Vamos adelante con la semana y las noticia, algunas muy de fondo, no cesan. Observamos con satisfacción que cada vez encontramos más artículos que profundizan en la situación que vivimos e intentan encontrar argumentos que la explican y la racionalizan. En complicado moverse en el caos, pero incluso el caos puede tener su lógica caótica, siempre interesante conocer. Las noticias de hoy van en esta línea que consideramos sumamente necesaria, aun a riesgo de alargarnos, es verano y además de dormitar se puede leer, el demonio no descansa en agosto y se nota.
Empezamos con las Jornadas de Lisboa y seguimos con artículos sobre Savannah Dudzik, la chica pro vida de 23 años de Florida, que se ha hecho famosa por la adoración al Santísimo Sacramento en la Jornada de Lisboa. Se enfureció cuando vio que las Hostias consagradas habían sido colocadas en «unas pocas cajas de plástico gris» apiladas como un almacén para la adoración individual. Ha escrito a los organizadores de las Jornadas, a la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y la Santa Sede, pero no recibió respuesta. «¡Y qué pasó mientras se habla de un despertar eucarístico!». “Los organizadores tuvieron tres años para planificar este evento. ¿No previeron la posibilidad de que quedaran miles de Hostias consagradas?». Dudzik explicó que no se identifica como una «católica tradicional», y que ocasionalmente asiste a la Misa Vetus Ordo. «Como muchos de mi generación, amo la misa tradicional en latín por su belleza y reverencia, pero solo soy católico».
El esfuerzo de los medios, en Italia y no solo, ha sido silenciar o presentar una Iglesia que recoge el consentimiento de los jóvenes si se abre a temas «de moda», como el ecologismo, el género, etc. Una Iglesia que hace suya la Agenda 2030. Pero, ¿realmente es así? . Los medios hablan mucho sobre la cultura LGBT+ o sobre temas como la ecología, pero en Lisboa no se vio nada de esto, o fue muy anecdótico. Nadie dijo: «Voy a ver a James Martin porque es imprescindible». Los jóvenes buscan la pureza, que es una gracia difícil de encontrar o mantener, más aún hoy en día. Los medios ciertamente creen que la pureza es una locura, pero eso es lo que muchos, si no todos, buscan, antes de verse abrumados por la pornografía y la falsa libertad sexual posterior al 68.
Una Iglesia que ofrece los sacramentos, donde no se debe luchar por encontrar una iglesia abierta, un confesor o una Misa. Es difícil pensar que un sacerdote que se ocupa regularmente de la confesión no desarrolle su sacerdocio hacia la santificación de sí mismo y de sus feligreses… Los medios de comunicación no tratan estos temas. En las Jornadas las colas para confesarse eran muy largas y las Misas así como los momentos de oración eran las «ofertas» más buscadas. Las misas llenas, los confesionarios llenos, los jóvenes que intentaban conocer más la vida de los santos o venerables, llenar las salas de cine o las conferencias sobre Carlo Acutis y Guido Schäffer, el joven médico y surfista brasileño que murió en 2009. ¡Dejen de darle voz al Diablo! ¡Hablemos de Belleza y Verdad!
Seguimos con muchos artículos sobre la última ‘caricia’ paterna del Papa Francisco al Opus Dei. “Con gran esperanza, la Iglesia dirige su cuidado y atención maternal al Opus Dei”, escribió san Juan Pablo II al instituir la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei, hoy , el Papa Francisco traiciona a su predecesor y pretende cambiar la naturaleza del Opus Dei. Podemos estar más o menos de acuerdo con una u otra institución dentro de la Iglesia en la que , al menos de palabra, cabemos ‘Todos, todos, todos». La belleza de la iglesia está en la armonía dentro de la inmensa diversidad que nunca agotará la riqueza infinita de Dios. Maltratar, y mucho más en estos tiempos, a quien intenta trabajar con honestidad, es una mezquindad y una locura. Cuando un pobre mortal es elegido papa cambia de nombre para indicar, antes se hacia en la vida religiosa, que ha muerto a su vida anterior y ha nacido una realidad nueve que no le pertenece. El ‘Papa’, este y todos, lo debe de ser de ‘Todos, todos, todos’, es el primer miembro del Opus Dei y el primer dominico; el primer cura diocesano, y el primer carmelita; y el primer…. todos lo deben sentir así o ha fracasado. No están los tiempos para desaprovechar lo poco que va quedando. El tema del Opus Dei tiene un trasfondo mayor y pretende domesticar, o ¿desmantelar?, todo lo ‘católico’ que se mueve.
