«El Gato escribió, el Zorro aprobó»: pimeras reacciones al marimonio ‘católico’, obispos héroes que se desmarcan y la mayoría que calla, Zen siempre da la cara, el cisma siro-malabar.

Los hay que se consuelan con las tonterías de la «no ceremonia», de la bendición, no de la pareja, sino de las personas, que evidentemente irán en pareja,  para minimizar su impacto devastador. Obviamente irán las parejas que quieran ser bendecidas como parejas, sino no haría falta el documento, ya que las personas siempre pueden ser bendecidas. Poco a poco se irá considerando una bendición de la pareja, se harán ceremonias ad hoc, con familiares y amigos y se hablará del matrimonio hasta que se crea normal que incluso entre personas del mismo sexo te casas por la iglesia. No ver las consecuencias es simplemente esconder la cabeza en la arena. Santo Tomás de Aquino que explica en la Summa que en los pecados contra la naturaleza se viola el orden natural y se ofende a Dios. Por supuesto, Dios también ama al pecador contra la naturaleza, pero no puede amar el pecado, por lo tanto si el pecador persiste en el pecado, es él quien se separa de Dios (y quien le dice lo contrario, o incluso lo bendice, no hace bien a nadie…). Incluso la Biblia no es tierna con los pecados antinaturales, los condena porque son «desordenados y estériles», el Levítico que los llama «abominables», para San Pablo «no entrarán en el Reino de Dios». Santa Catalina de Siena cree incluso que el pecado contra naturaleza repugna incluso a los demonios.

Todo este desmadre tiene un marcado color argentino y es especialmente interesante leer a nuestro The Wanderer en su último artículo Salto al vacío.  «Ayer, luego de conocida la noticia del último documento pontificio sobre la bendición a parejas homosexuales, hablé con varias personas más o menos vinculadas a los ambientes eclesiásticos y curiales. La reacción de todas ellas era la misma: incredulidad, azoramiento, estupefacción. La sensación es la de haber saltado desde un barranco, ese mismo barranco sobre el cual el Papa Francisco estuvo haciendo equilibrios durante todo su pontificado. El daño, gravísimo, es ya irreparable y la Iglesia se encuentra en caída libre».  «Esto fue un artefacto redactado por Tucho, aprobado por Bergoglio y publicado sin transitar el recorrido habitual, más allá de las desacostumbradas declamaciones de discusión con las que se abre el texto. No aclares porque oscurece, habría que decirle al cardenal Fernández».  «Debe estar también enfurecido el cardenal Parolin, que hace pocas semanas escribió a los obispos alemanes afirmando que la cuestión de la bendición a las prácticas homosexuales eran innegociable».

«Es probable que haya también motivos personales. Bergoglio y Fernández poseen personalidades laberínticas —psicopática el uno; feminoide el otro—, cargadas de un profundo resentimiento».  «¿Será posible volver atrás? Durante este pontificado, es ciertamente imposible. Ya conocemos quiénes son los dos que ostentan el poder supremo».  «Lo ocurrido es escalofriante: un botarate puesto al frente del discasterio más importante de la Iglesia por puro favoritismo, es capaz de cambiar la doctrina sostenida durante más de veinte siglos simplemente porque obtiene, vaya uno saber con qué medios, la firma del pontífice. En otras épocas, botarates similares obtenían, a lo sumo, una lujosa villa en algún rincón de los Estados Pontificios o el acceso a algún lupanar privilegiado. Hoy obtienen la abrogación de los mandamientos de la ley de Dios, y la Iglesia no tiene mecanismos aptos y eficaces para impedirlo. El Papa de Roma se erigió en monarca absoluto, decapitó a los órganos de control y de contrapeso del poder y, con los años, el Frankenstein ideado por el ultramontanismo cobró vida. Nosotros lo estamos padeciendo».

Especialmente breve y clara la declaración de la Archidiócesis de Santa María en Astana sobre la Declaración Fiducia supplicans. Nuestra felicitación más efusiva a Tomash Peta, el arzobispo, a a Athanasius Schneider, su obispo auxiliar.  El objetivo manifiesto de la Declaración de la Santa Sede, Fiducia supplicans, es permitir «la posibilidad de bendecir a las parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo». Al mismo tiempo, el documento insiste en que tales bendiciones se llevan a cabo “sin validar oficialmente su estatus ni cambiar de ninguna manera la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. «El hecho de que el documento no autorice el «matrimonio» de parejas del mismo sexo no debe cegar a pastores y fieles ante el gran engaño y maldad que reside precisamente en la autorización para bendecir a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo. Esta bendición contradice directa y gravemente la Revelación Divina y la doctrina y práctica ininterrumpida de dos mil años de antigüedad de la Iglesia Católica. Bendecir a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo es un grave abuso del Santísimo Nombre de Dios, ya que este nombre se invoca sobre una unión objetivamente pecaminosa de adulterio o actividad homosexual».

