El Papa Francisco ya está en Roma, en el Vaticano después de un viaje de infarto en un momento muy delicado. La situación política es complicada y los medios internacionales han informado mucho más de la metedura de pata del Papa Francisco con la Santa Madre Rusia que de su viaje a Mongolia. El otro aspecto, para nada indiferente, es el estado de salud del Papa Francisco que hace que los medios del Vaticano se han empleado muy a fondo para ofrecernos las imágenes más aseadas. Pocos actos y muy breves, muchas horas de ‘descanso’, pero todo no se puede esconder. El formato sedente de presidencia de la misa se ha convertido en el habitual y hace ya muchos meses que no vemos al Papa Francisco presidir una celebración de la misa ‘normal’. Esto no evita que la duración es la que es, y el cansancio va en aumento. A pesar del control absoluto de las imágenes no se puedo evitar la mirada perdida y ausente del Papa Francisco en la celebración de ayer. Está en Roma, podemos respirar, ahora a reponerse, cada vez cuesta más y se nota.
El viaje a Mongolia ha concluido con continuas referencias a China y con guiños a Rusia, con oración en ruso para invocar la paz. Al final de la misa en el «Steppe Arena» de Ulán Bator, con unos 1.000 fieles: «Quisiera aprovechar su presencia para enviar un cordial saludo al noble pueblo chino. Les deseo a todas las personas lo mejor, y para seguir adelante, progresar siempre. Y pido a los católicos chinos que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos. A todos». Parece que prepara el siguiente capítulo de la misión Zuppi que será Pekín, después de Kiev, Moscú y Washington.
Encuentro ecuménico e interreligioso con representantes de las confesiones y tradiciones religiosas presentes en Mongolia, pidiendo que las religiones no sean «motivo de escándalo»: «No hay confusión entre creencia y violencia, entre sacralidad e imposición, entre camino religioso y sectarismo». «Si los responsables de las naciones eligieran el camino del encuentro y del diálogo con los demás contribuirían de manera decisiva al fin de los conflictos que continúan causando sufrimiento a tantos pueblos». El Papa Francisco recibió el domingo en la capital Ulán Bator, al embajador argentino en China con concurrencia en Mongolia. «Para estos países emergentes es fundamental la construcción de un mundo más equilibrado y multilateral que respete las diversidades, este es el camino que propone nuestro Papa».
Entrevista al cardenal Francis Kovithavanji: «¿El crecimiento de la Iglesia en Asia? «Será lento pero representa el futuro». ¿El próximo Papa asiático? «¿Quién puede descartarlo a priori?» Sobre los católicos de Mongolia: «La cifra en sí no es elevada, pero sigue siendo significativa si se tiene en cuenta que a principios de los años noventa no había nadie. «Los católicos también están aumentando en Tailandia. El Papa Francisco tiene claro que quiere dar una dirección precisa a este crecimiento, lo que no significa menos Europa y más Asia, sólo que cada continente debe hacer su parte y difundir el mensaje evangélico a través del testimonio de los laicos y del clero. En cualquier caso, la Iglesia del futuro será cada vez más asiática».
Espinosa pregunta sobre la situación en China» ¿Cuál es su opinión sobre el acuerdo firmado entre el Vaticano y China para nombramientos episcopales? «Para empezar, deberíamos preguntarles a ellos, a los obispos chinos, qué piensan. Personalmente, ese acuerdo me parece algo bueno. La Iglesia, como también afirmó ayer Francisco, no tiene una agenda política que llevar adelante sino la acción mansa y humilde del Evangelio por el bien de todos, por la concordia, por la unidad del cuerpo social. Ese acuerdo hará bien y será útil». «La Iglesia sólo pide diálogo. Con todos, con todas las religiones. Ese es entonces el punto común a encontrar y partimos de ahí.»
Sobre el próximo sínodo: «En mi opinión, se trata de un Concilio Vaticano III hecho pedazos. El Papa así lo quiso, partiendo de la base, con los temas que fueron indicados por los fieles». Hay cuestiones muy divisivas que ya están en el origen de divisiones, por ejemplo el sacerdocio femenino o incluso la bendición de las parejas homosexuales… «Tenemos una determinada línea moral y la seguimos. Por supuesto que no condenamos a las personas homosexuales, pero las acogemos con el corazón abierto para que puedan encontrar el valor de sus vidas. La doctrina de nuestra fe es muy clara. Por supuesto que tenemos que adaptarnos a los tiempos pero siempre pienso en Juan XXIIII cuando convocó el Concilio Vaticano II. El diálogo debe continuar, pero las cuestiones de fe permanecen sin cambios».
