El Papa Francisco ya está de vuelta en Roma, este viaje se publicitaba como privado, pero se publicitaba; se ha evitado repetir vacíos como ya sucedió en L’Aquila, nada de espacios abiertos, y poco papamovil. El hecho es que en la página oficial del Vaticano solo se ofrecen imágenes de la Misa en la catedral, de los demás nada. Algo está sucediendo en un pontificado que empezó con plazas llenas y está terminado rodeado, más que del vacío, de la indiferencia. A los infieles les cae simpático el Papa Francisco y piensan, puede que hasta tengan razón, que coincide con sus infieles argumentos; pero estos no asisten a los actos pontificios, la simpatía se queda en simpatía, los corazones y los bolsillos son para otros. Los fieles no asisten, siguen siendo fieles y tienen claro su catolicismo, pero se han vuelto rebeldes y muchas cosas del Papa Francisco los han encabritado, ovejas ya quedan pocas. Asti es el último capítulo, la audiencia de este miércoles será el siguiente.
El Papa Francisco recordó que la tierra de Asti sufrió a principios de siglo XX una fuerte emigración: «Es de estas tierras que mi padre se fue a emigrar a la Argentina; y en estas tierras, regadas por los buenos productos de la tierra y sobre todo por la genuina laboriosidad de la gente, he llegado a redescubrir el sabor de las raíces». Recibió la ciudadanía de honor de Asti por «el fuerte compromiso con la paz mundial y los mensajes diarios de solidaridad y fraternidad contra todas las formas de discriminación».
La última vez de la Conferencia Episcopal Alemana estuvo en Roma fue en 2015, cuando aún no había comenzado el Camino Sinodal. La semana pasada, sus 62 miembros se encontraron con el Papa Francisco el jueves por la mañana en el Palacio Apostólico. Él cara a cara fue bastante largo, pero todo se quedó en temas generales como el papel de los laicos en la Iglesia y la acción pastoral en un mundo cambiante, quedando muy al margen el tema más candente, el del Camino Sinodal Alemán. La presencia de Francisco estaba prevista para la última reunión, prevista para el viernes por la mañana dedicada específicamente al Camino Sinodal Alemán y durante la cual estaba previsto un enfrentamiento con los jefes de dicasterio de la Curia. Pero, sorprendentemente, para los alemanes el Papa Francisco no se presentó y la reunión parece que ha servido de poco, Bätzing desafió abiertamente a Roma diciendo que seguirá con “la posibilidad de bendecir a aquellas parejas homosexuales que piden la bendición de Dios”.
De la nota oficial se deduce que los jefes de dicasterio intentaron pedir una interrupción del Camino Sinodal en la fórmula de una moratoria que fue rechazada por los obispos alemanes. Las tácticas diplomáticas de Parolin, otras no tiene, se quedaron en nada y todo terminó en una poco diplomática amenaza: «al regresar a Alemania ‘no se puede ignorar’ las declaraciones hechas en Roma por la Curia. La ausencia del Papa Francisco no ha sido justificada por el Vaticano, por el momento, para Bätzing, visiblemente enfadado, es «un jesuita habilidoso» que «los deja pelear entre hermanos». Durante el vuelo de regreso desde Bahrein, en respuesta a una pregunta del periodista alemán Ludwig Ring-Eifel sobre la situación de la Iglesia Católica Romana en Alemania: «A los católicos alemanes les digo: Alemania tiene una Iglesia evangélica grande y hermosa; No me gustaría otra, que no será tan buena como esta; quiero católica, a la católica, en hermandad con la evangélica».
Juan Pablo II es mucho papa, mucho santo en todo el mundo y, en su Polonia, natal mucho más grande y santo. Los obispos polacos han publicado una «Posición sobre las actividades de Juan Pablo II en relación con los delitos sexuales con menores»: “Es indiscutible que Juan Pablo II fue un Papa que, de acuerdo con los conocimientos adquiridos, se comprometió en una lucha decidida contra los casos de abuso sexual de menores por parte de algunos sacerdotes e introdujo normas de obligado cumplimiento para todas las Iglesias para hacer frente a este tipo de delitos”. Pretenden refutar la tesis de que San Juan Pablo II no abordó correcta o adecuadamente el problema “o incluso lo encubrió”. La «mentalidad de discreción entonces imperante en la Iglesia» hacía que, «aunque se tomaran acciones, al mismo tiempo dominaran el miedo y la resistencia a comunicarlas con transparencia». Concretamente, en el asunto McCarrick, los obispos polacos se preguntan «hasta qué punto Juan Pablo II fue debidamente informado» y «hasta qué punto se tomaron algunas decisiones sin su conocimiento». La nota es muy clara y trasluce honestidad y valentía, incluso al definir exactamente de qué estamos hablando: de «abuso y delitos sexuales» y no vagamente de «abuso», como hacen habitualmente la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Italiana. El largo pontificado de Juan Pablo II tiene demasiados aspectos por profundizar, su última etapa, conocida en el Vaticano con la ‘sede vacante’ nos daría mucha luz sobre lo que estamos viviendo. San Juan Pablo II crecerá cuanto más sepamos, la corte no quedará tan bien y con razón.
Hay gente para todo y Glenn Cooper, escritor superventas, ha publicado su última novela. “Un nuevo Papa” que está ambientada en la actualidad del Vaticano. A raíz de un largo conclave, el cardenal inglés Anthony Budd se convierte en pontífice y elige el nombre de Inocencio XIV. Casto y recto, Budd puede ser el artífice del cambio, ya que siempre ha luchado contra los abusos del clero y no acepta compromisos. Pero tiene un dilema grande e íntimo, que tiene que ver con su propia identidad sexual. De aquí surge una profunda cuestión ética: ¿debe aceptar la elección al trono papal? En autor está molesto porque una docena de editores estadounidenses ha rechazado «Un nuevo Papa». «Para ser honesto, parece que el único país que publicará el libro es Italia”. “Me dijeron que la novela era demasiado controvertida, ya que abordé el tema de la identidad de género y lo rechazo la Iglesia».
Glenn Cooper tiene un problema similar a Velázquez que pintó el que es considerado el mejor retrato de un papa, el de Inocencio X. Hay constancia documental de que el papa posó para Velázquez en agosto de 1650. Una vez terminado el papa quedó desconcertado: Troppo vero!. Mejor una ficción histórica situada en tiempos remotos que una ‘novela’ con un retrato de la realidad troppo vero.
Fiesta de la Presentación de Santa María que nace de una tradición que encontramos en el apócrifo «Protoevangelio de Santiago». Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios. El inicio de esta celebración fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén en el año 543. En 1372, en Aviñón, Gregorio XI, la empezó a celebrar y Sixto V la extendió a toda la Iglesia.
«…ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Buena lectura.