Hoy es un día monográfico. Las declaraciones de del neo cardenal Ladaira diciendo que el acceso de las mujeres al sacramento del orden no existirá nunca es la Iglesia Católica llenan las páginas de todos los grandes diarios.
En estos turbulentos tiempos que nos toca vivir se da por hecho que todo puede cambiar con una gran excepción que es la posibilidad de cambiar. Todo es negociable y no se da por hecho que el mayor bien es la búsqueda de la verdad, en el caso religioso de la Verdad con mayúsculas, sino el consenso, considerado como un bien supremo indiscutible.
Desde los años conciliares se da por hecho en mucho ámbitos que todo tipo de «modernidades» aplicadas a las costumbres seculares de la iglesia es sólo cosa de tiempo. En tiempos más recientes se piensa que el Papa Francisco es muy «abierto» y que es favorable a toda la gama de modernidades que es absurdo enumerar. La tantas veces mencionada oposición irracional ultra conservadora obstaculiza lo que los bien pensantes del momento consideran una obviedad.
Cuando el Papa Francisco, o algunos de sus cercanos, recuerda las cosas de sentido común se rompe la magia y se empieza a ver rostros sorprendidos por recordad lo que es doctrina secular, mejor milenaria, de la Iglesia Católica.
El tema del sacerdocio es especialmente delicado porque aquí no se está hablando de si los seres humanos de sexo femenino pueden o no ser sacerdotes. Es algo mucho más demoniaco. Se está intentando destruir la esencia del sacerdocio católico desde su raíz. El problema no es si las mujeres pueden o no ser sacerdotes sino que se quiere que los hombre dejen de serlo. El gran tesoro de la iglesia es la Eucaristía y sin sacerdocio no hay Eucaristía y por tanto no hay iglesia porque queda descabezada. Una iglesia sin cabeza muere antes o después.
Recomendamos las palabras de San Francisco de Asís dirigidas a los sacerdotes: «Ruego también en el Señor a todos mis hermanos sacerdotes, los que son y serán y desean ser sacerdotes del Altísimo, que siempre que quieran celebrar la misa, puros y puramente hagan con reverencia el verdadero sacrificio del santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, con intención santa y limpia, y no por cosa alguna terrena ni por temor o amor de hombre alguno, como para agradar a los hombres; sino que toda la voluntad, en cuanto la gracia la ayude, se dirija a Dios, deseando agradar al solo sumo Señor en persona, porque allí solo él mismo obra como le place; porque, como él mismo dice: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1 Cor 11,24); si alguno lo hace de otra manera, se convierte en Judas el traidor, y se hace reo del cuerpo y de la sangre del Señor (cf. 1 Cor 11,27).
Recordad, hermanos míos sacerdotes, lo que está escrito de la ley de Moisés, cuyo transgresor, aun en cosas materiales, moría sin misericordia alguna por sentencia del Señor. ¡Cuánto mayores y peores suplicios merecerá padecer quien pisotee al Hijo de Dios y profane la sangre de la alianza, en la que fue santificado, y ultraje al Espíritu de la gracia! (Heb 10,28-29). Pues el hombre desprecia, profana y pisotea al Cordero de Dios cuando, como dice el Apóstol (1 Cor 11,29), no distingue ni discierne el santo pan de Cristo de los otros alimentos y obras, y o bien lo come siendo indigno, o bien, aunque sea digno, lo come vana e indignamente, siendo así que el Señor dice por el profeta: Maldito el hombre que hace la obra de Dios fraudulentamente (cf. Jer 48,10). Y a los sacerdotes que no quieren poner esto en su corazón de veras los condena diciendo: Maldeciré vuestras bendiciones (Mal 2,2).
En Chile tenemos nuevo viaje de Roma ahora para investigar otro caso de abusos en este caso en una comunidad femenina, la galería de los horrores continúa. Se recuerdan las normativas e indicaciones clarísimas que tenemos desde la época de San Juan Pablo II y que han sido tan olvidadas. La exhibición de taekwondo en la plaza de San Pedro rodeada de grandes elogios por el Papa Francisco ha terminado con la ausencia imprevista de los luchadores de Corea del Norte.
Buena lectura.
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Es como cuando en las películas dicen : «No te preocupes, todo estará muuuy bien…» Y zas!!! que se las dan.
El ataque es para la eucaristía, sin sacerdotes estamos fritos.
«Sería más fácil que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa misa».
Pues cuando los políticos dicen que no nos preocupemos, que por ningún motivo va a pasar tal o cual cosa, eso es señal inequívoca de que ya viene aquello. Dios quiera que en la actual Iglesia , no sea la misma cosa