«Por lo tanto, ninguna de las declaraciones contenidas en esta Declaración de la Santa Sede, ni siquiera las más hermosas, puede minimizar las consecuencias destructivas y de largo alcance que resultan de este esfuerzo por legitimar tales bendiciones. Con tales bendiciones, la Iglesia Católica se convierte, si no en teoría, sí en la práctica, en propagandista de una “ideología de género” globalista e impía. Como sucesores de los Apóstoles y fieles al juramento solemne prestado con motivo de nuestra consagración episcopal de «conservar el depósito de la fe en pureza e integridad, según la tradición observada siempre y en todas partes en la Iglesia desde los tiempos de los Apóstoles», Exhortamos y prohibimos a los sacerdotes y fieles de la Arquidiócesis de Santa María en Astana aceptar o realizar cualquier forma de bendición de parejas en situación irregular y de parejas del mismo sexo. Ni que decir tiene que todo pecador sinceramente arrepentido con la firme intención de no volver a pecar y de poner fin a su situación de pecado público (como, por ejemplo, la convivencia fuera de un matrimonio canónicamente válido, la unión entre personas del mismo sexo)  puede recibir una bendición».

 

«Con sincero amor fraternal y el debido respeto, nos dirigimos al Papa Francisco, que – permitiendo la bendición de las parejas en situación irregular y de las parejas del mismo sexo – «no camina rectamente según la verdad del Evangelio» (ver Gal 2, 14 ), para retomar las palabras con las que el apóstol San Pablo amonestó públicamente al primer Papa en Antioquía. Por ello, en el espíritu de colegialidad episcopal, pedimos al Papa Francisco que revoque el permiso de bendecir a las parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo, para que la Iglesia católica pueda brillar claramente como «columna y fundamento de la verdad» (1 Tim 3, 15) para todos aquellos que buscan sinceramente conocer la voluntad de Dios y, cumpliéndola, alcanzar la vida eterna».

La Conferencia Episcopal de Malawi emitió una directiva este martes que prohíbe la bendición de uniones entre personas del mismo sexo a raíz de la confusión sobre una declaración del Vaticano que permite bendiciones “para parejas del mismo sexo”. Lo interesante no es solo que estén en contra  de los argumentos , sino que “para evitar crear confusión entre los fieles, ordenamos que, por razones pastorales, no se permitan en Malawi bendiciones de ningún tipo,  ni uniones entre personas del mismo sexo de ningún tipo”.

Burke en su homilía de Guadalupe hizo de profeta y denunció a aquellos entre los obispos de la Iglesia que cambiarían lo que es más esencial para su constitución divina: “su doctrina, su culto sagrado y su disciplina”. La adaptación al mundo y el rechazo de Dios se manifestaron en las demandas de cambio de la Iglesia, que Burke definió como abandono de Cristo y apostasía de la fe. «Algunos, incluso entre los obispos, nos dirían que la Iglesia debe cambiar su doctrina, su culto sagrado y su disciplina para adaptarse a la cultura. Se habla de un necesario cambio de paradigma o de un camino sinodal mal definido que declara que todos son bienvenidos en la Iglesia sin aclarar la conversión a Cristo que es necesaria para ser miembro de su Cuerpo Místico».  “El programa ya existe: es el plan que se encuentra en el Evangelio y en la Tradición viva, es el mismo de siempre. En definitiva, tiene su centro en el mismo Cristo, a quien es necesario conocer, amar e imitar, para que en él vivamos la vida trinitaria y con él transformemos la historia hasta su cumplimiento en la Jerusalén celestial. Este es un programa que no cambia con los tiempos y las culturas, aunque toma en cuenta el tiempo y la cultura para los propósitos de un verdadero diálogo y una comunicación efectiva».

El cardenal Zen se está convirtiendo en el símbolo de la Iglesia que resiste al gigante chino, al poder excesivo de Pekín, a pesar de la clara línea diplomática marcada por el Papa Francisco.  El anciano cardenal de Hong Kong, Zen ze Kiung, de 91 años, cabello blanco, mirada orgullosa detrás de las inevitables gafas. Con una mano sostiene una carpeta, con la otra sostiene su bastón, mientras pasa delante de dos soldados para entrar en el tribunal de Hong Kong. El cardenal asiste al juicio falso, que encubre la persecución política, de Jimmy Lai, un conocido editor en Hong Kong con doble pasaporte británico y chino, acusado de colusión con fuerzas extranjeras y conspiración para publicar material sedicioso. La culpa de Lai es haber defendido la protesta general. A diferencia de la Santa Sede, el cardenal Zen ha actuado como columna vertebral apoyando las voces libres, hasta el punto de señalar con el dedo incluso al Vaticano. Este obispo no se calla y se entiende cuando denuncia el ‘acuerdo diplomático’ firmado por el Vaticano con las autoridades chinas para la normalización de los católicos que significa vender la Iglesia a China.