Y seguimos con el sínodo que ya nos amenaza con su cercanía. Larry Chapp en Catholic World Report. «El Sínodo sobre la sinodalidad está a la vuelta de la esquina, en octubre, y ya podemos sentir el entusiasmo de los católicos de base por lo que promete ser la primera vez que la Iglesia realmente los escucha. Al menos, eso es lo que anuncian sin aliento animadores sinodales, argumentando que el Espíritu Santo finalmente ha atravesado las grietas de la acera eclesial y está marcando el comienzo de una nueva era de «ser Iglesia». Somos generosos y no ha pasado del 1% el número de los católicos que han participado en las sesiones. Las conclusiones son producto de clérigos y la gran mayoría de los católicos ni siquiera saben que se está celebrando un Sínodo sobre los Sínodos.
Los promotores del Sínodo quieren crear una imagen del evento como simple y sin problemas y lo presentan ¡Por fin!, como la implementación del Vaticano II y su eclesiología, insinuando que hemos vivido una larga interrupción de dos papados. «Se nos presenta un Sínodo Potemkin, cuyos verdaderos objetivos permanecen ocultos en el misterio detrás de la fachada exterior de un sentido casi conservador de respetabilidad eclesial. Incluso el Papa Francisco admite que el próximo Sínodo probablemente sea de poco interés para la mayoría de los católicos, debido a su naturaleza autorreferencial y bastante técnica, y por lo tanto, a primera vista, tiene sólo una pequeña influencia en la vida real de las personas».
El Papa Francisco intenta explicar lo inexplicable: «Abrimos nuestras puertas, ofrecimos a todos la oportunidad de participar, tomamos en cuenta las necesidades y sugerencias de todos. Queremos contribuir juntos a construir una Iglesia donde todos se sientan como en casa, donde nadie quede excluido. Esa palabra del Evangelio que es tan importante: todos. Todos, todos: no hay católicos de primera, segunda o tercera, no. Todos juntos. Todos. Es la invitación del Señor». Parece que la Iglesia no es realmente, y no lo ha sido nunca, inclusiva para todos y que la “sinodalidad” significa que estamos rectificando la situación abriendo nuevas puertas que aparentemente han estado cerradas. «De hecho, en lugar de escuchar a sus críticos y dirigirse a ellos de manera «inclusiva», excluyó a quienes desean practicar el culto con otras formas, les reprocha su «rigidez» farisaica y su «atraso», y se niega a escucharlos.
«El juego está en marcha y el ala progresista de la Iglesia –con razón o sin ella, aún está por determinarse– piensa claramente que ha llegado su momento. Esperaron los dos papados anteriores, se mantuvieron secos y ahora piensan que tienen «su Papa» y que es el momento que hay que aprovechar. No creo que el Papa Francisco esté completamente de acuerdo con la totalidad de su agenda. Sin embargo, sus palabras sobre la inclusión tienen al menos un parecido familiar con las de ellos y es él, el Papa Francisco, quien les ha dado poder en todo momento».
En el Vaticano todo se prepara para la recta final del Proceso Becciu que vuelve en unos días. Todo es un desproposito y todo parecido con un proceso serio es mera imaginación. Las pruebas que deberían haber incriminado a Becciu se han derrumbado, no son suficientes. El supuesto memorial que debía sustentar la acusación sabemos que no fue escrito por su autor oficial don Alberto Perlasca, sido inspirado por personas totalmente ajenas a la oficina de la Secretaría de Estado. La elección de invertir como de desinvertir a toda prisa, y éste fue el verdadero daño a las arcas vaticanas no es de Becciu, sino que fue indicada por los responsables de la Santa Sede y muy directamente por el Papa Francisco que fue informado puntualmente.
