Otro día en que nos vemos inundados de muchos artículos más que llenos de interesante información. Empezamos, una vez más, la misión imposible de presentarlos, algunos siempre se nos quedan en el tintero.
Y tenemos otro lío montado por la intervención del Papa Francisco en contra de los animales en las familias italianas: “Hoy preferimos tener un perrito que un niño. Hay más médicos veterinarios que pediatras. No es una buena señal «. Los médicos veterinarios se defienden: «La comparación de los niños con los perros y los gatos revela la falta de empatía hacia los animales de un Pontífice que tomó el nombre de Francisco, como el Santo de Asís que llamó “hermanos” y “hermanas” a todas las criaturas».
Vivimos en un mar de contradicciones, y en cualquier momento afloran dejándonos imágenes inolvidables para la historia. El almuerzo de la Jornada Mundial de los Pobres, con el Papa Francisco en el Aula Pablo VI, con 1.200 invitados, fue ofrecido por los Hoteles Hilton. Unas 100 mesas, decoradas con flores blancas y amarillas, en un ambiente muy jovial y festivo. Antes de comenzar, el Papa Francisco dio su bendición, agradeciendo a Dios, el «momento de amistad, todos juntos», por la comida, por quienes la prepararon. Mucha fotografía y nuestra imagen de hoy, muy alejada de lo que podemos considerar una ‘comida de pobres’.
Los obispos que callan, una especie muy extendida, son el objeto de una carta abierta de un cura del bajo clero. «Queridos obispos, que habéis recibido de Jesús el encargo de administrar en su nombre sus bienes (…) En este tremendo momento de la vida de la Iglesia, cuanto más percibís la gravedad de vuestra responsabilidad, más corréis el riesgo de confundir el miedo con la prudencia». «Desgraciadamente, este miedo no ha impedido los peores y más graves escándalos que están alejando a millones de fieles de la Santa Iglesia católica. Necesitamos mirar este miedo cara a cara y captar la mentira que lo anima, para no actuar como el siervo que esconde su talento». «El miedo que se apodera hoy de los obispos, que empiezan a comprender que la confusión es total y que los fieles se alejan precisamente donde estaban con la ilusión de acercarlos, es el miedo de asustar a los fieles y generar división».
¿Pero es posible que no tenga claro que este mismo miedo ha hecho que los fieles pierdan su atracción por la iglesia? ¿No ves que el Papa, amigo del mundo, elogiado por los medios, amigo de los pobres, es el Papa que no tiene a nadie en la Plaza de San Pedro? ¿Tiene miedo de que la Iglesia se divida? ¡Pero no hay una sola parroquia sobre la faz de la tierra que no esté ya dividida! ¿De qué sirve la apariencia de unidad, cuando lo que para uno es un pecado (según la fe apostólica), para otro es un derecho, para otro incluso una riqueza que explotar? ¿Qué unidad puede haber cuando no hay verdadero ni falso?
Seguimos en el Vaticano con el proceso Becciu y durante la 76ª audiencia, los abogados de monseñor Mauro Carlino, secretario personal de Becciu y de Edgar Peña Parra, que pidió su absolución de los delitos de extorsión y abuso de poder, porque «siempre actuó cumpliendo las instrucciones de sus superiores». “Pedir la condena de Mons. Carlino es verdaderamente incomprensible. La acusación contra él tiene un significado objetivamente desconcertante: significa hacer creer que había un enjambre de funcionarios de la Secretaría de Estado que podían controlar las cosas, una imagen con un efecto devastador para el Vaticano». Mons. Carlino se encontraba ausente por motivos de salud. La labor de intermediación de Carlino era «en interés exclusivo de la víctima, como en los casos de secuestro, por lo que ciertamente no hubo complicidad en la extorsión». Además, el secretario de Peña Parra fue sólo un “emisario, actuando en nombre de la Secretaría de Estado, que entró en el asunto en nombre de su superior, non motu proprio. Y su objetivo «nunca fue el beneficio personal», y que Mons. Peña Parra «nunca ha estado al margen y desinformado». ¿Por qué, “debía haber informado a las autoridades judiciales de un hecho del que su superior lo sabía todo y había notificado también al Papa?.
