Ayer tuvimos la clausura del Encuentro Mundial de las Familias en Roma. No es fácil transmitir la tensión interna que existe en torno a los actos públicos del Papa Francisco. Es evidente que son decisiones suyas con consecuencias que sufre toda la institución. Estamos ante un final de pontificado complicado de gestionar y ya está muy asumido que solo queda minimizar los daños colaterales, que no serán pocos, ni de poco calado.
Ya no son noticia los vacíos habituales en las audiencias y encuentro del Papa Francisco, se ha convertido en lo habitual, en rutina. Nos marearon con el horario y el lugar de la misa de clausura del encuentro de las familias, al final fue más tarde, ¿por el calor?, pero se mantuvo la plaza. Eran pocas horas, todo estaba preparado y el Papa Francisco quería. El resultado lo tienen ante sus ojos: vacío en la forma y en el fondo. Plaza más que vacía, en tiempos no tan lejanos se apretaban las sillas y estrujaban espacios para colocar el mayor número de fieles, hoy las sillas se estiran, ¿por la epidemia?, los sectores se aligeran, ni por esas, vacío, un mar de sillas vacías que solo ocupan un pequeño espacio en la plaza. Si contamos los metros cuadros de la plaza, ayer no llegaba a un cuarto el espacio ocupado con sillas, ocupadas en un cuarto, y somos generosos. Misa del macarrista Farrell con asistencia y homilia del Papa Francisco
Está catástrofe no hay quién la oculte, pero nos parece mucho peor el fondo. El Papa Francisco no ha tenido a bien hacer la más mínima referencia a la sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos sobre el aborto. Qué mejor ocasión, encuentro de familias; y que mejor momento, puesto en bandeja de plata. Nada, y por sí queda alguna duda, hoy tampoco ni palabra en el ángelus.
La agenda 2030, que el Papa Francisco ha abrazado y a la que la actual administración del Vaticano se dedica con pasión, incluye el ‘derecho’ al aborto. Nos quieren hacer creer que la agenda se puede trocear y que tiene partes buenas. La redacción está hecha de tal manera que no repugne de entrada y que se pueda vender de forma aseada, no nos engañemos: o se toma entera, o se rechaza. Podemos intuir con claridad que el Papa Francisco ha adquirido una suerte de compromiso por el que determinadas cosas no la va a defender, pero no la va a criticar. Los silencios son más elocuentes que las palabras, nos se cambia la doctrina, pero no se defiende, y se van colocando obispos fluidos que actúan de la misma manera.
La caída del comunismo empezó en Polonia, de la mano de Juan Pablo II. Nos vendían, no lo hemos olvidado, lo siguen haciendo, que aquello no era tan malo, que podía tener aspectos mejorables, pero que eran regímenes con justicia social y con una admirable distribución de la riqueza y cosas similares. Los primeros viajes de Juan Pablo II a Polonia hicieron ver a los sufridos y sometidos ciudadanos que el comunismo lo defendía una minoría y que era impuesto a la fuerza. Los medios de comunicación estaban todos controlados y la mayor muestra de rechazo permitida era poner las televisiones encendidas mirando hacia la calle, en las ventanas, para gritar que no se creían la ‘verdad’ oficial.
Creemos que con el aborto ha pasado lo mismo. El viernes ha caído el velo, los que defendemos la vida, no somos una minoría sumisa dispuesta a someternos por un mal entendido diálogo a aceptar que al asesinato de inocentes es un ‘derecho protegido’. Muchos estados en toda la unión están aprobando en cascada, con gran aplauso y alegría, la prohibición de aborto y leyes de protección del concebido y no nacido. Esperemos que pronto sea reconocido documentalmente con un ser humano con todo sus derechos y protegido por la ley. A partir de ahora el velo ha caído y las intenciones han quedado destapadas. Los silencios y las declaraciones medidas no sirven, o estamos con los asesinos o con los asesinados. Lo demás son composturas repugnantes que definen a sus ‘prudentes’ defensores.
