Durante tres años se señaló como solución una “paz justa” cuya única alternativa era la “rendición”. Y durante tres años, respetables protagonistas de los medios de comunicación han estado repitiendo el eslogan de que los ejércitos rusos estaban listos para llegar a Italia e incluso a Lisboa.  De la posición inicial de apoyo sacrosanto a Kiev, pasamos rápidamente a apoyar la absoluta necesidad de “poner a Rusia de rodillas” y lograr la “victoria”. Ursula von der Leyen incluso apareció vestida en el Vaticano con ropa ucraniana de color amarillo y azul, provocando sonrisas en monseñores muy acostumbrados a los giros y vueltas de la historia. Cualquiera que sostenía que el conflicto podía resolverse por medios diplomáticos, era tratado como un idiota útil , un sirviente de Putin o un pacifista ingenuo.  Ahora hay un presidente en Estados Unidos que declara que la guerra podría no haber ocurrido si él hubiera estado en la Casa Blanca, que el conflicto era evitable.  Ahora el Emperador de Occidente decide poner fin a esta matanza inútil, explicando que no se pueden tolerar más que cientos y cientos de miles de víctimas. ¡Y listo! El tema había sido censurado en las reuniones de la OTAN y la Unión Europea con la infantil afirmación de que la guerra podría terminar en un segundo si Putin retiraba sus tropas. En todo este asunto, hoy Europa parece desorientada y dejada al margen. Hay un viejo dicho que dice que cuando los tipos duros entran al campo, los insignificantes quedan al margen.

El presidente estadounidense, Donald Trump, presiona para encontrar una solución sobre Ucrania y, después de una larga conversación telefónica con el presidente ruso , Putin, anuncia que quiere «iniciar negociaciones inmediatamente» y que se reunirá con el líder ruso en Arabia Saudita. Putin acepta intensificar contactos e invita a Trump a Moscú. El presidente estadounidense también escucha de Zelensky: «Nadie quiere la paz como Ucrania». «No habrá acuerdo sin nosotros», advierte el Alto Comisionado de la UE, Kallas,  este no se ha enterado que no le han invitado. El mismo Trump lo anuncia: «Ayer tuvimos una agradable charla con Rusia y Ucrania. «Hay buenas posibilidades de poner fin a esa horrible y sangrienta guerra». El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov: «Es prematuro hablar de un papel para Europa en las negociaciones para una solución al conflicto ucraniano, porque aún no hay entendimiento sobre el formato de un posible diálogo, el formato de un posible proceso de negociación». Un encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin debe organizarse «rápidamente» porque ambos «tienen mucho de qué hablar», pero por el momento es «imposible» precisar una fecha porque los trabajos para organizar la cumbre «comenzarán en los próximos días».  El canciller alemán Olaf Scholz , otro que no se entera, rechaza la “paz impuesta” en Ucrania:  «Aún no está claro bajo qué condiciones Ucrania estará dispuesta a aceptar un acuerdo de paz».

El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte: «Está claro que ayer sucedieron muchas cosas y habrá mucho debate en los próximos días y semanas. Pero hay una convergencia: todos queremos la paz y que Kiev esté en la mejor posición posible cuando comiencen las negociaciones». “También hay consenso en que no debe haber Minsk 3, que el acuerdo es sostenible y que Putin no puede tomar más territorio en Ucrania”. China presiona para desempeñar su papel de pacificador. En las últimas semanas, según informa el Wall Street Journal, funcionarios chinos han lanzado al equipo de Trump a través de intermediarios la propuesta de celebrar una cumbre  para facilitar «los esfuerzos de mantenimiento de la paz después de una posible tregua». Trump dijo que comparte la objeción de Rusia de que Ucrania no puede unirse a la OTAN. «Personalmente no creo que sea práctico tenerlo. Creo que mucho antes del presidente Putin dijeron que nunca permitirían algo así. Esto lleva sucediendo muchos, muchos años. «Llevan mucho tiempo diciendo que Ucrania no puede unirse a la OTAN, y estoy de acuerdo».

Y seguimos con las «deportaciones2 de Trump. Desde el 20 de enero ha surgido la polémica en torno a la orden ejecutiva de Trump sobre la inmigración, elevada a pontificia por  una carta del Papa dirigida a los obispos estadounidenses en la que se habla explícitamente de «deportación», o incluso de «deportación masiva de inmigrantes ilegales y refugiados». No puede tratarse de un error material, de un malentendido,  sino de una elección precisa de la Santa Sede de polemizar duramente contra Trump y su política migratoria. Se decide desvirtuar el término inglés deportation, no traduciéndolo –como correctamente debería hacerse en este caso– como “repatriación, expulsión”, sino utilizando la palabra italiana “deportazione”, que alude de manera lúgubre al nazismo y a los campos de concentración.