UN TOPO EN LA CASA ROSADA
En “La Prensa” de hoy, aparece un excelente artículo de Santiago González titulado “Desaciertos y exabruptos”, con un subtítulo que lo complementa: “Los escándalos en capital humano, los arrebatos del presidente y la inquietud del mercado definen un momento crítico del gobierno”.
No hablaremos de los escándalos en un ministerio gigantesco, colocados en manos incompetentes. por su falta de experiencia administrativa y política, ni de las inquietudes de un mercado cada vez más nervioso, sino de los “arrebatos” del presidente, quien parece haber perdido el buen modo razonar y que desconoce la advertencia de Santiago Apóstol, quien en su única epístola escribe: “sea todo hombre pronto para escuchar, tardo para hablar, remiso para la cólera”.
Concluyendo su artículo, González escribe: “Mientras la Iglesia tendía en la catedral las expresivas mesas de un comedor popular y como frutilla de postre para una semana de desaciertos, el presidente Javier Milei no tuvo mejor idea que, en un arrebato de exaltación ideológica, definirse a sí mismo ante una periodista como ‘un topo que vino a destruir el Estado desde adentro’. Milei no estaba hablando como un teórico… ni se refería a un Estado abstracto… estaba hablando como presidente de la República Argentina y se refería al Estado Argentino”.
Se presenta como un topo, el cual el Diccionario de la RAE, define así: “mamífero insectívoro del tamaño de un ratón, de cuerpo rechoncho, cola corta y pelaje negruzco, suave y tupido; hocico afilado, ojos pequeños y casi ocultos por el pelo, … grandes manos, con cinco dedos armados de fuertes uñas que le sirven, para socavar la tierra al abrir las galerías subterráneas donde vive”.
Pero lo increíble, es la tercera acepción de la palabra que nos aporta: “Persona de cortos alcances que en todo yerra o se equivoca”; por eso, no estaría mal que se informara un poco antes de presentarse como un “topo”, sin saber que significa como si fuera un analfabeto locuaz.
Prisionero de su anarquismo libertario, impregnado de un liberalismo ideológico que lo lleva a gritar desaforado “¡Viva la libertad, carajo”, no entiende que la libertad es un medio y que será buena o mala, según el fin que persiga, porque la libertad del loco es locura, la del traidor, traición! Porque no es lo mismo la libertad de un santo como Francisco de Asís, que la libertad de un asesino como Stalin.
Este “topo” quiere destruir el Estado Argentino, porque no advierte que millones de argentinos lo votaron no para que lo destruya, sino para que lo libere de los ladrones incompetentes y soberbios que se habían apoderado y usufructuaban del mismo. Porque la clave se encuentra en una frase de un gran estadista del siglo XX, Antonio de Oliveira Salazar: “El Estado debe ser una persona de bien”.
No se trata de destruir al Estado, versión actual de la sociedad política, sino de sanearlo, reducir su burocracia y ponerlo al servicio de los sufridos argentinos. No se trata de gritar y de viajar, sino de gobernar desde la Argentina para los argentinos.
También Santiago González se refiere al triste papel que juega la cúpula de la iglesia porteña, cuando ignora que la catedral es un lugar sagrado, destinado al culto y no un comedor villero publicitado, es “casa de oración” y no tienda de mercaderes o lugar para exhibir un interesado asistencialismo.
Muchos argentinos estamos sedientos de verdad. Recordamos a Dante: “la confusión de las personas principio fue del mal de las ciudades”, porque hoy navegamos en un mar de confusiones. Nos urge salir de ese mar, y restablecer el orden mental base del orden moral. Llamar a las cosas por su nombre.
También tenemos “la poesía que promete” y aquí recurrimos a Jorge Vocos Lescano quien nos convoca en otro mar, a la gran tarea, en su Canto a la Argentina:
“Con la fuerza del mar en la marea,
con el empuje de las tempestades
de pronto empezará la gran tarea
de poner fin a las iniquidades,
de devolver por siempre a cada cosa
con el honor, las viejas claridades”.
Pidamos la ayuda nuestro Dios, Uno y Trino, para que haga posible, lo que hoy, desde una mirada solo terrena, parece imposible,
Buenos Aires, junio 9 de 2024. Bernardino Montejano
Esperaría más caridad caridad cristiana con un pueblo y con su lider, que ha tenido la valentía de revelarse contra la sangría, la reducción a la pobreza, la esclavitud y la dependencia al poder, que bien adelantada tenía una casta infernal. Juzgo muy competente al gobierno actual para lograr un repunte en lo económico. Que en lo filosófico haya diferencias en cuanto a los fines de la libertad, vaya y venga, asunto de otro momento.
Lo que está mal hecho, hay que derribarlo y empezar de cero, y a Argentina le fallan hasta los cimientos después de tantos años de terremotos Kirstnetistas, o como se escriba. Así que menos poesía y a currar.
Nunca me inspiró mucha confianza el histriónico Milei. No estoy muy seguro de que sea buena idea que los de Vox se hayan puesto a babear de entusiasmo por él. Resultados electorales en la mano diría que no: mientras Le Pen gana por goleada en Francia y fuerza una disolución de la Asamblea, mientras Meloni gana ampliamente en Italia, mientras la AFD queda segunda en Alemania, los de Vox se han estancado y han obtenido menos votos que en las últimas generales y han perdido mucho voto en favor de la extraña candidatura de Alvise.
Y Montejano tiene siempre lengua viperina para con todo, son los que forman parte de los «guardianes», tal vez le convendría leer más a Benedicto XVI, así aprende a decir la verdad en la caridad.
Es lo mismo que Milei pero es católico tradicional.
Que sus intervenciones sean con mirada sobrenatural