San Juan Pablo II decía a algunos miembros del Opus Dei: “Así el mundo vive en la Iglesia a través, podemos decir, de un opus hominis, de un opus humanum. Pero en este opus humanum, dentro de este opus humanum, atravesando el mundo, gracias a Cristo encontramos un opus Dei, un opus divinum, un opus divinum Incarnationis, un opus divinum Redemptionis. Este opus divinum abarca todo lo creado, lo humano, lo que pertenece a la geografía de la Iglesia. Todo esto es creado en un principio, dado como don al hombre y luego divinizado a través de la Encarnación: «Verbum caro…»; y luego redimidos en su Cruz y en su Resurrección. Y este opus divinum, este misterio vive en el mundo creado, no sólo en este mundo nuestro: sino que el mismo cosmos inconmensurable está abrazado por este opus divinum. El hombre, la persona humana es consciente de esto, puede serlo si tiene la gracia de la fe».
Sabemos, es público y notorio, que el artífice de todo esto se llama Gianfranco Ghirlanda, ex rector de la Gregoriana y hoy cardenal, sin quitar la responsabilidad total de todo esto a las bendiciones pontificias. El jesuita siempre ha tenido un fetiche contra el Opus Dei y nunca ha aceptado lo que hizo Juan Pablo II para asegurar su adecuada independencia. Desde la cátedra de la universidad, Ghirlanda predicaba teorías que veían a los laicos en el poder y al Opus Dei sometido a la autoridad de los obispos diocesanos. Evidentemente, a los jesuitas no les gusta que los demás hagan «a su manera», como ellos. Basta pensar en los numerosos casos de abuso de poder, de conciencia y de abuso sexual que se dan en las diversas provincias de la Compañía de Jesús, los casos son muy numerosos, pero son muy pocos los que hablan de ellos. El caso Rupnik, por ejemplo, si no hubiera sido por muy pocos medios digitales todavía estaría a salvo en las salas blindadas de Borgo Santo Spirito.
Gianfranco Ghirlanda, después de años y años en los que hizo creer al mundo que era un experto en derecho canónico, ha demostrado su incompetencia con este pontificado. Ghirlanda no conoce el código de derecho canónico y quiere hacer un nuevo uno por motu proprio y reescrito a su medida. El cardenal jesuita es tan ignorante como para escribir: «Considerando que las insignias pontificias están reservadas a los que han recibido la orden episcopal, se concede al Prelado del Opus Dei, en razón de su oficio, el uso del título de Protonotario Apostólico supernumerario con el título de Reverendo Monseñor y por lo tanto podrá usar la insignia correspondiente a este título». Las insignias pontificias también están reservadas para aquellos que tienen «verdadera jurisdicción» .
Volvemos a Juan Pablo II: “Vosotros estáis aquí, representando los componentes en los que se estructura orgánicamente la Prelatura, es decir, sacerdotes y fieles laicos, hombres y mujeres, encabezados por su propio Prelado. Este carácter jerárquico del Opus Dei, establecido en la Constitución Apostólica con la que he erigido la Prelatura, ofrece el punto de partida para consideraciones pastorales ricas en aplicaciones prácticas. En primer lugar, quiero subrayar que la pertenencia de los fieles laicos tanto a la propia Iglesia particular como a la Prelatura, a la que están incorporados, hace que la misión específica de la Prelatura fluya en el compromiso evangelizador de cada Iglesia particular, como previó el Concilio Vaticano II en la esperanza de la figura de las prelaturas personales”.
La destrucción de esta «Obra de Dios» revela una vez más cómo este pontificado está en completa ruptura con sus predecesores y, sobre todo, con el Concilio Vaticano II. El Papa Francisco es el primer Papa que no vivió el Concilio sino solo sus efectos. El Concilio deseaba las prelaturas personales. El “Ut sit”: “Desde el momento en que el Concilio Ecuménico Vaticano II introdujo en el ordenamiento jurídico de la Iglesia mediante el Decreto Presbyterorum Ordinis, n. 10 – que se hizo ejecutivo mediante el Motu proprio Ecclesiae sanctae, I, n. 4 – la figura de las prelaturas personales dirigidas a la realización de obras pastorales particulares, parecía claro que esta figura se adecuaba perfectamente al Opus Dei. Por eso, en 1969, Nuestro Predecesor Pablo VI, de muy feliz memoria, acogiendo graciosamente la petición del Siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer, le autorizó a convocar un Congreso General extraordinario que, bajo su dirección, se ocupara de iniciar el estudio de una transformación del Opus Dei de acuerdo con su naturaleza y con las normas del Concilio Vaticano II”.
