El legado del Papa Francisco, el interminable proceso Vaticano, la niña que sabía demasiado, el síndrome de «burnout, lo que queda de León XIII.

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Empezamos semana y la empezamos con fuerza. La intensidad informativa es tremenda, por el fondo de los temas y por la trascendencia de los mismos. Intentar reducir a lo esencial lo que vemos publicado parece, de entrada, una misión imposible, lo intentaremos un día más.

Interesante artículo sobre los días de hospitalización del Papa Francisco y como ha repercutido esto en oscurecer otras noticias. Se han beneficiado significativamente  Alessandro Diddi, el abogado que es, a la vez, Promotor de Justicia del Estado de la Ciudad del Vaticano. El tribunal del Vaticano concedió el martes una moción de la defensa para excluir el testimonio de uno de los acusados, Gianluigi Torzi, a quien Diddi supuestamente quería usar contra tres de los otros acusados.  La decisión fue una vergüenza para Diddi y renueva las preguntas sobre su conducta en el juicio. En Vaticano se dice que Diddi envió un mensaje al Gemelli: “Mejórese, Santo Padre… pero no demasiado pronto”. El Papa Francisco  durante una audiencia a la Junta Directiva de la Unión Católica de Denunciantes y Periodistas de España: «los espías que roban cosas de Roma como citas, pagos, compras de información, ¡hay que echarlos!». No es la primera vez que el Papa Francisco  se pronunció sobre «la desinformación, la calumnia, la difamación y la coprofilia».

La pregunta que está en el aire es cuáles son los planes del Papa, si esta nueva cirugía los ha cambiado y cuál será el legado del Papa Francisco.  El primer punto es que tenemos un colegio de cardenales profundamente cambiado. El Papa Francisco creó dos tercios de los cardenales para votar por su sucesor. El criterio del Papa era mirar a las personas más que a los oficios o diócesis. Así, hay muchos cardenales que, en realidad, no han salido de la «escuela romana» y saben poco de la Curia.  Los cardenales no se conocen, solo ha habido tres consistorios para debates generales, en los dos primeros años y en el último este último. El último debate quedó cerrado, muy criticado y con aportaciones silenciadas, lo que impidió intercambios y marginó ideas. El Papa Francisco deja un colegio de cardenales disperso que debe encontrar la manera de unir. La idea es que se vea mejor el centro desde la periferia, pero ya no sabemos si existe un centro.  Actualmente, hay 121 cardenales electores, se convertirán en 113 a finales de año, con el rumor insistente de convocar un consistorio para «tapar» este agujero.

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El otro legado del Papa Francisco es la `reforma’  que ha quedado jurídicamente incompleta y que ha requerido ya varios ajustes. El Papa Francisco ha legislado mucho, pero  sobre todo con instrumentos jurídicos  ligeros, una marea de Motu Proprio, que crea vacíos regulatorios que  pueden generar ríos de problemas. No hay reforma del Papa Francisco, simplemente porque la reforma se compone de muchas reformas fragmentadas, pasos hacia adelante y hacia atrás, que revelan que no había un proyecto, sino una idea general. El verdadero problema es que, en los últimos años, el sentido de  romanidad que siempre ha garantizado la universalidad parece haberse perdido.   El punto de vista del Papa Francisco proviene de sus experiencias personales, hay mucho de América Latina en la forma en que el Papa Francisco ve la Curia. Falta una concepción universal de la Fe que debe ir más allá de la piedad popular y de los pueblos, y que ponga verdaderamente a Cristo en el centro.  Es como si hubiera una separación radical entre las  las reformas estructurales,  las ideas sociales y la Fe y piedad popular.

Los hay con ganas y empezamos a ver artículos sobre «que pasaría exactamente si el Papa muere».  Cuando se anunció la muerte del Papa Benedicto XVI, inmediatamente se encendió la maquinaria organizativa, un conjunto de protocolos y tradiciones que se deben cumplir. Este plan era bastante peculiar, ya que no había sido Papa durante unos 10 años. En primer lugar,  necesitamos tener pruebas oficiales de su muerte, el camarlengo coloca los sellos en las habitaciones del Papa y el Vicario de Roma difunde la noticia por todo el mundo, se cierran las puertas de la Basílica de San Pedro y empiezan a sonar las campanas. El cuerpo del Papa es preparado y expuesto a todos los fieles durante tres días. Los cardenales, durante nueve días,  deben celebrar el Novendiali en sufragio del alma. Se debe romper el anillo del pescador.  Funeral con la presencia de los jefes de Estado, los delegados de los distintos países y los fieles. Se encierra el cuerpo en tres cajas de ciprés, plomo y nogal y se coloca un velo de seda sobre el rostro y traslado a las Grutas del Vaticano.

