Sin pena ni gloria han pasado las primeras canonizaciones pospandemia. Causa tristeza que grandes ejemplos de santidad, muchos de ellos muy populares y conocidos, se vean oscurecidos por el momento que vivimos. Los ‘simpatizantes’ del Papa Francisco nos son muy partidarios de rosarios, santos, demonios y consagraciones marianas, lo tienen que soportar y sonreír cuando en otros tiempos, con otros papas, eran amargamente críticos. Vemos con tristeza que incluso canales de televisión propiedad de la Iglesia Católica, pagados con dineros de los fieles, no se han dignado ni emitirlo, cuando además la señal les sale gratis. En la iglesia también hay modas y la santidad no está de moda en la actual administración, la soportan, pero moda , lo que se dice de moda, no lo está.
Los rumores sobre la salud del Papa Francisco siguen circulando entre eclesiásticos y no. Hay quienes siguen pensando que el próximo obispo de Roma puede ser elegido por la “mayoría silenciosa” o “gran centro”. Solo hay un terror en el Colegio Cardenalicio: llegar desprevenidos a la próxima Sede Vacante como sucedió en 2013 tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI. Las misteriosas condiciones de salud de Francisco, que desde hace algunas semanas se ve obligado a usar una silla de ruedas incluso para viajes cortos, alimentan el debate sobre el futuro de la Iglesia en Roma. El precónclave ya ha comenzado, y desde hace tiempo, no hay que escandalizarse en absoluto porque el del post-Karol Wojtyla comenzó aproximadamente en la segunda mitad de la década de 1990, una década antes de la muerte de Juan Pablo II. Este periodo es conocido en la curia como una larga ‘sede vacante’ de la provienen muchos de nuestros males actuales.
La detención de Zen ha causado una conmoción que no cesa y que está arrastrando lo poco que queda del milenario prestigio de la diplomacia del Vaticano, leemos en Catholic Word Report: «Los chinos ahora saben que puede arrestar a un Príncipe de la Iglesia, confiscar su pasaporte y retenerlo durante unas horas para interrogarlo de cerca, sin despertar la ira desnuda del Vaticano». Altieri es un periodista, editor y autor estadounidense de tres libros, incluido ‘Leer las noticias sin perder la fe’: “La Santa Sede se enteró con preocupación de la noticia del arresto del cardenal Zen”, «está siguiendo la evolución de la situación con extrema atención». Si a un cardenal italiano se le hubiera negado el servicio en un restaurante romano las declaraciones serian mucho más duras.
En el trasfondo de la detención está el acuerdo de 2018 de la Santa Sede con el gobierno chino, controvertido, criticado y considerado ‘bastante dudoso’, incluso dentro de los muros de la Ciudad del Vaticano, aunque de manera discreta. Ninguna de las partes ha publicado los términos del acuerdo, pero en términos generales, tanto el gobierno comunista como el Papa parece que tienen voz en el nombramiento de obispos. Roma ha decidido tolerarlo, a cambio de una ¿unidad visible?, aunque mínima, de la Iglesia y un mejor trato a los católicos en China. Ante estos hechos cabe preguntarse: «Mejor ¿Mejor que qué?».
Parolin, es parolin, está fuera de control preocupado porque no se armará demasiado alboroto: «Este asunto está empeorando todo el tiempo». El cardenal Zen y los católicos chinos están caminando en el valle de la muerte. En 2020, Zen llamó mentiroso a Parolin y lo acusó de actuar de mala fe cuando se trata de negocios con China. Parolin quiere cubrirse con Benedicto XVI afirmando que habría aprobado «el proyecto de acuerdo sobre el nombramiento de obispos en China». Zen no se lo cree: “Parolin sabe que él mismo está mintiendo, sabe que yo sé que es un mentiroso. Sabe que les diré a todos que es un mentiroso. No solo es desvergonzado, sino también atrevido. ¿Qué no se atreverá a hacer ahora?», «Creo que ni siquiera tiene miedo de su conciencia». La conducta del Vaticano en sus tratos con el gobierno comunista de China es un baile: «¿Dónde quiere estar el Vaticano cuando la música se detenga, y dónde es probable que la conducta del Vaticano coloque a la Iglesia en China?»
