El Vaticano es un universo, pequeño, pero universo. Los vaticanistas tienen como objetivo observar lo que pasa en este pequeño mundo que extiende sus ramificaciones a todo el mundo. Están sucediendo cosas que han cambiado el equilibrio de fuerzas y que hace que muchos en el Vaticano y en los vaticanistas estén más que despistados.
El Papa Francisco es Americano, muy americano, y no entiende, ni quiere entender los temas italianos y europeos. Lo de Chile le ha dolido en el alma porque es su territorio , el que el controla, o cree controlar y conocer y le han tomado el pelo. Lo mismo sucede con la peculiar política populista sudamericana en donde se siente con pez en el agua, son los suyos. America del norte y Europa, y no digamos Asia o Africa, no existen. Al Vaticano y a los vaticanistas les están atacando por la retaguardia y les pilla con las espaldas al aire. Para Italia el Vaticano está cada vez más lejos y el nombramiento de Sustituto en la persona de un venezolano no interesa a nadie. Saben que Parolín es imposible que ejerza la mínima influencia, ni en la iglesia italiana, ni en su política. Las viejas e influyentes glorias vaticanas están desaparecidas y anuladas, su influencia se reduce a pequeños círculos de incondicionales que esperan obtener alguna prebenda.
El arma de control con la que cuenta el Vaticano sobre el resto de la jerarquía católica es el cuerpo diplomático. Sin duda que ha tenido momentos de gloria y, en algunos aspectos, era considerado de un gran nivel. Aquí los tiempos también han cambiado, las vocaciones son pocas y lejanas a la preparación de antaño. No pasando mucho tiempo será complicado cubrir las embajadas. Los escándalos que surgen a diario en los cuatro puntos cardinales hacen ver que esta estructura ha sido complice o ineficaz ante todo lo sucedido. No es creíble que personas que se venden por inteligentes y hábiles no sepan nada de nada. Han mediatizado el nombramiento de obispos en todo el mundo y controlado sus promociones y ascensos. Al sufrido pueblo fiel le corresponde aplaudir y callar pero hoy todo se sabe antes o después.
Estos tiempos se han terminado y no es creíble que los mismos que han provocado, con su acción u omisión, esta catástrofe sean ahora los que la van a solucionar. Se puede sostener a personas indignas en sus puestos pero nadie las escuchará y su presencia hará un daño continuo a la Iglesia. El próximo encuentro de las familias es de chiste y todo lo que se diga o haga está viciado de raíz. O’Malley comunica con solemnidad que tiene un lío gordo en su seminario que que no piensa ir a Irlanda a pesar de tener un papel protagonista y de haberlo confirmado, tal como están las cosas no le hace ningún favor el sentarse al lado de Farrell.
Los golpes de estado en nombre del Papa Francisco es el centro de una interesante reflexión que nos aporta Marco Tosatti. El escandalazo, uno más, de Pensilvania no será el último y lo importante no es conocerlo sino intentar que los responsables no sigan vendiéndonos tolerancias cero y aferrándose como percebes a sus cargos con la única finalidad que protegerse a si mismos y contar con recursos económicos de la iglesia para pagar costosos procesos.
El Alemania ya tenemos el tercer sexo, o como se dice ahora género. Su gobierno, presidido por la hija de un pastor luterano, ha aprobado está modificación en el registro.
Son pocos los obispos italianos que en público aplauden a Salvini pero muchos en privado. Hoy tenemos otro que se manifiesta y nos deja claro que los italianos son peor tratados que los inmigrantes y que asistimos a un proceso organizado y calculado de islamización forzada. Siempre es de agradecer que los cojos anden y los ciegos recobren la vista. Son previsibles muchos más milagros en la buena dirección.
El Papa Francisco tiene un recuerdo para el desastre de Génova. El hundimiento, por absoluta desidia, del conocido puente es una imagen que nos recuerda que Europa necesita urgentemente mantenimiento o se caerá cuando menos pensemos.
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?»
Buena lectura.
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