Hoy tenemos la otra cara de la moneda y mientras que para las realidades ‘católicas’ hay puñetazos y patadas, en las “confusas” y llenas de escándalos todo son bendiciones. La comunidad de Bose, realidad fundada por Enzo Bianchi, es recompensada por haber matado y enterrado al fundador. La Comunidad siempre se ha llamado monástica, pero que en realidad para la Iglesia Católica no era un monasterio en absoluto. El 29 de julio de 2023, se notificó a la comunidad de Bose que se convierte en monasterio sui iuris. Por tanto, una realidad ecuménica, formada por hombres y mujeres, pasa a ser plenamente reconocida por la Iglesia, ya no como una asociación de fieles laicos, sino de religiosos. ¿Cómo se puede pensar en tener sujetos que no son católicos en la misma comunidad? ¿Cómo pueden someterse a la ley de la Iglesia? Si hay personas que quieren vivir juntas, a pesar de sus diferentes creencias, pueden hacerlo, pero no pueden ser aprobados canónicamente. La Iglesia no puede ni debe tener jurisdicción sobre personas que tienen una fe diferente. Mientras cerramos los monasterios católicos, el Dicasterio para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica aprueba las solicitudes de las famosas «comunidades ecuménicas» donde se celebra la Santa Misa, si hay mucha suerte, solo los domingos.
De los Estados Unidos nos viene el relato de un caso que nos es único y denota donde estamos. «Una pareja católica en Massachusetts está demandando al estado, alegando que se les prohibió adoptar niños a través del programa estatal de crianza temporal debido a sus creencias religiosas sobre el matrimonio, la sexualidad y el género». “Después de meses de entrevistas y entrenamiento, y después de años de angustia, estábamos a punto de convertirnos finalmente en padres”. “Nos sorprendió absolutamente saber que Massachusetts preferiría abandonar a los niños en los pasillos de los hospicios que permitirnos llevar a los niños necesitados a nuestros hogares”. La Carta de los Derechos de los Padres de Adopción Temporal de Massachusetts establece que: «Un padre con custodia no será discriminado por motivos de religión, raza, color, credo, identidad de género, orientación sexual, origen nacional, edad o discapacidad».El estado mantiene a los niños en los hospicios, a veces durante meses después de que reciben autorización para irse, debido a la escasez de hogares a donde ir. El matrimonio Burke tiene una buena presentación, Mike es un veterano de la Guerra de Irak que sirvió en el Cuerpo de Marines de 2002 a 2006, cuando fue dado de baja con honores. Kitty es una profesional de niños con necesidades especiales. Actualmente tienen un negocio y hacen conciertos benéficos. Los Burke dijeron “que amarían y aceptarían a cualquier niño, independientemente de su futura orientación sexual o dificultades con la identidad de género”, al tiempo que reconocieron que no abandonarían sus creencias religiosas sobre el género y la sexualidad humana.
Otro artículo de hoy nos recuerda a Dietrich von Hildebrand que publicó The Devastated Vineyard en 1973, un análisis cuidadoso del estado turbulento de la Iglesia hace cincuenta años. Él preguntó: «¿Cómo debemos responder en la situación actual cuando la viña del Señor está devastada?» Su respuesta es instructiva: “Sería del todo falso decir: Ya que Dios lo permite, debe ser según su voluntad, y por lo tanto no tenemos más que decir: ‘Hágase tu voluntad’, aunque esta devastación nos rompe el corazón». Hildebrand continuó: “Como dice San Pablo, Dios permite que estos males nos pongan a prueba. Pero es una idea mortal y radicalmente falsa pensar que, dado que Dios permite que las herejías se propaguen fácilmente, debemos combatirlas no complacerlas con un espíritu de resignación». “Debemos darnos cuenta de que nuestro tiempo es como el tiempo del arrianismo, y por lo tanto debemos tener mucho cuidado de no envenenarnos sin darnos cuenta. No debemos subestimar la fuerza de aquellas ideas que llenaron el ambiente intelectual de la época, ni el peligro de contagiarnos de ellas cuando respiramos ese ambiente todos los días.