El motu proprio Traditionis Custodes empieza a causar problemas. El Monasterio de San Benito, en Brignoles, ha recurrido a una ordenación secreta de un presbítero, un diácono y un subdiácono, por un obispo que ha aceptado realizarlas y cuya identidad se desconoce, ante la negativa de Ordinario del lugar, Monseñor Dominique Rey, a celebrarlas y a la posibilidad de que la forma extraordinaria del Rito Romano se vea erradicada de dicho monasterio. La cosa se ha sabido y tenemos un comunicado del monasterio explicando cómo están las cosas: «el Canciller de nuestra diócesis ha enviado hoy al clero una declaración incendiaria creando confusión, si no escándalo, al que debemos responder». «Entendemos muchas presiones sobre Monseñor Rey y que su juicio en estas cuestiones no es una voluntad positiva de su parte de infligirnos sufrimiento, o un deseo de actuar injustamente». «El contenido de los votos que hemos hecho ante Dios ha sido radicalmente alterado. Esta situación es en sí misma un escándalo y es insostenible». En abril, un prelado mayor, en comunión, sin impedimentos con la Santa Sede, ordenó de subdiácono a uno de nuestros hombres y de diácono en días sucesivos, y ordenó a nuestro Prior de Presbítero según el usus antiquior del rito romano en un lugar discreto fuera de Francia». «No revelaremos el nombre del prelado ordenante».
No solemos traer temas nacionales a este blog salvo que afecten directamente al Papa Francisco como es el caso. Recibió hoy en Roma al arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, ‘el tucho’ al que encontramos hace unos días en Fátima curiosamente ataviado, Reveló que conversaron sobre “la realidad argentina y mundial”. Como otros admiradores, saben que su carrera durará lo que dure Francisco, no tiene vergüenza en afirmar que “su salud está mejor que cuando vivía en la Argentina”. El encuentro sucede nueve días después de la reunión con el cardenal Mario Poli, próximo a cumplir 75 años, que deberá presentar su renuncia en noviembre y el arzobispo de La Plata es mencionado como uno de los probables sucesores. Por lo que dice entendemos que el Papa Francisco confía en que el problema de rodilla ira bien: «Soy testigo de que todos los días se somete a más de dos horas de rehabilitación y quienes lo atienden confían en la efectividad del tratamiento, que de hecho comienza a dar sus primeros resultados».
Jason Momoa es conocido por su papel en ‘Aquaman’, se encuentra en Roma para grabar una película. El portal ‘JustJared’ ha compartido unas imágenes en el interior de la Capilla Sixtina de la Santa Sede, en teoría prohibidas. Ha pedido disculpas: “Si alguna vez sintieron qué les faltaba el respeto a su cultura, no era mi intención». “Descubrí que varias personas querían hacerse fotos conmigo, lo cual es muy raro. Fui muy respetuoso y pedí permiso, por lo que pensé que no pasaba nada». Incluso, desveló que durante su estancia en el Vaticano realizó “una buena donación” a la Iglesia.
No es broma, ni pretendemos estirar el argumento, cada uno saque sus conclusiones, a estos niveles hemos llegado y con la triste impresión de que estamos en caída libre. El Premio Charlot fue entregado al Papa Francisco por Eugene Chaplin, hijo de Charlie, en el Vaticano. Un reconocimiento por «el sentido del humor y la alegría que siempre ha puesto en su visión del mundo, animando a las personas a vivir la vida con una sonrisa». Preferimos una imagen de la genialidad de Chaplin y no de caras de ‘pepinillo en vinagre’ sobradamente conocidas.
«El que me ama guardará mi palabra…»
Buena lectura.
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