Las banalidades estivales del Papa Francisco, la pena de muerte en Vaticano, la moda de la sotana, obispos y masones.

Nos tememos que tendremos que abrir una sección sobre la ocurrencias del Papa Francisco. Hasta ahora venían identificadas con el mal de altura que parece afectar a Su Santidad en las ruedas de prensa de sus viajes internacionales. La Plaza de San Pedro se encuentra a 19 metros sobre el nivel del mar y la máxima altura en el miro estado es de 77. Puede ser el calor infernal de ferragosto romano , la edad que no perdona, el cansancio, o todo junto, quien sabe.

Hoy nos dice que los jóvenes sin trabajo tienen tres opciones: el suicidio, la cocaína o ser soldados del califato. Viene calificado, por esta y otras cosas, como el Papa banalizador.  Es un problema si se le toma en serio y mucho más problema si  no lo tomamos en serio. Se negó lo del rosario a Lula, encarcelado por corrupción,  pero hoy sabemos que el Papa Francisco ha mandado un caluroso mensaje de puño y letra y se encomienda a sus oraciones. El Papa Francisco, que usa siempre la sotana, dice que gracias a Dios ya no se usa y que mejor que no este de moda. Es evidente que el modo de vestir tiene un fuerte contenido social y de imagen. El Papa Francisco sin la sotana blanca dejaría de ser visto como autoridad y por eso no la suelta. Otra banalidad más. Es verdad que el hábito no hace al monje y que la nona aunque se vista de seda mona se queda. Los empresarios son muy peligrosos y se pueden comparar a la droga. Serán los calores.

Los Estados Pontificios existieron de facto entre 751 a 1870 y de jure hasta 1900, y por tanto, los Papas mantuvieron poder temporal como monarcas por mas de mil cien años, con unas pequeñas interrupciones, durante todo este tiempo, y de acuerdo a la doctrina teológica tradicional del magisterio de la iglesia, que ve a la pena capital como una “matanza legal” para detener al malvado y defender al inocente , un punto de vista defendido por Tomas de Aquino y Agustín (punto de vista que cambio radicalmente con el Concilio Vaticano II) , el Papa firmaba las sentencias de muerte como autoridad máxima e inapelable. Los métodos tradicionales de ejecución eran la decapitación, el ahorcamiento (que incluía la estrangulación) y el tradicional ahorcamiento con descuartizamiento público para los criminales convictos por crímenes considerados horrendos , mientras que la muerte en la hoguera era reservada a los caso de Herejía. Giovanni Battista Bugatti, mejor conocido como Mastro Titta, desempeño como verdugo del Papa de 1796 a 1865.  El Papa Pablo VI derogó el estatuto relativo a la pena capital de los «derechos fundamentales» de la Ciudad del Vaticano en 1969, ​ el cambio fue ampliamente conocido por el público en enero de 1971 después de que reporteros lo acusaran de hipócrita con motivo de sus críticas a las ejecuciones planeadas en España y en la Unión Soviética. Ser jefe es estado y papa tiene estos problemas. La teoría de la continuidad es muy complicada. Por si quiere aprovechar la ocasión, en Vaticano la tortura sigue siendo legal. 

Hoy sabemos que todo esto es «inadmisible», y nos alegramos,  esperando condenas tan enérgicas en defensa de la vida desde la concepción a su fin natural. Cuando varios países de América, entre ellos Argentina,  están a punto de aprobar sus leyes abortistas y se escucha un clamoroso silencio.

Los chilenos siguen con su petición de información al Vaticano y los obispos de Estados Unidos se avergüenzan, no es para menos, y animan a las víctimas a dar un paso adelante y llegar a fondo a la verdad.

El presidente Chino está empeñado en hacer un catolicismo a su imagen y semejanza y un conocido monje Budista está acusado de abusos a menores. Nos tememos que en China no harán mucho caso a la inadmisibilidad de la pena de muerte.

Para los diputados sicilianos será obligatorio declarar su pertenencia a la masonería. Llega una ley regional que así lo decide. No estaría mal modificar el derecho canónico y que los fieles puedan conocer, aunque sólo sea como información, que obispos pertenecen a la masonería, quizás esto explicaría tantas cosas en el Vaticano y sus alrededores y hasta en Honduras.

«Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.»

Buena lectura