El interminable proceso Becciu continúa y estamos en la sexagésima Audiencia, el 13 de junio. La defensa de Becciu ha solicitado documentación adicional, pero el juez Pignatone rechazó todo por qué «habría sido pleonástico y arriesgado para la propia defensa». El 18 de julio de 2023 se inicia la acusación del Promotor de Justicia, Alessandro Diddi, que se desarrollará en cinco audiencias con posibilidad de una sexta, durante las cuales deberá esbozar su reconstrucción de los hechos y explicar el motivo de los cargos contra los diez imputados y cuatro empresas.

El primero, y de mayor envergadura, se refiere a la inversión de la Secretaría de Estado en una propiedad de lujo en Londres. Los fondos habían sido desviados de lo que pudo haber sido una inversión petrolera en Angola. Sigue Becciu, acusado de malversación de fondos porque concedió una donación de 125.000 euros a Cáritas de Ozieri que supuestamente iba destinada a la cooperativa SPES dirigida por hermano para un horno. Seguimos con  la contratación de la autodenominada experta en inteligencia Cecilia Marogna para ayudar a la Secretaría de Estado.

El Vaticano tiene una imagen pública lamentable, mucho más en Italia. Venimos de una saga de delincuentes de altos vuelos y hemos caído en una saga  de imbéciles que pretenden heredar a sus antecesores delincuentes, sin duda, pero espabilados.  Se dice que cuando el Papa Francisco recibe solicitudes de ayuda económica de algún trabajo responde a su interlocutor: «No te preocupes, yo me encargo, aquí hay muchos ladrones y yo también aprendí para robar y sé dónde sacar el dinero». El caso del coro de la Capilla Sixtina que no termina de comenzar con rocambolescos episodios aireados por los malvados medios. La transferencia opaca de 17 millones de dólares, transferidos en 2021 por las Obras Misionales Pontificias de los Estados Unidos a una organización sin fines de lucro en Nueva York, Missio Corp.

El caso Orlandi parece tener vida propia y ramificaciones infinitas.  Giancarlo Capaldo es el magistrado que investigó el caso y junto con Ferruccio Pinotti, presenta «La niña que sabía demasiado». Recorre todas las huellas que ha encontrado la historia en los últimos años, pero que aún no han conducido a una verdad sobre el destino de la niña. «A pesar de mi retiro, es como si siempre hubiera tenido una deuda con la historia de Emanuela Orlandi. Tenía que permitir que cualquiera tome más conciencia de lo que pasó, considero un deber moral, también pasar la batuta a quien saque la verdad”. “Hemos tratado de hacer entender a la gente cuáles son los elementos reales sobre los que basar las hipótesis más razonables para explicar lo que pasó a cualquiera que quiera reflexionar sobre esta historia.  También era importante dar a conocer perfiles del mundo vaticano que aún se desconocían porque quedaban fuera de la investigación».

Antonino Arconte, ex agente de la estructura secreta Gladio, anima a Pietro Orlandi a no rendirse y luchar por su hermana.“El hermano de Emanuela Orlandi tiene razón en no desistir aún después de cuarenta años de tener una palabra de verdad, pero tenga cuidado de no dejarse arrastrar a los pantanos”.  “Si tuviera algo concreto sobre Emanuela lo diría. Sin embargo, creo que todo en el Vaticano está conectado”.

