El Papa Francisco alerta a los seminaristas : “Hay que utilizar la tecnología porque es progreso” pero advierte contra contenidos pornográficos. «Si las tienes en tu móvil, bórralas». La pornografía digital es un «vicio» de «curas y monjas»: “Es un vicio que tiene tanta gente, tantos laicos, tantas laicas, y hasta curas y monjas. Por ahí entra el diablo. Y no hablo solo de pornografía criminal como la del abuso infantil: esto es ya degeneración. Pero de la pornografía una «normalidad. Queridos hermanos, prestad atención a esto». El Papa Francisco confiesa: “No los uso porque llegué tarde, ¿sabes? Cuando me ordenaron obispo, hace 30 años, me regalaron uno, un celular, que era como un zapato, tan grande, ¿no? dijo: «No, no puedo usar esto».
Las alertas del pontífice no quedaron solo en la pornografía: «Hay una figura que siempre me ha llamado la atención, el sacerdote cómodo, un poco ‘la’ monsieur l’Abe» de las cortes francesas, un funcionario -¡ustedes que trabajan en la curia tengan cuidado!-, el sacerdote oficial. El sacerdote oficial vive el sacerdocio como si fuera un trabajo. Es conveniente, tiene el suyo propio, horarios, esto depende de mí, esto no; y así con el crecimiento se convierte en una ‘solterona’, con muchos hábitos maníacos, es un neurótico diario». «Hay otra cosa que acompaña a esta comodidad es la dimensión ‘escalada’, los sacerdotes escaladores, que hacen carrera. Por favor, paren, paren. Porque el escalador al final es un traidor, no es un sirviente. Busca su propio beneficio y luego no hace nada por los demás”.
La primer ministro italiana nos puede dar sorpresas, se manifiesta muy pro Europa y no ha gustado nada su voluntad de no cambiar la actual ley del aborto en Italia. Ha citado a San Juan Pablo II: “La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta, sino en tener derecho a hacer lo que debemos”. Nos promete que: «Yo siempre he sido una persona libre, entonces pienso hacer lo que tengo que hacer». Veremos si tantas ilusiones puestas en este cambio se convierten en realidades o estamos en más de lo mismo.
El caso Santier en Francia se va clarificando. Anunció su ‘renuncia’ a la diócesis de Creteil achacándolo a la falta de fuerza física a pesar de que aún no había cumplido los 75 años y a «otras dificultades» no especificadas. La denuncia de dos presuntas víctimas fue recogida hace tres años por el entonces arzobispo de París, Michel Aupetit, quien inició la investigación en Roma por tratarse de un obispo sufragáneo, en aplicación de lo dispuesto en el motu proprio del papa Francisco Vos estis lux mundi. La respuesta del Vaticano llegó en octubre de 2021 y Santier fue objeto de medidas disciplinarias por abusos espirituales que habían desembocado en actos de voyerismo. Nada más se filtró hasta que aparecieron las primeras revelaciones el 14 de octubre de este año en los dos diarios católicos que hablaban de la existencia de sanciones. El sucesor en Creteil, Blanchet, se ha tenido que disculpar públicamente por sus «errores de juicio» sobre el asunto y ha llamado a las posibles víctimas para que denuncien ante la oficina diocesana competente. Hay defensores con curiosos argumentos sinodales: «un pastor benévolo que escuchaba a todos, como lo demuestra el enfoque sinodal que mostró y ha llevado a cabo con determinación». Eso parece justificar las suaves penas aplicadas, otros por nada se les castiga con todo, pero si ers sinodal siempre se puede arreglar.
Ali Agca vuelve a hablar sobre el caso Orlandi con motivo del estreno de la serie de televisión de Netflix «Vatican Girl». No parece muy contento y se ve que no han contado con él y su versión de los hechos: «Se simuló el secuestro para que me liberaran». La serie reaviva la atención sobre el caso de la joven ciudadana del Vaticano Emanuela Orlandi desaparecida en el aire en Roma en junio de 1983. Según Ali Agca, la serie documental es una campaña de «calumnias sistemáticas» y vuelve a argumentar, como se hizo en el pasado, que «Emanuela Orlandi fue escondida, fue sometida a un simulacro de secuestro solo para obtener la liberación» de él mismo «a través de un intercambio», «hay una pequeña entidad visible dentro del Vaticano que decidió el caso Emanuela» y «la organización y manipulación del caso Emanuela estaba encomendada a la CIA».
La Roma eterna sigue en su sitio como si el tiempo no pasara. Nos deja una de las imágenes más conocidas de la Roma papalina que se resiste a desaparecer. El príncipe romano Sforza «Lillio» Ruspoli, famoso, entre otras cosas, por entregar al Papa Benedicto XVI la bandera papal de la batalla de Porta Pia, murió en Roma a los 95 años. Era el hermano menor del excéntrico Dado Ruspoli, estrella de la jet set en los años de la Dolce Vita romana. Hace años abandonó la Soberana Orden de Malta y es considerado el último fiel y orgulloso representante de la nobleza negra. La familia Ruspoli desde la época de Carlomagno, hasta la brecha de Porta Pia, representa una roca de la Iglesia, mil años de lealtad y compromiso militar al servicio del Papa. El Príncipe Alessandro Ruspoli fue Gran Maestre de los Palacios Sagrados, el cargo más alto hereditario de la Corte Papal. Su lema: «¡mejor nobles que innobles»! Para los que añoran los tiempos del papa rey, la ocasión es propicia para conocer el impresionante palacio Ruspoli, la familia recibe en sus salones los dos días previos al funeral.
«ld a decirle a ese zorro…»
Buena lectura.
Ya sería bueno a lo 86 años que Francisco se pusiera a eliminar sus propios vicios que son no pocos y dejar en paz a los sacerdotes contra quienes no deja de despotricar. El es el único que lo puede hacer. No se nota que los haya hecho.