Hoy es de los días en que, como es lógico, todas las noticias con coincidentes. El mono tema es la Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios. Los que ya no es tan lógico es que las opiniones desde todos los ámbitos son también coincidentes y se centran en que estamos ante más palabras sin ninguna consecuencia. Los artículos de hoy son terribles y no dejan en muy buen lugar el pontificado de estos cinco últimos años que ha supuesto una evidente frenada en la tolerancia cero que Papa Benedicto XVI impuso con fuerza. Los hechos son los hechos.
La pregunta que nos hacemos es si el verdadero problema es la infestación homosexual en la Iglesia Católica o esto es un síntoma más que tiene raíces más profundas de las que no gusta hablar. Es evidente que desde los famosos tiempos conciliares los seminarios y noviciados han relajado el nivel en la formación académica y espiritual de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa. Son muchos los que han llegado al día de su ordenación con la idea de que lo importante era sólo la actividad pastoral y que la teología, el derecho, la oración personal, el sacrificio, la austeridad, la pureza… eran cosas superadas y que ya no tenían sentido. Las enseñanzas morales se centraban en la famosa opción fundamental y en la moral de actitudes en donde los actos concretos no tienen mucha importancia y lo que cuenta el deseo difuso de servicio a la comunidad. Hoy son excepción los sacerdotes que celebran a diario la Misa y mucha más excepción los que rezan la liturgia de la horas. Una vida de consagración sin un fuerte sustento espiritual se vacía y se convierte en un oficio y deja de ser un ministerio.
Lo que estamos viendo es la descomposición lógica de un falso sacerdocio y de una vida religiosa vacía que a nadie entusiasma. Hemos insistido muchas veces que los síntomas de todo esto son la corrupción moral y la económica. El dolor no es la enfermedad, es el aviso de que algo no funciona y mientras no se ponga un remedio que corte el origen el dolor seguirá.
Tenemos delante el encuentro de las familias en Irlanda en donde se siguen imponiendo como ejemplo a seguir todas estas teorías caducas vestidas de modernidad, basta recordar los ponentes. En refrán español: » a grandes males grandes remedios» tiene un antiguo origen en el aforismo de Hipócrates «Ad extremos morbos, extrema remedia exquisite optima». El cáncer no se cura cambiando de sábanas, a lo más se alivian levemente sus síntomas. Extirpar es doloroso pero si no lo hacemos corremos el riesgo de que la metástasis llegue a todo el cuerpo.
Terminamos con unas palabras del Santo Cura de Ars que por ahora sigue siendo el patrono de los sacerdotes: «Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de nuestro corazón. El que vive en el pecado toma las costumbres y formas de las bestias. La bestia, que no tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus apetitos; del mismo modo, el hombre que se vuelve semejante a las bestias pierde la razón y se deja conducir por los movimientos de su cuerpo.
Un cristiano, creado a la imagen de Dios, redimido por la sangre de un Dios. ¡ Un cristiano… hijo de Dios, hermano de Dios, heredero de Dios! ¡Un cristiano, objeto de las complacencias de tres Personas divinas! ¡Un cristiano cuyo cuerpo es el templo del Espíritu Santo: he aquí lo que el pecado deshonra!
El pecado es el verdugo del Buen Dios el asesino del alma…
Ofender al Buen Dios, que sólo nos ha hecho bien! Contentar al demonio que tan sólo nos hace mal ! ¡ Qué locura!!!
El verdadero problema es que son muchos los que estas palabras las ven sin sentido y caducas porque son una carcosidad del pasado pero lo que ofrecen es un puente a ninguna parte.
«Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros»
Buena lectura.
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Es urgentevq el papa tome medidas ;q lis sacerdotes huelan a oveja,y no se co viertan en mercaderes de la fe
Specola se supera a sí misma todos los días.