En ese curioso pontificado que se resiste a terminar, no deja de sorprendernos y el Papa Francisco, más SJ que nunca, ha iniciado un ciclo de catequesis sobre un tema tan católico como el discernimiento: “No se puede tomar una decisión porque lo dice mi marido, lo dice mi mujer… Cada uno debe decidir”. «Por eso es importante saber discernir: para decidir bien hay que saber discernir’». Estamos ante un palabro que se ha convertido en la disculpa perfecta para justificar lo que sea, cuando sea y como sea. aquí discernir discierne todo el mundo, sin tantas complicaciones jesuíticas, son muchos los que han discernido que no les gusta el Papa Francisco y se alejan de él, y de rebote, tantas veces, de la Iglesia.
El primer papa jesuita de la historia ha propuesto esta forma de ‘decodificar el alfabeto del corazón’. Estirando el argumento: “Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro». «A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección». “Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte”.
No puede faltar, ya es habitual, el guiño a sus naciones unidas del alma: “Mañana celebraremos la Jornada Mundial de Oración por la Custodia de la Creación, que finalizará el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís. El tema de este año, ‘Escuchar la voz de la creación’ puede fomentar en todos el compromiso concreto de cuidar nuestra casa común». «Nuestra hermana madre tierra gime y nos suplica que detengamos nuestro abuso y su destrucción. Rezamos para que las cumbres Cop 27 y Cop 15 unan a la familia humana para afrontar con decisión la doble crisis del clima y la destrucción de la biodiversidad”.
Seguimos con noticias sumamente interesantes y vemos que Stefano Fontana presenta su nuevo libro: «¿Ateísmo católico?», sin duda, arriesgado y provocador. «Este libro concluye el recorrido de todos mis libros recientes, desde Filosofía para todos hasta Filosofía cristiana. Después de todo, todos trataban de un solo tema, de hecho, el ateísmo católico. Todos se enfrentan al problema de qué sucede cuando la fe se sirve de una filosofía equivocada, incompatible con ella y capaz de distorsionar sus contenidos. Más específicamente: qué sucede cuando la fe se basa en una filosofía atea».
«La fe católica necesita la razón filosófica con la que debe relacionarse por su misma esencia. Esta es la condición según la cual la fe católica presenta a la razón filosófica, con la que necesariamente entra en relación, sus propias condiciones de verdad, a partir de las cuales descarta las filosofías inadecuadas y trata de relacionarse con la filosofía natural del espíritu humano, el único verdadero». «Hay un ateísmo filosófico, una filosofía atea, que contradice radicalmente esas exigencias de verdad de la fe, hasta el punto de que si fuera utilizada por la fe se produciría el cortocircuito de un ateísmo católico».
«El ateísmo filosófico trata de dar los primeros pasos en la filosofía, de tal manera que es imposible pensar en Dios ahora, (…) negó a Dios en sus conclusiones, completas con voluminosos tratados, pero ya había negado a Dios en sus primeros pasos, en sus, como dicen los expertos, «principios»». «La filosofía moderna es «atea» aunque muchos de sus filósofos fueran cristianos, como Kant, o incluso católicos, como Descartes. Porque el ateísmo católico no se trata de una actitud subjetiva, sino de la lógica atea dentro de las categorías conceptuales que se asumen. Es un ateísmo epistémico, teórico, conceptual. Dado que el pensamiento moderno parte de la creencia de que nada existe más allá del pensamiento, Dios se vuelve impensable y el «principio de inmanencia» vinculará todos los demás pasos del camino filosófico posterior».
«Nacerá una fe sin dogmas, basada en las buenas prácticas personales, los teólogos católicos exaltarán a Kant e imitarán su “pietismo”, es decir, la reducción de la fe al buen comportamiento social, argumentarán que los dogmas son compatibles con cualquier enfoque filosófico, en los seminarios todas las filosofías se enseñarán indiferentemente, los sacerdotes y obispos hablarán muchos idiomas diferentes, el concepto de herejía se convertirá en algo positivo, y todos nosotros, cuando hablemos entre nosotros, ya no podremos distinguir el acto subjetivo de fe de nuestro interlocutor con lo que nos está diciendo de contenido doctrinal, para que la buena fe sustituya a la fe. Con el ateísmo católico es posible que uno sea subjetivamente de buena fe y objetivamente piense y opere como ateo».
El espíritu de fe se pierde en el pueblo cristiano, comenzando por sus líderes eclesiásticos. El espíritu de fe y de lo sobrenatural ha sido sustituido por el espíritu político, que es aquel con el que el cristiano pretende comprender la realidad con la sola razón e intervenir sobre ella sin recurrir a la acción decisiva de la gracia. El Papa Francisco ha recordado repetidamente que los verdaderos reformadores de la Iglesia son los santos, pero su enfoque de los grandes problemas del mundo parece siempre político y, por lo tanto, «mundano» más que sobrenatural y movido por un espíritu de fe. Este enfoque «político» dominó el último Consistorio y fue una gran oportunidad perdida para abordar los graves problemas que aquejan a la Iglesia hoy. En el centro de la reunión de cardenales estuvo oficialmente la reforma de la Curia propuesta por la nueva Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, pero de hecho el Papa impidió que los cardenales se pronunciaran en sesión conjunta sobre este y otros temas, poniéndoles un bozal.