Interesante un largo artículo analizando los datos sobre la situación religiosa en Italia que es extensible a no pocos países europeos. Los bancos de las iglesias están cada vez más vacíos e incluso el altar se queda cada vez más sin personal. La cifra de 2022 de asistencia semanal es la más baja de la historia reciente de Italia. En los últimos 20 años, el número de practicantes habituales se ha reducido casi a la mitad, del 36% al 18,8%, mientras que los que nunca practican se han duplicado, del 16% al 31%. Las iglesias, cada vez más vacías, cierran, pero no sólo por falta de fieles. Su crisis va de la mano de la de las vocaciones de los párrocos: el número de seminaristas disminuye cada año y no son suficientes para gestionar todas las realidades presentes.
La era de la posmodernidad se ha convertido también en la del poscristianismo. Una sociedad individualista, que se cierra en un círculo estrecho y no está dispuesta a sacrificarse por la comunidad, es una sociedad en la que es más difícil encontrar personas dispuestas a quitarse la ropa civil para ponerse la sotana. En medio siglo las vocaciones han disminuido en más del 60%. En 1970 había 6.337 seminaristas, que se convirtieron en 2.103 en 2019. Hoy en día hay 1.804 seminaristas diocesanos que viven en los 120 seminarios mayores de Italia. En los diez años transcurridos desde 2009 hasta En 2019, la disminución de seminaristas diocesanos en Italia ronda el 28%. “Las estadísticas son correctas, lo veo en vivo. De una audiencia que debería ser muy numerosa, sólo el 10% asiste a la iglesia». Alrededor del 90% de los jóvenes en Italia han recibido el bautismo. Pero en la última década, la del Papa Francisco, la cifra se ha desplomado: entre los recién nacidos y el porcentaje se queda en el 70 %.
Y vemos un interesante artículo sobre la comunicación oficial del Vaticano no termina de encontrar su rumbo. Nos recuerda los tiempos de Navarro Valls: «Santo Padre, este trabajo sólo se puede realizar si se tiene acceso directo al Papa. Si algo se ha podido hacer en los últimos años ha sido por este motivo: tanto en la normalidad como en los días de enfermedad y muerte». Son aportaciones de un verdadero maestro: «la mentalidad de la Curia no es fácil: ‘No digas nada si los periodistas no preguntan, y si preguntan, entonces di…’. Pero es una conducta muy reactiva, nunca proactiva. La opinión pública es como un gran contenedor: el primero que lo llena puede proponer sus propios argumentos y los demás le siguen. Si otros proponen los argumentos, entonces sólo queda proceder con las negaciones». Se recoge en sus memorias la primera audiencia con Benedicto XVI en Santa Marta, residencia temporal dos días después de su elección al pontificado, el 21 de abril de 2005. Navarro-Valls relata el encuentro: “Una vez sentado, le explico: ‘Santo Padre, hablé varias veces con Juan Pablo II sobre dejar este trabajo, porque ya dura muchos años. Bromeó: ‘Recuérdamelo dentro de cinco años…’. Ahora haré absolutamente lo que me diga el Papa”. Él responde: ‘No, al menos durante el primer año continúas haciendo este trabajo'».
Pasadas las primeras semanas del nuevo pontificado, el 4 de junio de 2005, Navarro-Valls escribía: “Noto una tendencia regresiva en la acción informativa de la Santa Sede. Falta información. Pero soy consciente de que a finales de este año dejaré mi cargo y no me parece oportuno influir en el trabajo de mi sucesor». Expresa sus fuertes dudas al secretario de Benedicto XVI: “Georg quiere hablar conmigo y charlamos durante dos largos paseos. Le explico mi visión de las cosas relacionadas con el trabajo: el problema de la falta de información y la casi imposibilidad de organizar una estrategia de información. Georg es muy explícito. Sin dar nombres, me explica lo que algunos le dijeron al Papa: que yo era muy buen amigo de Dziwisz y esto me hizo trepar por la estructura. Dijeron que faltaba colaboración, que al final convenía un cambio. Georg se da cuenta de que, en realidad, lo que algunos buscan es recuperar el «poder perdido», por así decirlo. Entiendo la situación y también estas reacciones. La verdad es que no le doy mucha importancia».