Los obispos de Estados Unidos están dando la cara, con la excepción esperada y nada sorprendente de los macarristas, y han demostrando su grandeza, por eso llama mucho más la atención la falta de respuesta de otros y sus componendas. Fue «un día histórico en la vida de nuestro país, uno que agita nuestros pensamientos, emociones y oraciones», un día «fruto de las oraciones, los sacrificios y la defensa de innumerables estadounidenses de a pie de todos los ámbitos de la vida»
No esperábamos gran cosa, pero hablamos del presidente de la Pontificia Academia para la Vida, del Vaticano y se supone que católica, que ha concedido entrevista al mayor periódico del régimen. Paglia, de Sant’Egidio, se bamboleó, como sabe hacerlo, hasta el punto que el titular es «Aborto, la ley no cambiará …» Ante la pregunta de si, tras la sentencia estadounidense, el aborto también será cuestionado en Italia: “pero NOOO… si acaso, abre una discusión sobre un problema que también es nuestro”. «No hay que criminalizar a las mujeres que abortan, de hecho, debemos dar espacio a su voz».
El Católico devoto Biden dice que es «un día triste para al país». «La salud y la vida de las mujeres ahora están en peligro». «Déjenme que sea muy claro y no ambiguo. La única manera en que podemos asegurar el derecho de una mujer a elegir es que el Congreso restaure las protecciones de ‘Roe contra Wade’ como una ley federal. Ninguna acción ejecutiva del presidente puede hacer eso». «Mi administración defenderá ese derecho fundamental. Haré todo lo que esté a mi alcance para luchar contra ese ataque profundamente antiamericano» «Necesitamos más líderes estatales que protejan este derecho a nivel local (…) Tenemos que elegir a funcionarios que hagan eso». «El tribunal ha hecho lo que nunca antes había hecho: quitar expresamente un derecho fundamental… Me deja atónito». Pero estimó que esa decisión «no debe ser la última palabra», y declaró: «El Congreso debe actuar… esto no ha terminado».
Para muestra un botón de por dónde nos quieren llevar. El profesor Aaron White, que vive en marimonio, participó en la Conferencia Internacional de Teología Moral en Roma, celebrada del 11 al 14 de mayo, como invitado. Organizan la Gregoriana, el Instituto Teológico Juan Pablo II y el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. El tema: la Amoris Laetitia con motivo de su quinto aniversario. Publica en Los Angeles Times que le contó al Papa Francisco: “Trabajo con católicos LGBT en Estados Unidos y quiero agradecerle por decir que todas las personas deben sentirse bienvenidas en la iglesia”. Según el periódico, la repuesta fue: «Debes continuar ese trabajo porque necesitan sentirse bienvenidos en la iglesia y necesitamos más personas como tú». White dejó claro al público que es un «hombre gay que ha vivido en una relación comprometida durante 17 años». Quiere trabajar para cambiar la Iglesia y elogió la decisión del Papa de elevar a Robert McElroy, a cardenal. McElroy instaló a White en 2026 como asistente pastoral en la Iglesia de St. John the Evangelist en San Diego, donde dirigió programas educativos y un grupo de «estudio bíblico LGBT».
El patriarca ruso Kirill se cayó en la iglesia de Novorossiysk al bajar del púlpito: «El hecho de que me haya caído hoy no significa nada. Es solo que el piso es hermoso, es tan brillante y suave. Pero cuando cae agua sobre él, agua bendita también, las leyes de la física funcionan, pero, por la gracia de Dios, sin ninguna consecuencia”. El protodiácono Andrei Kuraev ha contado que el hecho de que nadie tuviera tiempo de levantar al patriarca se debió «a las restricciones del coronavirus, por lo que el patriarca no puede ser tocado ni apoyado en los escalones».
«Sígueme».
Buena lectura.
Bergoglio cada día que pasa es menos cinico y mas abiertamente hereje.