Desde hace al menos siete años, el Papa Francisco no permite que los cardenales hablen para expresar su opinión. El Consistorio, a instancias del Papa, se fragmentó en grupos lingüísticos, paralizando a los cardenales e impidiendo ese diálogo franco y directo que se había producido, por última vez, en febrero de 2014. Magister nos ofrece, por ejemplo, el discurso que Walter Brandmüller había preparado, pero que no le permitieron pronunciar, estamos seguros que no es caso único y veremos muchos más publicados. El cardenal Brandmüller recuerda la función de los cardenales, expresada por el derecho canónico, que en la antigüedad encontraba su expresión simbólica, en el rito del «aperitio oris», de abrir la boca. Un rito que “significaba el deber de expresar con franqueza la propia convicción, el propio consejo, especialmente en el consistorio. Lamentablemente, esa franqueza está siendo sustituida por un extraño silencio. Otra ceremonia, la del cierre de la boca, que seguía al «aperitio oris», no se refería a las verdades de fe y de moral, sino a los secretos de oficio».
«Hoy, sin embargo, deberíamos subrayar el derecho, más aún, el deber de los cardenales de expresarse claramente con franqueza precisamente cuando se trata de las verdades de la fe y de la moral, del» bonum commune «de la Iglesia. La experiencia de los últimos años ha sido bastante diferente. En los consistorios -convocados casi exclusivamente para las causas de los santos- se repartían tarjetas para pedir la palabra, y obviamente se sucedían intervenciones espontáneas sobre cualquier tema, y punto. Nunca ha habido un debate, un intercambio de argumentos sobre un tema específico. Evidentemente, un procedimiento completamente inútil «, a pesar de la primacía del sucesor de Pedro, no excluye en absoluto» un diálogo fraterno con los cardenales, que «están obligados a colaborar asiduamente con el Romano Pontífice» (canon 356). Cuanto más graves son los problemas del gobierno pastoral, más necesaria es la implicación del colegio cardenalicio”.
«Cuando Celestino V, en 1294, conociendo las circunstancias particulares de su elección, quiso renunciar al papado, lo hizo tras intensas conversaciones y con el consentimiento de sus cardenales. Una concepción completamente diferente de la relación entre papa y cardenales fue la de Benedicto XVI, quien -un caso único en la historia- hizo su renuncia al papado, por motivos personales, sin el conocimiento del colegio cardenalicio que lo había elegido. Hasta Pablo VI, que aumentó el número de electores a 120, había sólo 70 electores. Este aumento del colegio electoral a casi el doble estuvo motivado por la intención de conocer la jerarquía de los países alejados de Roma y honrar a aquellas Iglesias con la púrpura romana. La consecuencia inevitable fue que se crearon cardenales que no tenían experiencia de la curia romana y, por tanto, de los problemas del gobierno pastoral de la Iglesia universal. Todo esto tiene graves consecuencias cuando estos cardenales periféricos son llamados a elegir un nuevo Papa”. «En esta situación, no se puede excluir el peligro de la simonía en sus diversas formas”. Un buscado manto de silencio ha caído sobre el Consistorio. Y el silencio de los que deberían hablar es el mayor castigo que Nuestro Señor puede infligir a su Iglesia».
Paglia se destapa en todo su esplendor y nos descubre que no está en mínima discusión la ley del aborto en Italia y, es de suponer, vete a saber, que el mismo criterio se tendrá en los demás países. Nada de repensar una ley que hasta ahora en Italia ha producido el genocidio de seis millones de «grupos de células» – fetos que , desde un punto de vista católico, son personas». Todo apunta a que la iglesia, el Papa Francisco y la actual administración del Vaticano no piensa en lo más mínimo en ir en contra de la supresión legal de millones de vidas humanas. Alguien, algún día, quien sabe, nos explicará cómo es posible que la Comunión fuera otorgada por el Vaticano a Biden, un extremista del aborto hasta el noveno mes, y a Nancy Pelosi. ¿Dar la Eucaristía a la gente defiende leyes para contratar sicarios y despedazar a los recién nacidos?
Vigano nos ofrece una larga reflexión titulada: ‘La visión “teológica” del Gran Reinicio’. «Nadie actúa sin un propósito, e incluso lo que sucede ante nuestros ojos desde hace más de dos años es consecuencia de un conjunto de causas concomitantes que presuponen un pensamiento inicial, un principio informador, por así decirlo. Y cuando nos damos cuenta de que las razones que se nos dan para justificar las acciones realizadas no tienen razonabilidad, quiere decir que esas razones son pretextos, razones falsas que sirven para ocultar una verdad inconfesable». «Este es en realidad el camino del Maligno. Cuando nos tienta, miente para hacernos creer que es nuestro amigo, preocupado por nosotros, por nuestro bien. Como un ladrón de feria, el diablo nos ofrece sus descubrimientos milagrosos, sus elixires de felicidad y riqueza, por la módica suma de nuestra alma inmortal. Pero esto, por supuesto, lo guarda en silencio, y como un estafador escribe las cláusulas del contrato en letra pequeña». «A través del Gran Reinicio quieren cancelar la sociedad cristiana occidental para establecer una sinarquía liberal-comunista sobre el modelo de la dictadura china, en la que toda la población es controlada y maniobrable a voluntad».
Mikhail Gorbachev, el último presidente de la Unión Soviética, ha fallecido a los 92 años. Queda en la historia el apretón de manos entre Juan Pablo II y el presidente de la entonces Unión Soviética, en vísperas del derrumbe del imperio comunista. Gorbachov fue destruido por su perestroika, en Occidente era estimado y popular, en Rusia odiado. El Papa Francisco ha enviado telegrama a su hija Irina donde agradece: «su clarividente compromiso por la armonía y la fraternidad entre los pueblos»
«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Buena lectura