Estamos a 22 de agosto y se supone que no tenemos que tener noticias. Hoy todo está marcado por el «ius soli», es decir, el derecho a tener la nacionalidad del lugar donde se nace. Este derecho favorece la inmigración y es aplicado más en América (Argentina lo reconoce por constitución), en Europa existe más el «ius sanguinis», hablando en líneas generales. En Italia se está discutiendo en el parlamento sobre esta cuestión y el Papa Francisco ha entrado de lleno en la polémica, que podemos asegurar que no es poca. Los periódicos están tan llenos que recogemos sólo los principales titulares. Los calificativos dirigidos el pontífice son tremendos, se habla del «jefe de gobierno bergoglio», de el «Papa Francisco nuevo Papa Rey» , de que aplique lo que predica en su estado, el Vaticano, con una de las leyes más rectrictivas del mundo en inmigrción, …
Los más sensatos intentan entender, si es que hay algo que entender, a Jorge Mario Bergoglio y porque dice estas cosas, interesante artículo sobre Bergoglio, el indígena bueno y Rouseau. El Cardinal Brandmüller cree que es el momento de que el Papa Francisco haga una profesión de Fe para tranquilizar las aguas revueltas que llenan de perplejidad a tantos católicos. Es evidente que se puede ser un buen católico, creemos que esto no está en duda, pensando lo contrario del Papa Francisco en estas materias. Los gustos personales del Papa son eso, los suyos, y no son materia de fe. Hasta es legítimo pensar que tiene pésimos gustos y que está totalmente equivocado. La perplejidad que nos inunda cada día es que impulsa al Papa Francisco a meterse en estos líos con la que está cayendo. El Papa Benedicto hablaba del «derecho a no emigrar» como el derecho más derecho de todo ser humano, es decir, a estar tranquilo en su casa y en su tierra. En esta confusión se habla de corredores humanitarios, de derechos de suelo, de sangre o de cultura, pero nadie mira ni analiza la situación y gobernantes que provocan el que miles de seres humanos se vean privados de derecho fundamental a que les dejen en paz, en su casa, con su familia, y ayudando a mejorar su propia y amada tierra.
En Filipinas los queridos hermanos musulmanes queman iglesias y amenazan a Roma, quizás esto no está sucediendo y es un sueño. El ayuntamiento de Roma, gobernado por los «podemos» italianos quiere reclamar las tasas a las propiedades de la Iglesia católica.
Esperemos que el sentido común se imponga y se defienda el derecho de todo ser humano a vivir en su propio país sin perturbaciones, el derecho a NO emigrar.
Buena lectura.
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