Ensayo de la Civiltà Cattolica sobre el estrés y la soledad como enfermedades de esta época que  también afectan a los sacerdotes.  “Se trata de un malestar destinado a crecer, porque los sacerdotes a menudo tienen diferentes parroquias que administrar, sin residir en ninguna de ellas, y a las tareas administrativas se añaden responsabilidades canónicas, civiles y penales”. “Desde hace algún tiempo hemos sido testigos de un aumento impresionante de suicidios entre sacerdotes en Brasil. Durante el año 2018, 17 sacerdotes se quitaron la vida y otros 10 en 2021″.  A partir de una investigación realizada en Francia con entrevistas a sacerdotes:  “Uno de ellos  confesó que no es el pastor con olor a oveja, sino con olor a gasolina… Para muchos no hay días libres. Aunque la situación no es tan dramática como en Brasil, en Francia ha habido siete suicidios de sacerdotes en el transcurso de cuatro años”. En Italia

Investigación realizada en Italia señala que entre las causas está el síndrome de «burnout: «multiplicidad de compromisos, complejidad de los problemas, el sentimiento de ser «funcionarios de lo sagrado», que prestan servicios asépticos a fieles indiferentes».  «Muchas empresas y multinacionales se han dado cuenta de ello y hace tiempo que han puesto en marcha iniciativas destinadas a hacer frente al malestar de sus empleados, que culmina en burnout, depresión y suicidios: en otras palabras, han entendido la profunda unidad entre calidad de vida, serenidad personal y calidad de trabajo. Es un deber abordar el problema también en el contexto eclesial».

Momentos de vergüenza en Sky Tg24. La presentadora Stefania Pinna conecta con el experto en asuntos pontificios de la red, Stefano Maria Paci.  Las cámaras de Sky filman a traición al avezado periodista y se demoran mientras se ajusta la corbata y luego, abrumado por un deseo incontenible de dormir la siesta, se lleva la mano izquierda a la boca mientras con la derecha sostiene el micrófono de la ordenanza, un bostezo «leonino», interminable y, francamente, contagioso.

Este año se cumplen los 120 años después de la muerte del Papa León XIII, fundador de la Doctrina Social de la Iglesia en la era moderna. La Rerum novarum y otras ocho encíclicas que enmarcan  la cuestión obrera y que el mismo León XIII enumeró en la entrada de la encíclica Annum.  Durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI se preservaron sustancialmente los puntos fundamentales de ese marco filosófico, dado que se mantuvo la relación tradicional entre razón y fe. Más recientemente, sin embargo, el magisterio eclesiástico parece haberse alejado de esos presupuestos filosóficos, asumiendo una racionalidad centrada en la existencia y la historia. Sobre este punto, poco o nada queda de León XIII.

El Papa Pecci había escrito cuatro encíclicas y tres cartas apostólicas sobre la masonería, la más conocida de las cuales fue Humanum genus (1884). La masonería fue considerada por él como relativista, libertaria, naturalista y diabólica. Hoy la Iglesia parece haber cambiado de rumbo. Especialmente después de la famosa carta del cardenal Gianfranco Ravasi a los «hermanos masones» del 14 de febrero de 2016. Sin embargo, no se puede decir que la naturaleza y los objetivos de la masonería hayan cambiado mientras tanto, ni que se hayan suavizado. Incluso hoy trabaja por una religión universal de la humanidad desprovista de dogmas y combate a la Iglesia tanto desde fuera como desde dentro. Aquí también el cambio es evidente.

León XIII había reclamado para la Iglesia el derecho a la autoridad original y exclusiva sobre ciertas materias, como la legislación sobre el matrimonio y la educación. Según el Arcanum divinae sapientiae (1880), el matrimonio podía y sólo podía ser religioso, porque, una vez desprendido de ese fundamento sobrenatural, se iría degradando hasta en el plano civil, como en efecto hemos visto suceder. Hoy tenemos un monopolio soberano del estado en materia de matrimonio y escuela. León XIII pensó y enseñó en sus encíclicas sociales que la autoridad proviene de Dios y no del pueblo soberano. No negaba absolutamente la democracia, pero pensaba que un poder soberano, como lo es también el del pueblo y no sólo el de los déspotas absolutos, era inaceptable y muy peligroso. A los ojos de León XIII, pero también de Juan Pablo II y Benedicto XVI, nuestra democracia actual tiene muchos aspectos totalitarios.  Hablando de religión verdadera… León XIII no pensaba que todas las religiones tuvieran la misma capacidad para fundar y animar la sociedad y la política, respetando su legítima autonomía, sino que este fin sólo podía ser alcanzado fácil y provechosamente por la religión católica.  Juan Pablo II y Benedicto XVI también siguieron sustancialmente este criterio. La distancia con León XIII hoy es aquí muy grande.

«No hagáis frente al que os agravia».

Buena lectura.

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