Tampoco se debe subestimar el peligro de acostumbrarse a los males de los tiempos y volverse insensible a ellos”. “Pero hoy estas malas tendencias pueden desarrollarse dentro de la Iglesia. Podemos discernirlos claramente en los sermones, cartas pastorales y libros de teólogos conocidos. Debido a que estas malas tendencias encuentran tan poca resistencia dentro de la Iglesia, se ha vuelto mucho más difícil para los fieles ordinarios comprender su incompatibilidad con el depósito de la fe. (…) hoy debemos desarrollar en nosotros mismos una especial conciencia, una santa desconfianza, porque no sólo vivimos en un mundo envenenado, sino en una Iglesia devastada. En nuestra prueba actual, Dios requiere de nosotros esta vigilancia, este temor piadoso de ser infectados. Sería una falta de humildad pensar que no corremos el riesgo de contagiarnos. Sería una falsa seguridad arraigada en el orgullo si pensáramos que somos inmunes. Cada uno de nosotros debe tomar conciencia de su propia fragilidad y comprender que Dios requiere de nosotros una especial vigilancia en la prueba que estamos atravesando”. «Así vemos que Dios espera de nosotros, en la presente devastación de su viña, que primero respondamos creciendo en la fe, la esperanza y el amor; en segundo lugar, tener especial cuidado de no infectarse de ninguna manera; tercero, combatiendo la devastación con todos los medios a nuestro alcance; y en cuarto lugar, sin olvidar que la verdad absoluta del depósito de la fe católica permanece objetivamente intacta por todos los discursos vacíos de ciertos teólogos».
Martin Henry en el Catholic Herald compara dos grandes movimientos históricos, especialmente recientes o contemporáneos, y pretender identificar analogías entre ellos: una comparación entre el entusiasmo actual por la «sinodalidad» dentro de la Iglesia Católica y el proceso de «perestroika» que ha ocurrido dentro de la Unión Soviética en un período ligeramente anterior. «Perestroika es un término que hacía referencia, en los últimos años del siglo XX, a un deseo indefinido, aunque bastante generalizado, de cambiar las estructuras políticas, sociales y económicas de la antigua Unión Soviética entre sus propios ciudadanos. El término puede traducirse, por ejemplo, como «reconstrucción» o «reorganización» o «realineamiento», pero quizás sea más importante para nuestros propósitos reconocer que evocó o reflejó un estado de ánimo de descontento en la sociedad soviética con el estado actual de cosas y la sensación de que “algo tenía que cambiar” para que todo el sistema no implosionara y se desintegrara». En el caso de la Iglesia católica, lo que parece haber sido el motor del cambio ha sido una cierta merma en la credibilidad de todo el sistema eclesial, problema que el Papa Francisco, con su apuesta por la “sinodalidad” pretende solucionar.
La Capilla Sixtina es uno de los lugares más famosos y simbólicos del Vaticano. Después de votaciones secretas, se elige a un Papa solo cuando un candidato recibe dos tercios de los votos. El anuncio se hace al mundo con una célebre humareda blanca. Hoy el humo de diferentes colores es producido por un generador de humo, activado por primera vez en 2005 y que se coloca al lado de la estufa tradicional. El humo que se ve salir de la famosa chimenea del Vaticano está formado en realidad por las cenizas de las papeletas de votación y por el humo de colores que producen las bombas de humo. Un dato interesante es que en la estufa más antigua, de hierro fundido, están grabadas las fechas de las últimas elecciones de papas desde marzo de 1939 hasta abril de 2005, de Pío XII a Benedicto XVI, todo un símbolo.
Y terminamos con el siempre claro y consolador Benedicto XVI que en «Glaube und Zukunft» : «Hemos perdido el sentido de que los cristianos no pueden vivir como vive cualquiera. La necia opinión según la cual no existe una moral cristiana específica es sólo una expresión particularmente fuerte de la pérdida de un concepto básico: la «diferencia del cristiano frente a los modelos del mundo». Incluso en algunas órdenes y congregaciones religiosas se ha cambiado la verdadera reforma por la relajación de la austeridad tradicional».
“El futuro de la Iglesia puede depender, ciertamente dependerá también en nuestro tiempo, de la fuerza de aquellos creyentes que tienen raíces profundas y viven una vida llena de la luminosa plenitud de la fe (…) Seguramente será una Iglesia consciente de su naturaleza de realidad religiosa, que no ganará crédito sobre la base de su poder político y que no coqueteará ni con las «derechas» ni con las «izquierdas». Tendrá una existencia fatigosa, ya que su nueva configuración y su renovación le costarán una purificación en la que también se consumirán muchas de sus mejores fuerzas. Será una Iglesia que haya emprendido el camino de la pobreza, y será en particular la Iglesia de los pequeños y de los débiles». Los hombres de un mundo en todos los aspectos «programado» se encontrarán en una soledad indecible. Cuando Dios haya desaparecido por completo de su horizonte, experimentarán en su piel una miseria terrible e ilimitada. Entonces descubrirán a la pequeña comunidad de creyentes como un hecho completamente nuevo, una novedad absoluta: como una esperanza que es también para ellos, como la respuesta a una pregunta que siempre les ha preocupado en secreto. Por eso estoy seguro de que se preparan tiempos muy difíciles para la Iglesia.
Su verdadera «crisis» no ha hecho más que empezar».
«Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».
Buena lectura.
Muy bueno.
Proféticas las palabras de Benedicto XVI. QED.