Con la intervención de doctrina de la fe se activa el problema de la masonería en el Vaticano. Aldo Maria Valli presenta el libro «La masonería vaticana», el sensacional libro-testimonio del padre Charles T. Murr que vuelve a poner en escena la investigación del entonces monseñor Edouard Gagnon. Charles T. Murr es un sacerdote estadounidense que estuvo en Roma en años cruciales para la Iglesia: los del fin del pontificado de Pablo VI, la elección de Albino Luciani, la subida de Juan Pablo II al trono de Pedro. Vivía en la misma casa religiosa que el arzobispo canadiense Eduard Gagnon, que había recibido de Pablo VI el encargo de llevar a cabo una investigación en profundidad sobre la infiltración de la masonería en la Iglesia. Seguramente recordaréis la famosa frase de Montini sobre “el humo de Satanás” que se había abierto paso en su interior.
Gagnon llevó a cabo su trabajo escrupulosamente y llevó a Pablo VI, ya casi al final, tres volúmenes de investigaciones con la presencia muy señalada de Sebastiano Baggio, prefecto de la Congregación para los Obispos, y Annibale Bugnini, el creador de la misa “Novus Ordo”. En el libro las preocupaciones de los protagonistas y del escritor se manifiestan tanto en un caso como en el otro: porque es evidente qué daño podría haber hecho un Prefecto de la Congregación para los Obispos, nombrado prelados afines a sus ideas, y los efectos del ambiente proprotestante de la misa del Novus Ordo. Bugnini fue rápidamente «ascendido» a la nunciatura en Irán. Pero Pablo VI era demasiado viejo, cansado y enfermo para actuar. Le pidió a Gagnon que recuperara los tres tomos y se los entregara a su sucesor.
Lo que hizo Gagnon. Albino Luciani estaba muy interesado en la investigación y, por lo que Gagnon le dijo al padre Charles Murr, que lo acompañó en las investigaciones vaticanas, y en sus audiencias dentro de los muros, que tenía la firme intención de actuar. Pero Albino Luciani murió repentinamente, la misma tarde en la que tuvo una tormentosa audiencia «fuera de agenda», por la noche, con Sebastiano Baggio; Los guardias suizos presenciaron los gritos que se filtraban por la puerta del estudio papal. Juan Pablo I fue encontrado muerto a la mañana siguiente. La audiencia de Eduard Gagnon con Juan Pablo II no fue tan satisfactoria. Gagnon advirtió al pontífice polaco que en Oriente había quienes conspiraban para matarlo. Wojtyla no le creyó y aparentemente no estaba interesado en limpiar la infiltración masónica en la Iglesia. Pero inmediatamente después del 13 de mayo de 1981 llamó a Gagnon –que entretanto se había ido a trabajar con los pobres en una zona pobre de Colombia– a Roma, lo nombró cardenal y le confió un dicasterio.
Los tres volúmenes de las investigaciones aún se encuentran en el Vaticano. El padre Charles Murr pide al Pontífice reinante que los haga públicos. Estamos hablando de una investigación realizada hace cuatro décadas. Pero sería muy interesante conocer su contenido. Hay “filiaciones” que bien pudieron haber resistido el paso del tiempo y podrían surgir informaciones sorprendentes en una Iglesia que se parece cada vez más a una Capellanía del Nuevo Orden Mundial, término que también forma parte del libro de frases masónico.
Seguimos con artículos sobre la destitución de Strickland sin especiales novedades. Se unen en las informaciones la larga serie de obispos destituidos prematuramente por el Papa Francisco y que se ha acelerado en el último año y medio. Ahora los ojos se fijan en un vicio que Strickland tiene en común con otro obispo que ha sido criticado: Mons. Domique Rey , obispo de Fréjus-Toulon. En su diócesis las ordenaciones sacerdotales están congeladas desde hace más de un año, y está en curso una visita apostólica. La solución sería una «salida honorable» con el nombramiento de un obispo coadjutor de la diócesis de Fréjus-Toulone, François Touvet, obispo de Châlons en Champagne, que apoyaría a mons. Rey con derecho de sucesión; una especie de diarquía para los cuatro años que separan a Rey de los fatídicos 75 años. Se crearía la situación de Albenga-Imperia, con un congelamiento de las facultades del obispo ordinario. Las purgas son una característica de este pontificado y Strickland y Rey cierran la larga serie por ahora. Todo un signo peligroso de una plenitudo potestatis mal comprendida y de una pastoral no precisamente misericordiosa de «golpear a uno para educar a cien».
«Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Buena lectura.