Nos crecen los enanos y Lucetta Scaraffia, feminista y católica, en una entrevista con Fatto Quotidiano dice que el Vaticano está boicoteando a las monjas maltratadas.  «En la Iglesia ya no hay monjas ignorantes, esclavas obedientes y lamentablemente silenciosas. Testigos absolutos del dolor y del horror del que fueron víctimas».  «Las monjas de hoy son competentes, a menudo graduadas, absolutamente dentro del circuito cultural y social».  «La proporción es de uno a cien. Sepan que cuando participé en el sínodo sobre la familia siempre me registraron en la entrada. Todos me conocían y sin embargo siempre me confundieron con otra persona, siempre pensaron que estaban procediendo con formalidades que no eran necesarias para los hombres».

«Scaraffia dice que la UISG , la Union Internacional de Superioras Generales, «también es un sindicato, sí. El problema es que los méritos de esta asociación han sido reconocidos con honores por las Naciones Unidas, pero no por el Vaticano. No se menciona en ningún medio de comunicación al otro lado del Tíber, no es considerado un interlocutor por las jerarquías eclesiásticas y por el Papa». Muy dura con el Papa Francisco «no tan innovador como dicen»: «La suya es la estrategia del doble golpe: uno en el aro y otro en el cañón. Sobre los gays dice: quién soy yo para juzgar y luego invoca esa palabra, que indigna a los gays y socava la institución, martilla el edificio cultural y semántico con el que la Iglesia habla al mundo. Cuando escucho al Prefecto para la Doctrina de la Fe Fernández comentar un documento pontificio diciendo «es una m*erd*», entiendo que el léxico se utiliza como un pico. ¿Qué esperas de un pico? Escombros».

Audiencia a  los participantes en la Conferencia Interreligiosa promovida por el Movimiento de los Focolares:  “Os agradezco la perseverancia con la que la Obra de María lleva adelante el camino iniciado por Chiara Lubich con personas de religiones no cristianas que comparten la espiritualidad de la unidad”.  “Es el Espíritu el que abre caminos de diálogo y de encuentro, a veces sorprendentes, el diálogo interreligioso es un condición necesaria para la paz mundial y, por tanto, es un deber para los cristianos, como para otras comunidades religiosas. Por eso os animo a seguir adelante, siempre abiertos».
 Zuppi firma el prefacio, no parece tampoco que se aclare mucho, de un libro que  aborda el problema de la pedofilia. Paolo Baroli, ¿ Monstruos o los nuestros? La prevención de los abusos y el tratamiento de los delincuentes: un desafío para la Iglesia».  Tras criticar el recurso demasiado fácil al despido clerical por privar a la iglesia de responsabilidad, se revisan varias alternativas, desde la castración química hasta el enfoque farmacológico y terapéutico. Critica el discurso oficial: «La Iglesia no escatimará esfuerzos para hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes» y reconoce que  «los agresores en la mayoría de los casos están protegidos y, sobre todo, nunca son denunciados ante la justicia estatal».