tomar decisiones a largo plazo. El argumento de «esto se hace así porque ahora mando yo» termina con el mandato del interesado y el siguiente puede utilizar los mismos argumentos para todo lo contrario. Ya el apóstol Pablo criticaba con fuerza estas posiciones. El club de antifrancisquistas crece por momentos y con firmas de prestigio y argumentos de fondo. El coro aumenta y hoy recogemos algunas críticas y contra críticas que ponen de relieve esta situación.
Tenemos documental sobre San Juan Bautista financiado por los ruinosos medios Vaticanos y el anuncio de que John Malkovich será el «nuevo papa» en la próxima serie de Sorrentino. Como es posible que unos hagan dinero y otros arruinen hasta la pólvora del rey. Presagiamos futuro éxito de Sorrentino que como siempre donde pone la mano pone el éxito.
El vaticano sigue con su política publicitaria en la línea en que ya nos tiene acostumbrados y a la presencia del equipo de cricket, uniformado con los colores pontificios sobre fondo negro y prefecto cuello romano eclesiástico, se une el deseo encomiable de la salvación del planeta. Inevitablemente nos viene a la memoria las palabras evangélicas que ante la vista de magnifico templo de Salomon anuncio su destrucción. Que lejos queda la preocupación exclusiva por el reino de Dios. Ahora queremos salvar el planeta pero no con la proclamación de la Buena Nueva sino salvarlo del calentamiento global y prepararnos para el cambio climático. No es extraño que el Papa Francisco vea a sus curas poco motivados y cansados. Fueron educados para predicar el evangelio y no para salvar al planeta y entre la desorientación y la avanzada edad el desanimo está servido.
En muchas partes del mundo los sacerdotes mueren por su fe , hoy tenemos un caso en centro Africa, y podemos poner cientos de ejemplos y decir orgullosos que estos son nuestro curas . En Italia se nos ha «maricasado» un cura de Verona con su amigo de siempre que ha elegido como paraíso para sellar el amor las islas canarias. El obispo se ha enterado por la prensa y dice que tendrá que hacer algo. No salimos de nuestra sorpresa al conocer la lejanía que tienen los obispos con su cada vez más escaso clero. Como en Chile, y no sólo, no sabemos si no saben, no son capaces de saber o no quieren saber, que todo puede ser.
La curiosa noticia de los problemas financieros de la Capilla pontificia sigue coleando y tenemos la defensa de presunto huido que nos dice que algo hay pero que no es para tanto y que el problema son las luchas internas. Para ser un sitio tan pequeño y con tan pocas personas no se entiende tanta justificación con peleas de barrio de acusaciones tan graves en medios públicos. El Papa Francisco nos invita a rezar por la paz en medio oriente, sin duda muy importante, pero la deseable «tranquilitas ordinis» no termina de llegar al estado pontificio.
Buena lectura.
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