La situación no mejora y el 1 de diciembre de 2005: “Voy a visitar al Papa. Según el nuevo estilo, me citó con un oficio de la Prefectura de la Casa Pontificia. Mi audiencia es a las seis y cuarto de la tarde. Antes, el Papa tuvo otra con el cardenal Etchegaray. Tiene lugar en su apartamento, en el gran vestíbulo de entrada. El Santo Padre está solo. No hay papeles sobre su mesa. Está relajado, sentado con las piernas cruzadas. Tengo intención de preguntarle si ha llegado el momento de un cambio en la Oficina de Prensa. Pero no puedo abordar el tema, porque empieza a solicitar mi opinión sobre la información de la Santa Sede. Le digo que, sin emitir ningún juicio sobre las personas, el clima actual -desde mi punto de vista- no es positivo, fundamentalmente por la falta de información preventiva. Le daré algunos ejemplos concretos». El 1 de febrero de 2006, Navarro-Valls escribió su carta de dimisión a Benedicto XVI. Apenas dos días después, el 3 de febrero, el secretario del Papa, monseñor Gänswein, lo llamó para decirle que Ratzinger había aceptado su dimisión pero le pedía que permaneciera en su cargo hasta el verano. El 11 de julio siguiente se publicó el nombramiento de su sucesor.
El Papa Benedicto XVI en un testigo privilegiado del Concilio y sus reflexiones son especialmente claras e iluminadoras, con el terminamos. El 11 de octubre de 2012, con motivo del Año de la Fe: «Los Padres Conciliares no podían ni querían crear una Iglesia nueva y diferente. No tenían ni el mandato ni la tarea para hacerlo. Eran Padres del Concilio con voz y derecho de decisión sólo como obispos, es decir decir en virtud del sacramento y en la Iglesia sacramental, por lo que no podían ni querían crear una fe diferente o una Iglesia nueva o diferente, sino comprender ambas de manera más profunda y por tanto verdaderamente «renovarlas». Por tanto, una hermenéutica de la ruptura es absurda, contraria al espíritu y a la voluntad de los Padres conciliares».
«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Buena lectura.
«Los Padres Conciliares no podían ni querían crear una Iglesia nueva y diferente. No tenían ni el mandato ni la tarea para hacerlo. Eran Padres del Concilio con voz y derecho de decisión sólo como obispos, es decir decir en virtud del sacramento y en la Iglesia sacramental, por lo que no podían ni querían crear una fe diferente o una Iglesia nueva o diferente, sino comprender ambas de manera más profunda y por tanto verdaderamente «renovarlas». Por tanto, una hermenéutica de la ruptura es absurda, contraria al espíritu y a la voluntad de los Padres conciliares».
Los padres conciliares fueron 2450, mientras que los padres y nodales son solo 364, y de ellos, quizás un 20% no es ni presbítero ni obispo.
A esta falta de legitimidad originaria, además se suma a la falta de legitimidad final, porque las conclusiones finales no se someten en absoluto a la deliberación y toma de decisión del pueblo de Dios en sinodalidad, es el Papa quien al final hace una exhortación final postsinodal, sin refrendo sinodal del Pueblo de Dios.
Más clerical imposible.
Con Navarro Valls se notaba que la información era muy interesante, pero ello se debía a que había una transparencia de la efe y la moral, es decir, que no se quería el hipócrita dar gato por liebre como hoy en día se quiere dar, lo cual es un requisito esencial para la transparencia informativa.
Lo cierto es que después de Navarro Valls ya no existió ningún tipo de sucesor digno.
«la mentalidad de la Curia no es fácil: ‘No digas nada si los periodistas no preguntan, y si preguntan, entonces di…’
Antes la Curia, como hoy en día, tiene gravísimos problemas de transparencia porque todos los temas se transmiten con secreto de confesión, o secreto de Estado, o secreto de gremio, o grupo de poder, y además, desde los casos de abuso, se han detectado muchos casos de presunta corrupción financiera y en el tratamiento de diversos temas.
Finalmente, el errático e inepto gobierno de Bergoglio ha sido la puntilla definitiva, junto con el inoperativo grupo selecto de cardenales llamado G9.
La consecuencia de todo ello es que el sistema de medios de comunicación oficial del Vaticano tienen los índices de audiencia más bajos de su historia, con una pobrísima audiencia.
¿Cómo que Francisco «ya está en Roma»?
Según las plataformas de seguimiento de vuelo Flightaware y Flightradar, el vuelo ITA Airways 4001, Ulán Bator-Fiumicino a esta hora (12,03 p.m.) está sobrevolando el Mar Caspio.