Audiencia del miércoles centrada en las ‘periferias’ de San Jose que ha pasado desapercibida absorbida por la audiencia del tribunal único de estado Vaticano sobre el caso Becciu. No es fácil moverse en esta espiral de locura irracional que nos rodea. Lo vivido ayer, y lo anterior, y mucho nos tememos que lo que nos queda, es de vergüenza, no entra en cabeza humana y lo más sensato sería no perder el tiempo en semejantes disparates. El aspecto importante es que esto, como tantas otras cosas, nos indica que el Vaticano está sumido en la descomposición y estos procesos emiten inevitablemente su pútrido hedor.
Los sensatos que quedan, que los hay, se van acostumbrando a la resistencia, que será larga, pero útil para despertar las conciencias, con la seguridad que al final la verdad triunfará, es lo que tiene tener fe. El Vaticano sigue con sus viejas tácticas de control de la información que son superadas en tiempo real superadas por las redes sociales. Los que queremos estar informados recurrimos a los medios oficiales, o los adictos al régimen, simplemente para conocer el relato oficial sabiendo que estamos ante una verdad muy retocada, o una mentira muy adornada.
Y con estas premisas entramos en el tema del día intentando no perdernos en la hojarasca que intencionadamente lo rodea. La escenografía es penosa, y esto en el Vaticano indica mucho porque la forma es fondo. En un estado tan pequeño es necesario vestir las cosas para que parezcan importantes. Ver al tribunal único del estado en una especie de almacén anodino con la única decoración de un pequeño, muy pequeño, crucificado y la fotografía descentrada del ‘jefe del estado’, es de pena. El Vaticano, maestro en escenografías insuperables, ha caído en la solemne vulgaridad. Los procesados y acusados ‘pasan’ del tema, el único presente el cardenal Becciu, todos los demás representados por sus abogados, con alguno especialmente peleón.
Ya hemos comentado la impresentable mutilación de los documentos prueba. Los fiscales y la gendarmería han preparado las pruebas quitando las partes que no interesan. La sentencia ya está redactada y el único objetivo de las sesiones de tribunal es intentar vestirla de seriedad jurídica. Los inteligentes son difíciles de comprar y maldad suele ir acompañada de marionetas incompetentes que tanto cortar y recortar las cosas quedan irreconocibles . Son demasiados textos, videos, transcripciones los manipulados. La verdad no hay que amañarla, tiene fuerza en sí misma y se impone por su propia fuerza, la mentida requiere de muchos esfuerzos para vestirla de verdad.
Las defensas apuntan a la nulidad de todo el juicio por la indisponibilidad de la completa y articulada masa de pruebas de hechos y grabaciones. El abogado de Becciu denunció el depósito de «videos de audio mutilados, tallados, diezmados» y copias forenses del material informático incautado no divulgado: “El tema es siempre el mismo. Queremos poder defendernos. El método, lo digo con convicción y humildad, es absolutamente inadmisible y viola los derechos de la defensa, hay una mutilación de pruebas». «No estamos pidiendo un favor, tenemos derecho a ver las pruebas, no podemos aceptar la excusa de la privacidad».
Pensábamos, nos hemos equivocado, que en esta sesión se apuntaría a Parolin, muy implicado en el proceso con pruebas escritas y publicadas. Los abogados han ido más allá y apuntan directamente al Papa Francisco. El promotor ha intentado dejarlo fuera alegando «que nunca había tenido noticias del Santo Padre al respecto, sino que solo se refería a lo que él mismo dijo durante la rueda de prensa en el avión durante su viaje apostólico a Tailandia, como todos pueden comprobar ”. Este es el nivel de seriedad. Pero tanto corta y recorta se ha colado en las grabaciones: «Monseñor, lo que usted dice no tiene nada que ver con eso. Fuimos al Santo Padre y le preguntamos qué había pasado». El abogado de Grasso concluye que : “Oyeron al Santo Padre como testigo” y de esto “no tenemos constancia”. Esto es muy relevante porque la impugnación estaba dirigida a un religioso, «sujeto al Santo Padre por el vínculo sagrado de obediencia y subordinación». Se notaba especialmente molestos a los promotores intentando dejar fuera de todo esto al Papa Francisco y mucho más al presidente Pignatone que reiteró que «sin el pleno conocimiento de los documentos no iniciaremos el proceso». Estos son los hechos y cualquier lector puede sacar sus conclusiones. El Papa Francisco se entera, no se entera, sabía, no sabía; el proceso, a partir de ahora, guste o no, se centrará en esto.
Interesante artículo sobre los antecedentes de la ‘mafia de San Gallo’ que hunde sus raíces en grupos de poder muy conocidos en los sacros palacios. En agosto de 1967, Pablo VI, con la constitución apostólica Regimini Ecclesiae, había centralizado los poderes de la Curia en la Secretaría de Estado para derrotar al «partido romano» que, en la Curia, se oponía a las reformas conciliares. Fueron los años de la tumultuosa transición del pontificado de Pablo VI (1963-1978) al de Juan Pablo II (1978-2005), con el breve interregno (septiembre de 1978) de Juan Pablo I y la Curia romana fue el lugar de fuertes enfrentamientos. Una verdadera «mafia», controlaba el poder bajo el pontificado de Juan Pablo II y todo muchos años antes de que se hablara de la «mafia de St. Gallen. A la muerte de Pablo VI, las dos «familias» hicieron un «pacto de acero» por el control del Vaticano. La figura clave en este periodo es Silvestrini: «Cada mañana a las nueve el grupo político que preside el Vaticano, integrado por estos personajes, se reúne y prepara sus informes para el Papa. Pero las verdaderas decisiones ya las ha tomado una» dirección «oculta que controla eficazmente toda la información, guardada en archivos inaccesibles y debidamente filtrada para orientar las elecciones».
El caso Orlandi no se muere y su familia sigue en la lucha: «El Vaticano ha traicionado a Emanuela y a mi familia, nos ha dado la espalda. Personalmente, estoy convencido de que el Papa Francisco está al tanto de la historia, porque él es el que sobre todo ha levantado un muro en el Ahora debería dar un paso importante para recuperar el cuerpo». Son las palabras de su hermano en la presentación de ‘La niña desaparecida’ inspirada en la historia de la joven.
Los obispos católicos de Estados Unidos aprobaron ayer por abrumadora mayoría un documento sobre la comunión que no llega a negar el sacramento a políticos que apoyan el derecho al aborto, como el presidente Joe Biden, pero justifica a los obispos individuales que lo hagan. “The Mystery of the Eucharist in the Life of the Church”, no se refiere explícitamente al debate sobre los funcionarios, el aborto y el sacramento que ha rodeado el documento durante meses y que inspiró en parte su redacción. Hay una leve referencia a “los no nacidos” junto con las personas vulnerables, como los inmigrantes, los adultos mayores y las víctimas de la injusticia racial. El documento no identifica a Biden ni a otros políticos , pero dice que “los laicos que ejercen alguna forma de autoridad pública tienen una responsabilidad especial de encarnar el magisterio de la Iglesia”.
«…y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida».
Buena lectura.